ECONOMÍA A DEBATE

Salida en falso de la crisis: lo peor está por llegar

Monedas de Euro pulidas para borrar su identidad, obra de Marco Godoy.

Juan Laborda

1.- INTRODUCCIÓN

Los últimos datos macroeconómicos sugieren una cierta recuperación económica en la Eurozona y una expansión moderada en los Estados Unidos. A partir de los mismos algunos organismos internacionales y diferentes centros de análisis privados, especialmente de ciertos bancos de inversión, dan poco menos que por acabada la actual crisis económica, proclamando las virtudes y el triunfo de la austeridad.

Lo que se pretende en este documento es no solo es poner en duda dichas afirmaciones sino demostrar que estamos ante una salida en falso de la crisis. No solo no habrá una recuperación económica sostenible sino que la dinámica de la actual recesión se agudizará en los siguientes trimestres, y el colapso a nivel económico, financiero y social de Occidente será total.

La ortodoxia neoliberal, imbuida por una serie de verdades indiscutibles, que sólo representan meros juicios de valor de carácter ideológico, no ha dado una desde el estallido de la burbuja tecnológica. Sobre todo, no han entendido el papel de la deuda privada y, por lo tanto, del sector privado, en esta crisis. Si los mercados son eficientes y los inversores racionales, ¿cómo es posible que se hayan producido semejantes errores de percepción en el sistema bancario y financiero global? Muy sencillo, las expectativas racionales y la eficiencia del mercado son dos mitos, como otros tantos que guían una política económica absolutamente dañina para los intereses de la mayoría de los ciudadanos.

Como consecuencia su diagnóstico ha sido erróneo, y sus propuestas han acelerado la actual crisis sistémica. En realidad, la profunda crisis sistémica por la que atraviesa, en líneas generales, la inmensa mayoría de los países occidentales ha servido de excusa para que las mismas élites político-financieras que la generaron, sometan a la ciudadanía al mayor empobrecimiento de los últimos setenta años. La evidencia empírica reciente es demoledora. Para ver una concentración de renta similar a la actual hay que remontarse a los años previos a La Gran Depresión.

El artículo se divide de la siguiente manera. En la sección 2 presentamos la mezcla de políticas económicas auspiciadas por las élites financieras globales y su brazo derecho, la ortodoxia académica, y detallamos por qué han fracasado. En la Sección 3 analizamos a partir de dos estudios hechos para Estados Unidos la concentración de renta de renta actual. En la Sección 4 comentamos el principal riesgo endógeno de la economía global, el estallido de la mayor burbuja financiera de la historia, generada por los Bancos Centrales a través de las expansiones cuantitativas.

Finalmente en la Sección 5 se recogen las conclusiones y reflexiones finales.

2.- MITOS Y FRACASO DE LA ORTODOXIA ECONÓMICA

La ortodoxia económica propuso para salir de la crisis una combinación de política fiscal restrictiva, política monetaria expansiva (ampliación de los balances de la FED o del BCE), y deflación salarial, bajo una serie de hipótesis que han resultado ser falsas. Ha hecho un diagnostico absolutamente erróneo de lo que está pasando en el mundo. Como consecuencia, sus recetas económicas han fracasado, y, como corolario, no hacen otra cosa que revisar de manera continuada y adaptativa sus previsiones económicas a la baja.

El multiplicador monetario no ha funcionado, al estar en trampa de la liquidez. El impacto negativo de las restricciones presupuestarias sobre el crecimiento económico ha sido casi cuatro veces superior al estimado por los modelos del FMI, y ya no hablemos respecto a las tonterías pregonadas por los neoricardianos. El abaratamiento generalizado de los salarios y del despido ha acabado hundiendo la demanda efectiva, es lo que se conoce como paradoja der costes.

Pero son insaciables, no solo no piden perdón a la ciudadanía, sino que intentan engañarnos miserablemente con el único objetivo real de proteger en última instancia a una élite financiera quebrada.

El fracaso de los Bancos Centrales

La práctica totalidad del análisis e investigación económica de los distintos bancos centrales se encuadra dentro del paradigma neoclásico. Por lo tanto, ni predijeron en su momento la actual crisis sistémica, ni entienden la naturaleza de la misma. Ignoraron el papel de la deuda privada en la crisis, por ello no la vieron venir. Pero es que además llevan muchos años actuando como bomberos pirómanos.

Son uno de los principales responsables de la actual crisis económica por endeudamiento privado. Ellos solitos, los Bancos Centrales, se bastaron para generar la mayor burbuja financiera e inmobiliaria de la historia, cuyas consecuencias las estamos sufriendo de una manera desgarrada en nuestras propias carnes. Y en última instancia están detrás de la actual insolvencia bancaria.

Pero decidieron continuar echando leña al fuego. Las expansiones de los balances de la FED o del BCE han generado un aumento de la propensión al riesgo, inflando los mercados financieros, sin que ello se traduzca en un aumento de la renta del país. Como la riqueza neta en relación al PIB es constante, si la riqueza crece muy por encima de las rentas se producirá una reversión a la media mediante un descenso del precio de los activos. En base a ello, prevemos un brutal aumento de la aversión al riesgo en los mercados financieros.

Pero es que además, en el actual contexto de sobreendeudamiento, la política monetaria es mucho menos eficaz a la hora de afectar a la actividad económica de lo que los inversores piensan. Así, por ejemplo, el principal efecto de un cambio en la base monetaria, como consecuencia de la expansión cuantitativa de la FED o del BCE, es cambiar la velocidad monetaria y los tipos de interés a corto plazo. Sin embargo, una vez que los tipos de interés a corto plazo caen a cero, las expansiones adicionales en la base monetaria simplemente inducen un colapso proporcional en la velocidad de circulación del dinero, y la economía entra en la trampa de la liquidez. Véase gráfico 1.

Gráfico 1.- Reversión a la media en la velocidad de circulación dinero en Estados Unidos.

Para entender mejor esta idea de que el dinero no circula veamos el balance de la Reserva Federa (FED) –se podría hacer exactamente el mismo análisis con el del Banco Central Europeo (BCE), Banco de Inglaterra (BOE), o Banco de Japón (BOJ)-. El balance de la FED, véase cuadro 1, se ha expandido desde inicio de la crisis fuertemente, pasando de los 911.198 millones de dólares a principios de 2007 a los 3,7 billones actuales, según cifras de 21 de agosto de 2013. Es decir, el crecimiento del tamaño del balance ha sido del 305%. El nivel de apalancamiento ha pasado de 25 veces a casi 59 veces.

Desde el lado del activo las dos partidas que más han aumentado son la compra de deuda soberana, cuyo volumen se ha incrementado en más de 1,2 billones de dólares, y deuda privada, cuya partida ha aumentado en más de 1,3 billones de dólares. Mientras los préstamos a la banca son inexistentes, nada que ver con la expansión cuantitativa del BCE. Desde el lado de la base monetaria, mientras que el efectivo en circulación apenas ha aumentado en 380.000 millones de dólares, las reservas de los bancos en la FED se han incrementado en más de 2,2 billones de dólares. ¡No circula el dinero!

Cuadro 1. Balance Fed. Fuente : Board of Governors of the Federal Reserve y Elaboración Propia

Esta política monetaria, a su vez, como veremos en la sección siguiente, es tremendamente injusta, ya que de la generación de burbujas o creación temporal de riqueza sólo se benefician las clases de renta más alta, abriéndose aún más la brecha entre ricos y pobres. La primera lección que sacamos, por lo tanto, es que la política monetaria en recesión de balances, o crisis de deuda privada, es irrelevante. No genera renta y simplemente inflaciones de activos.

El padre intelectual de esta nueva forma de implementar la política monetaria es la Reserva Federal de los Estados Unidos. La FED, desde el estallido de la burbuja tecnológica, viene aplicando la hoja de ruta de su actual presidente, Ben Bernanke, recogida en su discurso ante el Club Nacional de Economistas, el 21 de noviembre de 2002: “Deflation: making sure it doesn't happen here” Se trata de la percepción errónea de que aplicando una política monetaria ultraexpansiva, inundando de dinero al sistema se reactivará el ciclo económico. Lo único que hacen es ir de burbuja en burbuja, de la tecnológica a la inmobiliaria, y de ésta a la actual, donde la inmensa mayoría de activos de riesgo están sobrevalorados. Esta política irresponsable se basa en la Teoría Monetaria de Milton Friedman, cuyas hipótesis de partida son falsas. El dinero es endógeno, por mucho que les pese.

El fracaso de la Austeridad Fiscal

En nuestro país los asesores económicos tanto del actual gobierno como del anterior son parte de la ortodoxia. Justificaron y justifican los duros recortes presupuestarios aplicando la hipótesis ricardiana: “no se preocupe señor presidente, los recortes de gastos implicarán menos impuestos futuros, la gente racionalmente lo entenderá y no disminuirá el consumo”. Se olvidan del principio de demanda efectiva. Incluso el FMI en un estudio de noviembre de 2011, “Expansionary Austerity: New International Evidence”, concluía que todos aquellos ajustes fiscales encaminados a reducir sin más el déficit presupuestario tienen fuertes impactos contractivos en las economías que los implementen.

El problema es que el multiplicador fiscal utilizado por el FMI se ha quedado corto. Frente a unos cálculos iniciales donde se estimaba que una reducción del déficit público del 1% se traduciría en un descenso promedio del PIB del 0,5%, la realidad ha sido mucho más dura, los crecimientos económicos caerán, por cada punto porcentual de reducción del déficit, entre un 0,9% y un 2,0%, casi cuatro veces más de lo estimado inicialmente. Pero es que además la deuda pública en la práctica totalidad de los países occidentales no ha dejado de crecer. Para ello veamos, a modo de ejemplo, la conexión entre la deuda privada y las políticas económicas propuestas en nuestro país.

La deuda total de nuestra economía, privada y pública, se aproxima a los 4,5 billones de euros, alrededor del 425% de nuestro PIB. Desde 2010 se han promovido políticas económicas que tienen como objetivo último que sean los contribuyentes quienes sufraguen los errores de los sectores privados que generaron la actual crisis sistémica -bancario, inmobiliario, y monopolios naturales-. Y derivado de estas políticas se detectan dinámicas divergentes en la acumulación de la deuda. Véase gráfico 2.

Por un lado, hay un proceso de reducción de la deuda privada concentrado exclusivamente en familias y empresas no financieras. Como consecuencia de ello estamos en una recesión de balances privados: el consumo y la inversión, y por lo tanto la demanda interna, se han hundido, todo se destina a reducir esa deuda, especialmente complicado en un contexto de bajadas de rentas salariales.

Gráfico 2. Evolución Deuda de España por sectores residentes. Fuente: Banco de España y elaboración propia

Mientras, el sector financiero, insolvente, que fue quien concedió esa deuda, continuó incrementando la suya en plena crisis. Son los contribuyentes -vía FROB, SAREB y avales a esa deuda bancaria- quienes están sufragando sus multimillonarias pérdidas. Como consecuencia se produce una explosión del volumen de deuda pública. Desde el cierre de 2008 el volumen de deuda pública sobre PIB ha aumentado más de 60 puntos porcentuales, produciéndose la mayor aceleración en los gobiernos Rajoy. Véase cuadro 2. Ello se debe básicamente a dos razones. Por un lado, el rescate bancario, que se ha hecho a costa de los contribuyentes; y, por otro, la intensa recesión de balances acelerada por las políticas económicas implementadas desde mayo de 2010, y que activaron los estabilizadores automáticos. Según nuestras expectativas, las nuevas necesidades de financiación de las administraciones públicas para el período 2013-2015 oscilan entre 470.000 y 621.000 millones de euros. Si se confirmaran, el montante final de nuestra deuda soberana en 2015 alcanzaría entre el 140% y el 160% de nuestro PIB.

Cuadro 2. Volumen de Deuda Pública según el Protocolo de Déficit Excesivo. Fuente: Banco de España

Bajo la creencia de que los costes relativos mueven la economía, la ortodoxia defiende una devaluación interna vía salarios como salida de la crisis. Se equivocan en el diagnóstico. La economía es dirigida por la demanda, no por las restricciones que dependen de la oferta y de las dotaciones existentes.

Se trata de una proposición contraria a los defensores del pensamiento único: lo que es cierto para una empresa, a nivel microeconómico, puede ser falso a nivel macroeconómico si todas las empresas hacen lo mismo. Se conoce como la paradoja de costes: si todas las empresas consiguen rebajar los salarios, mientras aumenta su margen de beneficios y conservan los precios a un nivel fijo, las empresas en su conjunto venderán menos productos y sus beneficios caerán. La España de hoy es un buen ejemplo de ello.

Desde que llegó al poder el actual ejecutivo los índices de competitividad de nuestro país han empeorado. Tal como puede verse en el gráfico 3, publicado por Banco de España, todos los indicadores de competitividad –con precios industriales, precios de consumo, valores unitarios de la exportación- no han dejado de subir, lo que representa una pérdida de competitividad, ver nota a pie de página.

Gráfico 3. España pierde competitividad desde la llegada del actual ejecutivo. Fuente: Banco de España

Entonces, ¿de qué mejora de la competitividad hablan Montoro, Guindos, y compañía? El hilo argumental del gobierno es que gracias a sus políticas de oferta las empresas españolas son más competitivas, exportan más, y el sector exterior es nuestra tabla de salvación. ¡No! La razón real del incremento de las exportaciones es el hundimiento brutal de la demanda interna y la necesidad de nuestras empresas, haciendo de ésta virtud, de buscarse la vida allende nuestras fronteras. Un ejemplo: según la síntesis de indicadores económicos publicados por el Ministerio de Economía, las ventas totales de las grandes empresas han caído de manera acumulada en el período 2008-junio 2013 un 33,8%, al hundirse las ventas interiores más de un 41%. Véase gráfico 4. No les queda más remedio que exportar, pero sus ventas totales han colapsado.

Gráfico 4. Ventas totales e interiores en las grandes empresas. Fuente: Secretaría de Estado de Economía.

El problema de nuestro país es otro, la brutal acumulación de deuda privada y su traslación a la deuda soberana debido a las políticas implementadas desde mayo de 2010. Se diseñó en beneficio de las élites financieras y de nuestros acreedores. España jamás perdió competitividad en las últimas dos décadas. Junto con Alemania el nuestro era el único país que en los últimos 10 años mantuvo e incrementó su cuota de exportaciones, ya no solo por margen intensivo, sino también por aumentos en el margen extensivo, la exportación de nuevos productos y hacia nuevos destinos.

La ortodoxia confunde productividad aparente del trabajo con competitividad. España tenía una baja productividad por que el modelo de crecimiento que en su momento propusieron las élites patrias –políticas, financieras, inmobiliarias, y oligopolistas- era intensivo en mano de obra, pero muy lucrativo para ellas. Además trabajan con rendimientos constantes a escala, lo cual es falso ya que son decrecientes. Tampoco han entendido el carácter anticíclico de la productividad del trabajo.

Las políticas de oferta de la ortodoxia al final siempre se acaban encontrando con la paradoja de costes: se hunde la demanda interna, aumenta el desempleo y, surge, por ende, la necesidad de irse fuera. En el caso de las empresas, exportar. En el caso de los trabajadores, abandonar el mercado laboral, bien porque se van fuera de España, bien porque se dan de baja (trabajadores descontentos). El impacto negativo en el crecimiento potencial y el futuro de nuestras pensiones será brutal.

Gráfico 5. Paradoja de Costes y Descenso de la Población Activa. Fuente: Banco de España

Reordenación y reducción del sistema bancario mundial

Las medidas de política económica recomendadas por la ortodoxia, e implementadas a pie puntillas por el actual ejecutivo, han hundido aún más la demanda efectiva, y han trasladado la crisis de deuda privada a deuda soberana. Por mantener los privilegios de una élite, si nadie lo remedia, la quiebra de deuda soberana podría ser una realidad. Volvemos a hacer hincapié, por enésima vez, en que lo más urgente para una reactivación económica en el largo plazo pasa por una reordenación y reducción del tamaño del sistema bancario patrio y global, que además conlleve una disminución de la deuda privada y pública existente, y donde los acreedores sufran la correspondiente quita. Sin embargo, y tristemente, aún no se ha hecho nada en este sentido.

3.- LA CONCENTRACIÓN DE RENTA ANTICIPA UNA GRAN DEPRESIÓN

La aplicación de las políticas económicas descritas en la sección anterior está produciendo un aumento de las desigualdades sociales y el mayor empobrecimiento de la ciudadanía en general de los últimos setenta años. Ello supone una salida en falso de la crisis, de manera que no solo no habrá una recuperación económica sostenible sino que la dinámica de la actual recesión se agudizará en los siguientes trimestres y el colapso a nivel económico, financiero y social de Occidente será total.

Existen dos estudios relativos a Estados Unidos muy recientes que analizan la distribución del dolor económico durante la crisis (2008-2010), y a lo largo del aparente período de recuperación de la economía estadounidense.

El profesor de finanzas la Universidad de Chicago Amir Sufi ha recogido para Estados Unidos, véase gráfico 6, la distribución del dolor económico de la crisis actual según niveles de renta. Las cifras no dejan lugar a dudas. Para los hogares más pobres y para las clases medias, la actual crisis económica sistémica borra 20 años de acumulación de patrimonio neto. En cambio el descenso para los más ricos es apenas marginal.

Los resultados de otro estudio, con datos actualizados hasta 2012, realizado por los profesores Emmanuel Saez y Thomas Piketty de la Universidad de Berkeley y de la Paris School of Economics, respectivamente, aún son más demoledores. Todo se resume en el impactante gráfico 7. El 10 por ciento de las personas de mayor renta se llevó más de la mitad de los ingresos totales del país en 2012, el nivel más alto registrado desde que el gobierno estadounidense comenzó a recopilar los datos pertinentes hace un siglo. El 1 por ciento más rico se llevó la quinta parte de los ingresos obtenidos por los estadounidenses, uno de los más altos niveles en el registro desde 1913, cuando el gobierno instituyó un impuesto sobre la renta.

Gráfico 6. Evolución de la Riqueza Neta en Estados Unidos 2008-2010. Fuente: Amir Sufi

Gráfico 7. Distribución de la Renta Estados Unidos 1913-2012. Fuente: Emmanuel Saez y Thomas Piketty

Las cifras ponen de manifiesto que Estados Unidos, Occidente en general, y muy especialmente nuestra querida España, se encuentran inmersos en lo que de manera sarcástica los escritores Mark Twain y Charles Dudley denominaron “The Gilded Age”, una aparente nueva Edad de Oro que en realidad ocultaba profundos problemas sociales que al final acabarían estallando. En el momento actual la concentración de rentas es exactamente igual a los años que precedieron a la Gran Depresión.

No es extraño, por lo tanto, que algunos de los más ricos se sientan exultantes. El colapso causado por el fraude bancario generalizado apenas les ha afectado, en tanto que ha acabado con la mayor parte de lo acumulado durante los años de crecimiento por las clases medias y bajas.

Esta situación ha sido en gran medida el resultado de las decisiones políticas y fiscales que han sido realizadas por los gobiernos occidentales en los últimos veinte años, en el que se fomentó una economía financieramente depredadora. Las burbujas financieras son a menudo mecanismos de transferencia de riqueza, y en nuestro país, además, responsables de un empobrecimiento generalizado, cuando finalmente acaban estallando.

Desigualdad, rescates bancarios y política monetaria

A diferencia de la mayoría de los ciudadanos, la élite bancaria y financiera tiene la mayor parte de su riqueza financiera en activos de deuda y derivados de todo tipo, que se evaporarían si se dejasen caer a los bancos. Si se reestructurara el sistema bancario y se redujera su tamaño acorde con la economía real, serían los más ricos y poderosos los grandes perdedores. Obviamente ni lo han tolerado ni lo tolerarán. En su lugar, diseñaron una estructura de ahorro para la economía en la que su riqueza se mantiene, así como las instituciones que la controlan, y lo han hecho a nuestra costa.

Para ello iniciaron una nueva huida hacia adelante a través de las expansiones cuantitativas de los Bancos Centrales que se han convertido en la nueva centrifugadora del riesgo de mercado. En el momento actual la inmensa mayoría de activos de riesgo están sobrevalorados. Sin embargo estas burbujas están a punto de estallar, lo que llevará a la mayor caída coordinada de precios de activos de riesgo de la historia. Y les aseguro que si eso ocurre la burbuja inmobiliaria será un juego de niños.

Esto mismo está pasando en nuestra querida España. Mientras que se rescata con dinero público a una casta financiera y política quebrada, se somete a la ciudadanía al mayor empobrecimiento de los últimos cuarenta años. La única razón por la que nuestros gobernantes insistieron en el rescate de los bancos es que al hacerlo los ricos y los poderosos simplemente se rescatan a sí mismos y garantizan la continuidad de un sistema que les conviene perfectamente. Sin embargo, no solo es el egoísmo, hay algo más, detrás se oculta toda una teoría de legitimación para confundir a los críticos y adormecer a los incautos.

4.- LA MADRE DE TODAS LAS BURBUJAS

Desde la crisis de distintos países emergentes en el período 1997-1998 la economía global no ha hecho otra cosa que moverse de burbuja en burbuja de activos, con el agravante de que a cada inflación de activos, cuando estallaba, le seguía otra todavía más perniciosa, de manera que cuando ésta nueva explotaba el impacto macroeconómico negativo se acrecentaba.

Detrás del origen, expansión, y estallido de todas y cada una de las burbujas o inflaciones de activos se encuentran los bancos centrales. Temerosos de caer en un proceso de deflación por endeudamiento se han dedicado a gestionar el riesgo. Para ello relajaban excesivamente la política monetaria como consecuencia de la preocupación que les generaba determinados eventos que, aunque tuvieran una baja probabilidad, pudieran tener un impacto muy negativo en la actividad económica.

Se trata de una política monetaria preventiva de estabilización que genera un tremendo problema de riesgo moral, porque al final los inversores terminan incrementando aún más su apetito por el riesgo, aumentando su apalancamiento, haciendo todavía más vulnerable a la economía global. Desde el punto de vista de la valoración, se modifica el perfil temporal de los rendimientos de los activos mobiliarios e inmobiliarios, inflándolos hiperbólicamente. Al final estas exuberancias irracionales acaban pinchándose, pero cuando estallan, pensemos en nuestra burbuja inmobiliaria, terminan provocando recesiones-depresiones.

De la burbuja tecnológica a la burbuja inmobiliaria

En 1998, cuando el sesgo de la política monetaria de la Reserva Federal era restrictivo, después incluso de que el profesor Robert Shiller les hubiera explicado que había una exuberancia irracional en los mercados bursátiles occidentales, Allan Greenspan y la FED, temerosos de la activación de un proceso deflacionista tras la crisis ruso-asiática, decidieron bajar los tipos de interés. Los efectos no se dejaron esperar, produciéndose la mayor burbuja bursátil de la historia en las bolsas occidentales, con una sobrevaloración récord, utilizando distintas métricas de valoración.

Cuando en el período 2000-2002 estallan y caen todas las bolsas occidentales, la FED, ante los miedos renovados de entrar en un proceso deflacionista, incorporó en su consejo de gobierno a Ben Bernake, un académico reputado al que se consideraba un experto en la lucha contra la deflación por endeudamiento. El Banco Central estadounidense, desde el estallido de la burbuja tecnológica, viene aplicando la hoja de ruta de Bernanke recogida en su discurso ante el Club Nacional de Economistas, el 21 de noviembre de 2002: “Deflation: making sure it doesn't happen here.” Se trata de la percepción errónea de que aplicando una política monetaria ultraexpansiva, inundando de dinero al sistema se reactivará el ciclo económico.

Las consecuencias no se hicieron esperar. Por un lado, se generó la mayor burbuja inmobiliaria de la historia, y, por otro, los bancos apalancaron sus balances tomando excesivo riesgo de mercado y de crédito, de manera que, aplicando el principio “demasiado grande para quebrar”, se crearon auténticos monstruos que acabarían devorándonos a todos.

Cuando en 2008 estalla primero el mercado inmobiliario estadounidense, y después el resto de burbujas inmobiliarias alrededor del planeta, se inicia la actual recesión de balances, y la quiebra o insolvencia de la mayor parte del sistema bancario occidental.

La madre de todas las burbujas

Sin embargo, en vez de aprender y corregir los desequilibrios, básicamente reducir y reestructurar el tamaño del sistema bancario acorde con la economía real, se inicia de nuevo una huida hacia adelante, la penúltima de la saga, y se acuden a las expansiones cuantitativas de los balances de los Bancos Centrales. Éstos aumentan el tamaño de sus balances considerablemente, bien financiando bancos zombis insolventes, o bien comprando en mercado secundario deuda pública o privada, y, si hiciera falta, bolsa.

Los Bancos Centrales se convierten en la nueva centrifugadora del riesgo de mercado. Pasamos de la burbuja inmobiliaria y bancaria, a la madre de todas las burbujas. Los inversores, en una fase donde el activo libre de riesgo no da nada, se endeudan en las monedas correspondientes a los Bancos Centrales con tipos de interés cero y que expanden sus balances, básicamente el dólar estadounidense, y ahora de nuevo el yen japonés, y toman riesgo a nivel mundial. Es lo que técnicamente se denomina “carry trade”.

En el momento actual la inmensa mayoría de activos de riesgo están sobrevalorados. Véase gráfico 8. Sin embargo, un día estas burbujas estallaran, lo que llevará a la mayor caída coordinada de precios de activos de riesgo de la historia. Si de repente el dólar o el yen japonés se aprecian, las posiciones de riesgo apalancadas tendrán que cerrarse, ya que los inversores cubrirán sus posiciones cortas en dólares o yenes. Entonces ocurrirá una estampida o colapso coordinado de todos los activos de riesgo - acciones, materias primas, instrumentos de crédito. Y cuando eso ocurra la burbuja inmobiliaria será un juego de niños.

En definitiva, es cuestión de tiempo esperar a que se desate la siguiente fase de venta masiva de los activos de riesgo en los mercados financieros –bolsa, materias primas, deuda soberana periférica, renta fija corporativa. Ello sacará a la luz las miserias de la economía occidental, y muy especialmente de la nuestra. En particular acabará provocando una nueva oleada de insolvencias bancarias, de compañías de seguro, y de otras instituciones financieras.

Gráfico 8. Los mercados financieros están sobrevalorados. Fuente: GMO

5.- CONCLUSIONES

Después de más de seis años de una profunda crisis sistémica, no sólo no se han puesto las bases para una recuperación económica sostenible, sino que las políticas económicas implementadas han generado una serie de dinámicas que acabarán colapsando la economía de la mayor parte de los países occidentales. En este documento me he centrado en describir los profundos errores de las políticas económicas propuestas por la ortodoxia, y sus consecuencias en dos aspectos fundamentales que se suelen olvidar: la mayor desigualdad y concentración de renta desde los años previos a La Gran Depresión, y la generación de la mayor burbuja financiera de la historia. Como consecuencia de la dinámica en la que está envuelta la economía global, y la española en particular, si no se hace nada para cambiarla en los siguientes trimestres, se producirá un colapso a nivel económico, financiero y social.

Respecto a los últimos datos de coyuntura global un breve comentario. En el caso de Europa el repunte del crecimiento en el segundo trimestre obedece a factores insostenibles, en particular un repunte relacionado con un clima más benigno y un salto récord en producción de automóviles. Esta recuperación contrasta con la debilidad recogida en distintas encuestas sobre expectativas de negocios.

¿Qué será de los 'millennials'?

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En el caso de Estados Unidos, tanto el rápido crecimiento de la deuda pública, derivado del déficit fiscal de dos dígitos, como la sobrevaloración en términos absolutos y relativos de los mercados financieros estadounidenses, implica que nos estamos acercando al final de la actual expansión fiscal y monetaria. La FED poco a poco deberá ir limitando la expansión cuantitativa, más concretamente durante este mes dará a conocer las cuantía de compras que se irán retirando. Por otro lado, la política presupuestaria para el año fiscal 2014 será restrictiva. Como consecuencia entre el último trimestre de 2013 y a lo largo de 2014 se derrumbarán los beneficios empresariales, los mercados financieros y el crecimiento económico de Estados Unidos.

Finalmente, un muy breve comentario respecto a nuestro país. El escenario actual de España no puede ser más desolador: insostenibilidad de la deuda, deflación por endeudamiento, destrucción de empleo, pérdida de competitividad, y empobrecimiento de la ciudadanía.

Con lo fácil que hubiera sido haber hecho las cosas bien desde un principio. Lo más urgente, como condición necesaria, para una reactivación económica en el largo plazo pasaba por una reordenación y reducción del tamaño del sistema bancario patrio y global, que además conllevará una reestructuración ordenada de la deuda privada y pública existente, y donde los acreedores sufrieran la correspondiente quita. Al final, habrá reestructuración de la deuda global, pero será tarde, mal, y desordenada.

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