Desgana y erosión

La teleportación es el proyecto más candente de la nueva física. Ya se ha demostrado que es posible el traslado instantáneo de partículas elementales de un punto A a un punto B sin que esos objetos se pierdan en el espacio. Hasta el momento, la teleportación exacta sólo se consigue con átomos, fotones y los presidentes de la Junta de Andalucía.

Griñán se va. Porque quiere, porque puede.

De su reinado quedará el suave aroma del aburrimiento provocado por un tipo que llegó sin ganar y no se fue al perder.

Dice Griñán que se trata de un cambio generacional y por eso elige democráticamente a dedo a quien debe heredar el cargo, las preocupaciones y las toallitas de limón para limpiarse los dedos. Se va del “Enterprise” al grito de “Si me necesitáis estaré al fondo, segunda estrella a la derecha, todo recto hacia el pasado”. Será sencillo encontrarle, escondido tratando de evitar que los suyos sufran el peso de un escándalo que debería modificar no un equipo de gobierno, sino el sistema que permitió que los eligieran.

Griñán pertenece a esa generación de políticos españoles que creen ser héroes del tiempo al medir con un reloj sus intereses en función del peso que nuestra paciencia puede soportar.

Lo que mejor combina con sus pretensiones siempre ha sido el gris.

Abandona sus responsabilidades pero no sus privilegios, parece que el ser del todo normal no es para gente de su categoría, eso sí, algún día deberán explicar cómo es posible que su paso durante décadas por la política se resuma en un cúmulo de circunstancias y no con capacidades y talentos.

Amparados en las palabras, pero incapaces de sostener la suya, sólo nos queda esperar que la vergüenza les desborde y tengamos la oportunidad de comprobar qué es lo que ocurre cuando alguien gobierna teniendo las mismas oportunidades que ninguno de nosotros.

Tiempo, como decía Allan Stewart Königsberg: “El tiempo es la manera que tiene la naturaleza de evitar que todo ocurra a la vez”.