Muros sin Fronteras

A sus órdenes, señor ministro

na columna de humo y fuego se eleva sobre el barrio de Al Shejaeiya en la ciudad de Gaza.

Empecemos con un axioma: la primera víctima de la guerra es la verdad, y una cita de George Orwell: “Periodismo es difundir aquello que alguien no desea que se sepa, el resto es propaganda”. En España estamos más acostumbrados a la propaganda y a los altavoces que al periodismo tocahuevos. El copia y pega es más barato que la investigación, los corresponsales y enviados especiales. No es un problema económico, que también, es sobre todo un problema estructural, de cultura periodística y ciudadana.

La crisis ha agravado lo que ya estaba enfermo. El periodismo español presta más atención a las élites que al ciudadano, que rara vez está en el centro de nuestro trabajo. No hay apenas historias de personas. Deberíamos regresar a los Chaves Nogales para coger aliento, perspectiva.

El periodismo español, crédulo con el que manda, ha olvidado otro principio elemental: el poder miente, y si es absoluto miente absolutamente, sea cual sea su disfraz. Nuestro trabajo son los hechos, no las palabras, y menos aún las declaraciones publicitarias.

Tan desorientados estamos en España en asuntos esenciales que un ministro de Exteriores y su equipo pueden llamar a los directores de los medios de comunicación con periodistas en Gaza y pedirles que los retiren por razones de seguridad y que algunos directores, no sé cuántos, trasladen las instrucciones recibidas a sus periodistas sobre el terreno. Lo lógico sería redoblarles el apoyo y la denuncia de esta intromisión ante sus lectores. Dicen desde el Gobierno que es por su seguridad. ¿Y la de los civiles no cuenta?

La llamada de García-Margallo se produjo un día después de que Israel dijera que no garantizaba la integridad de los periodistas extranjeros en la Franja de Gaza. ¿Acaso trabaja el ministro español para el Gobierno de Benjamin Netanyahu o es solo devoción coyuntural? En la mañana del 11M, tras el peor atentado terrorista en España, el presidente de entonces, hoy líder e ideólogo de FAES, telefoneó a los directores para decirles que había sido ETA. Más de uno cayó en la trampa. Aznar mintió por razones electorales; nosotros fallamos al dar crédito a quien no lo tiene. Un presidente solo es una fuente interesada.

Lo ocurrido en Gaza, con el concurso nada desinteresado del Gobierno de España, es de manual. Israel prefiere ahorrarse las imágenes, las fotos y los textos sobre víctimas civiles. Si no hay periodistas, no hay noticias ni daños colaterales ni opinión pública internacional. La mayoría de los periodistas españoles destacados en Gaza han decidido seguir con su trabajo pese a las presiones de sus medios. Los públicos son los más vulnerables porque el Gobierno cree que son suyos.

La franja de Gaza tiene 360 kilómetros cuadrados de superficie, un tamaño similar al de la ciudad de Lugo. En Gaza viven 1,7 millones de personas, 17 veces más que en el caso de la capital lucense. En Gaza no cabe un alfiler. Faltan servicios básicos, escasea el agua potable, la electricidad, algunos alimentos y medicinas. Antes de esta ofensiva militar israelí, la Franja estaba sometida a un cerco inhumano que solo dejaba pasar ayuda humanitaria con cuenta gotas. El cerco es un instrumento de guerra, de humillación. La humillación es el cultivo del odio, algo que debería saber bien Israel.

Un 43,2% de los habitantes de la Franja tiene menos de 14 años; un 73% de los menores están traumatizados: miedo, violencia, bombardeos. La guerra es su vida, su penitencia. Las cifras de civiles muertos y de niños muertos son consistentes con la geografía humana de un territorio densamente poblado. Hamas no necesita escudos humanos, ya los tiene por superpoblación.

El conflicto israelo-palestino no es una cobertura periodística fácil. Se te escapan los adjetivos. Los adjetivos son el antiperiodismo. Como en el caso de Venezuela hay dos bandos sin matices: los totalmente proisraelíes y los totalmente propalestinos. Todos ven asesinatos, muy pocos ven víctimas. Unos sostienen que Hamas tiene secuestrada a la población. Los otros acusan a Israel de genocidio. A los primeros les recomendaría la lectura de este artículo, en clave irónica, de Uri Avneri publicado en la competencia; a los segundos, más precisión en las palabras. Lo que ocurre en Gaza son crímenes de guerra.

Hace días, Mónica García Prieto recomendaba 13 cuentas de Twitter de periodistas extranjeros. Permítanme añadir algunos españoles y varias webs esenciales para seguir el conflicto desde los grises, no desde el blanco y negro.

Para Oriente Próximo siempre es recomendable:

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