El vídeo de la semana

¿Y ahora quién paga por esto?

Si hace unos años me dicen que España ganaba a Serbia en baloncesto hubiera pensado que era mentira. Como mentira sería también que los árboles se caían en el Parque del Retiro de Madrid. Eran imposibles, pero la fuerza del tiempo y el trabajo o la desidia han cambiado las cosas y hoy ganamos a Serbia y se caen pinos inmensos. Algunas mentiras pueden dejar de serlo alguna vez. Lo que no cambia es esa gran mentira de la insensibilidad del Estado al refugio de la cual suelen quedar impunes comportamientos individuales.

He seguido con atención el caso del matrimonio King que ha llegado a pagar con cárcel su feroz defensa de la vida de su hijo y que a día de hoy ha perdido por ello su custodia. Su determinación al jugársela sacando al niño del hospital donde había sido operado, y venir a España para vender sus propiedades y poder costear un tratamiento alternativo, es digna de admiración y aplauso; así lo han visto los ciudadanos británicos cuya presión ha forzado a la justicia y el gobierno de aquel país a dejar de tratarles como delincuentes. Y con ello abrir la mano de la justicia española para sacarles de una cárcel en la que nunca debieron entrar.

Según los informes del Hospital Materno Infantil de Málaga, Ashya, de cinco años y operado de un tumor cerebral en el Hospital de Southampton en el sur de Inglaterra, no sólo evoluciona bien sino que está recibiendo el afecto y el calor de sus padres cuando han tenido oportunidad de dárselo.

Brett y Naghemeh King son testigos de jehová, pero su aventura de padres coraje no tiene el impulso de la intolerancia religiosa. Hasta donde sé, se oponen a las transfusiones de sangre, pero no conozco ningún precepto de su religión que establezca prohibiciones sobre radioterapia. Es más, yo en su lugar escogería el tratamiento menos agresivo posible para mi hijo si estuviera en su misma situación. La terapia que quieren para el niño, a la que se alude en este video de la semana, es, probablemente, una opción mejor que la radioterapia clásica, desde luego mucho menos agresiva, pero infinitamente más cara y por eso no se realiza en casi ningún país del mundo. Ellos han decidido romper fronteras, asumir riesgos y perderlo todo para poder darle a su hijo lo que creen mejor para él.

Incluso contra la opinión de los médicos de Southampton, que fueron quienes denunciaron el “secuestro”. Con la ley en la mano, desde luego; y con su criterio profesional. Lo cual está muy bien, puesto que son responsables del tratamiento, pero es discutible en la medida en que esos médicos saben que no son ni infalibles ni futurólogos.

La medicina no es una ciencia exacta y requiere además de conocimientos técnicos sensibilidad e intuición. Cuenta Sandra Ibarra en su libro Las Cuentas de la Felicidad, que un reputado oftalmólogo le aseguró que el ojo seco que le había provocado la quimioterapia era imposible de curar. Otro oftalmólogo, un investigador heterodoxo, sabio y mucho más reconocido en Estados Unidos que aquí, Gabriel Simón, le dijo que si confiaba en él le curaría el ojo seco. Y lo imposible se hizo posible. Y se curó. No sé si el niño Ashya se curará o no con el tratamiento que sus padres buscan en la República Checa, pero sí tengo claro que están en su derecho a cuestionar a los médicos que le operaron y a hacer todo lo posible para dar lo mejor a su hijo. Aunque se equivoquen. También lo hacen los médicos por mucha formación que tengan.

Son humanos, como usted o como yo. Como lo son también quienes desde los poderes del Estado deciden sobre nosotros. Porque la maquinaria estatal por inmensa o complicada que sea, por insensible o fría que a veces se muestre, sólo se mueve a impulsos de acciones o decisiones de personas que cobran a fin de mes y tienen familia y sueños. Por eso creo que alguien tendrá que pagar por haber mandado a esta pareja a prisión en España. Quien o quienes supieron, pensaron y decidieron tratar al matrimonio King a como secuestradores tienen hoy una grave responsabilidad. Y deben asumirla.

No seré yo quien ponga en solfa el necesario compromiso con la ley y el respeto a lo que marca, pero es evidente que si hay jueces, justicia y tribunales es porque las leyes, todas, admiten interpretación porque si su aplicación fuera automática su trabajo y su gestión no serían necesarios: emitiría sentencias un Ipad, y punto.

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Es mentira que el Estado sea una maquinaria ciega. Es mentira que la Medicina tenga siempre respuestas que no pueden encontrar los pacientes sin su ayuda.

Hay en ambos responsabilidades que siempre se pueden y se deben exigir. Y en esta ocasión toca hacerlo. Como toca también aplaudir a los jueces que en España y el Reino Unido estuvieron suficientemente atentos como para rectificar ante la injusticia sufrida por esos padres.

Solo falta conseguir que les devuelvan al niño de forma definitiva y, por supuesto, que Ashya pueda integrarse en el club de los supervivientes.

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