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La lápida de Montoro en la tumba de la cultura

En la última entrevista que tuve el honor de realizar al ministro de Hacienda don Cristóbal Montoro en Radio Nacional en abril de 2012, éste ya ofreció una incuestionable muestra de su respeto hacia el trabajo de los profesionales de la cultura al afirmar que el dinero dedicado a las series de televisión debería destinarse a otros “servicios públicos más esenciales”, puesto que no eran sino un producto de ocio “para pasar un buen rato”. Se puede discutir sobre la calidad de algunos o todos los productos televisivos, pero al menos quien esto escribe alberga pocas dudas de que el trabajo de creadores, guionistas, productores, actores o técnicos ha de tener consideración de artístico y cultural.

Cinco meses después de aquellas declaraciones, el gobierno decidía la subida hasta el 21% en el tipo general del Iva que afectaba al consumo de productos culturales, particularmente a la adquisición de servicios artísticos y entradas de cine, teatro o música. O sea, pasaba el señor Montoro de las palabras a los hechos y de paso le metía una puyita al rojerío actoral que llevaba tiempo enredando y molestando al gobierno de Aznar primero y al de Rajoy que acababa de estrenarse. La excusa de la recaudación servía para poner el negocio del ocio donde el PP creía que tenía que estar y hacer pagar sus culpas a los de la ceja y compañía.

Dos años después de aquella decisión, la recaudación en los cines ha caído más de un 20% (500 millones en 2013 frente a los más de 600 del año anterior), mientras que en los teatros la recaudación neta ha bajado del 20,2 y la presencia de público en casi un 18 por ciento sólo por el efecto del IVA.

En enero pasado, el Gobierno hizo un brindis al sol anunciando una rebaja del Iva cultural en el sector del arte, que en realidad sólo afectó a la venta de objetos artísticos por parte de creadores y a los falleros, porque los galeristas se quedaron igual. Y, por supuesto, todo el resto de la familia cultural

España es de los pocos países de la Unión Europea que no aplica el tipo reducido del 10% a los servicios artísticos.

Y no vale que el Gobierno insista en que aumentará el gasto público o los beneficios fiscales al sector cultural cuando el más eficaz de esos beneficios, más importante aún en términos absolutos que las tan por algunos tan cuestionadas subvenciones a la cultura, que era el Iva, se lo ha cargado.

La cultura no es, evidentemente, una apuesta del gobierno del Partido Popular. Como tampoco lo es la investigación, otro de los ámbitos en que se ha actuado con una ceguera insensible y brutal. No sólo por los recortes. Aquí también, como el perro del hortelano, ni come ni deja comer. Conviene recordar que mientras mutila y reduce en cultura y en ciencia e investigación, tiene parada una ley de mecenazgo que serviría para dar aliento a esos sectores desde instituciones y organismos privados. Pero esa ley requeriría entre otras cosas, ventajas fiscales para los mecenas y ahí con Montoro hemos topado.

Montoro asegura que está ultimando la bajada del IVA cultural

Montoro asegura que está ultimando la bajada del IVA cultural

El músico que en su lápida ha hecho la indelicada invitación al ministro de Hacienda graba en piedra y para siempre un mensaje tan tosco como intrascendente, una especie de siniestro corte de mangas a un señor que juega el papel más difícil en momentos de crisis. Pero es también, y por eso queda aquí señalado como imagen de la semana, el reflejo de una realidad dolorosa y sin marcha atrás: el empobrecimiento consciente de la cultura en España por la acción de un gobierno que está alejando de ella a los ciudadanos. Y arruinando con ello a decenas de miles de familias. Me dirán que el libro cotiza al superreducido, sí…pero las publicaciones digitales también el 21, lo cual no deja de ser otra prueba de la actitud del gobierno ante el progreso.

No le pedimos a Montoro la luna, nada se le puede pedir a quien gestiona precisamente lo que el Estado nos exige a los ciudadanos. Pero sí que esa gestión de lo que por ley tenemos que compartir sea más equilibrada, se aproxime algo más a lo que se considera justo; que se busque el dinero donde lo hay y donde se oculta y no se saque de donde se necesita; que se preste o se entregue menos para sostener el sistema y más para sostener al ciudadano; que se dé valor a la cultura, la educación y la ciencia porque son el único patrimonio que nos queda después de haberlo perdido todo.

Pero no se si esto lo entenderá quien cree que lo único interpretable son las estadísticas y lo que hacen los cómicos son tonterías para entretener al personal.

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