Desde la tramoya

Rajoy en cinco frases

Exaspera a propios y extraños con su flemático comportamiento cuando parece que llega el apocalipsis. Jamás despertó grandes pasiones ni a favor ni en contra. Es un corcho, capaz de flotar en las aguas más turbulentas. Un viejo Lada soviético: nada glamuroso, pero resistente. Un percebe como los de su tierra: que se agarra a la roca y aguanta los peores embates. Un político que reniega de la política. El presidente con menor nivel de aprobación del mundo junto con Hollande. Y, sin embargo, con mucha probabilidad, será reelegido en un año. ¿Quién es este señor que tenemos como presidente del Gobierno? Recordemos cinco de sus mejores frases:

1. “En esta convocatoria o como queramos llamarla ha participado solo el 30 por ciento del censo, pero no lo han hecho dos tercios" 

Rajoy aplica con frecuencia el principio de la mayoría silenciosa. La afirmación es ridícula, porque, por esa regla de tres, a él solo le votó en 2011 un idéntico 30 por ciento del censo electoral. Pero con ese principio según el cual “en Cataluña hay más catalanes que independentistas”, el presidente resta importancia a la exhibición de fuerza progresivamente mayor que hacen los separatistas. En lugar de mostrarse respetuoso con los dos millones y pico de catalanes que participaron y decir que entendió su mensaje, desprecia su gesto como minoritario. La política nunca se ha hecho de mayorías silenciosas, sino de minorías ruidosas, pero Rajoy no cree en la política.

2. “Si es que es de sentido común” 

Se trata de una de las muletillas más frecuentes del presidente. La apelación al sentido común es un recurso clásico en Rajoy. Como dice quien fuera durante años su director de Gabinete, el hoy acerado tertuliano Paco Marhuenda, “si algo caracteriza a Mariano Rajoy es el sentido común”. Para el presidente –en un típico argumento conservador– la ideología es contraria al sentido común. De nuevo, la argumentación es inútil porque, por ejemplo: sí, es “de sentido común” que Mas tiene que cumplir y hacer cumplir la ley. Pero entonces, ¿por qué no actúa la Fiscalía como sorprendentemente anunció Alicia Sánchez Camacho que haría? A Rajoy le parece que las cosas que le interesan a él son de sentido común, cuando en realidad sabe que cualquier hecho, en el ámbito de la política, admite casi siempre interpretaciones distintas, y que por eso existe precisamente la política.

3. “Al final la vida es resistir y que alguien te ayude”

Esa frase, enviada a la esposa de Bárcenas momentos antes de la eclosión del escándalo, explica esa otra dimensión de la personalidad del presidente del Gobierno. Es “impasible”, en palabras de Graciano Palomo, que le conoce bien. Si alguien esperaba que Rajoy hiciera algo el miércoles con respecto al asunto catalán, debería recordar que Rajoy no ha hecho nada en esta Legislatura, absolutamente nada relevante, que no sea recortar gasto e inversión pública. El cree que la recuperación económica se notará; y que con eso y mucha resistencia ganará las elecciones. Que nadie espere, pues, ni un plan para Cataluña ni una crisis de Gobierno relevante, ni un adelanto de las elecciones. ni nada parecido. Ya nos lo ha dicho también muchas veces: “soy un presidente previsible”. Que nadie espere la sorpresa de que haga algo.

4. “Me voy, que estoy un poquillo cansado”.

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Tiene derecho el presidente a acusar cansancio, aunque sea muy torpe decirlo en voz tan alta, como en aquella comparecencia de prensa en Bruselas. Lo que llama la atención es, sin embargo, que no se note, al menos de manera habitual, la actividad que al presidente le agota. La agenda pública semanal es raquítica. Interviene casi siempre cuando le obligan. Le vemos solo en actuaciones más o menos rituales: cumbres, reuniones bilaterales, sesiones de control, comparecencias obligadas… Según parece, el mismísimo Aznar le comunicó al abad de Silos que su sucesor es “un vago”, maledicencia nunca confirmada.

5. “Vivo en el lío”

Le dijo a Mas en una de las visitas de este último a Moncloa. Para él todo esto es un lío permanente. Y se sabe que Rajoy es enemigo de líos. Por eso, cuando aparecen, prefiere esperar a que se vayan solos. Y, claro, antes o después se van. Como todo en la vida, desaparecen… A qué coste es otra cuestión. Pero para entonces Rajoy ya podrá dedicarse a lo que más le gusta: ver el partido de fútbol o la Vuelta Ciclista a España. Aunque, quién sabe, puede que para entonces ya solo llegue a Aragón.

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