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Muros sin Fronteras

Grecia, kilómetro cero contra el dios ajuste

Me van a permitir que ponga música, que son días de fiesta, memoria y esperanza. Son del gran Mikis Theodorakis, las dos primeras del célebre concierto de octubre de 1974 traes caer la dictadura militar. Grecia irradiaba libertad. ¡Qué emocionante es cuando aún somos vírgenes y nos creemos los mejores! Luego vinieron los Karamanlis y los Papandreu y la incapacidad de una sociedad deslumbrada por la ilusión de la riqueza de construir una masa crítica, de defenderse de la codicia. Decían que era el capitalismo, pero en realidad era puro saqueo, una cleptocracia que hundió a Grecia.

Siempre es mejor una democracia de ladrones que una dictadura sea cual sea su adjetivo y signo; en democracia tienes la ilusión de que el cambio incruento es posible. Grecia y España tienen muchos puntos en común aunque no son casos paralelos. Una de las diferencias es la extrema derecha representada por Amanecer Dorado y su líder, Nikos Michaloliakos, un fascista.

Tenía hasta el lunes, cuando se disolvió el Parlamento. 16 de los 300 escaños. Una afrenta al millón de muertos por el nazismo.

Para entender el saqueo en Grecia, un escritor esencial, ya recomendado en esta sección: Petros Márkaris. Su trilogía sobre el hundimiento y el rescate es soberbia. Lo pasarán bien y penetrarán en el corazón de la Grecia real. Y una corrección a un link anterior: es Manoli Glezos, no Glazos. Disculpas.

Todo este preámbulo era para decir que el 25 de enero de 2015 habrá elecciones anticipadas en Grecia. Como sucede en España, la hartura ha matado el miedo. ¿Qué pueden perder quienes lo han perdido todo? Una parte importante de la sociedad griega siente la necesidad terapéutica y urgente de dar un giro de 180 grados. La nueva utopía es escapar a la dictadura del ajuste.

Será la tercera elección en menos de tres años. De la primera, el 6 de mayo de 2012, salió un Parlamento ingobernable; de su repetición el 17 de junio surgió por fin lo que querían Bruselas y Berlín: una gran coalición entre los conservadores de Nueva Democracia y los socialdemócratas del Pasok, es decir entre los dos partidos que habían dominado la política desde 1974 y destruido el país.

Quedó fuera en esas dos ocasiones el movimiento Syriza, que al inicio de las dos campañas apuntaba alto en las encuestas, sobre todo en la segunda que estuvo a punto de ganar. Desde entonces son la segunda fuerza tras Nueva Democracia (equivalente al PP).

La presión exterior fue brutal, antidemocrática. Alemania y la Comisión Europea tuvieron una intervención decisiva en las urnas. No hubo disimulo en las formas. La amenaza era clara: si ganaba Syriza, Grecia podría ser expulsada del euro. Se acuñó el término Grexit, para titular mejor con la catástrofe en ciernes. Eran los tiempos de Merkozy, otro palabro que unía a Merkel y Sarkozy como pareja de baile.

En los medios de comunicación europeos hizo fortuna la advertencia pese a que no existe mecanismo de expulsión en los tratados y un hipotético regreso de Grecia al dracma hubiese sido catastrófico para todos, para Grecia y para el resto de la UE. Syriza nunca dijo que saldría del euro, solo que otro euro era posible.

Este movimiento, cuyo núcleo son los eurocomunistas, ha encontrado en un líder joven, capaz y con gran discurso, Alexis Tsipras, su gran baza electoral. Ahora es el gran favorito en los comicios de enero. El futuro ha comenzado, dice, y quizá con él un cambio (modificación; no seamos demasiado optimistas) en la ruta del dios ajuste.

Las últimas encuestas dan ventaja a Syriza. Un periodista griego amigo, Kostas Pliakos, me explica por correo electrónico que todo está abierto, que la campaña del miedo, que ya ha empezado, restará votos a este partido de izquierdas pero que esta vez va a ser difícil que pierda. Según la ley electoral griega, el partido ganador logra un plus de 50 escaños. Con ella se buscaba estabilidad y ahora es una losa para el bipartidismo agónico. Es muy posible que Syriza, si gana, que aún está por ver, necesite pactos. No tiene mucho donde elegir.

Una opción es lo que queda del Pasok, que a duras penas logrará representación en el Parlamento. En las elecciones europeas en mayo obtuvo un 8%, muy lejos de aquel histórico 48% que obtuvo en 1981, cuando los Mitterrand, y después Felipe González, llegaron al poder con mensajes izquierdistas que en poco tiempo quedarían licuados por el contacto con el poder.

Las revoluciones no deberían salir de los estadios, de las canciones de Teodorakis, Mercedes Sosa, Quilapayún o de Lluís Llach y tantos otros. Deberíamos tener un botón de pause para detener el tiempo y no estropear los sueños con el contacto con la normalidad. Grecia y España reviven ahora esas ilusiones, esas utopías. Esperemos que salga mejor. Ese Pasok histórico vaga hoy en las encuestas cerca del 5,5%. Dejó de ser creíble. Es el espejo en el que debería mirarse el PSOE, al menos los defensores en el PSOE de la Gran Coalición con el PP.

Syriza es como Izquierda Unida, un movimiento formado en torno a un partido clásico. No procede de los movimientos sociales, aunque incorpora algunos de ellos. El primer impulso de Tsipras fue hermanarse con IU, pero a Cayo Lara se le escapó la pieza, como se le están escapando también los votantes. Syriza escogió a Podemos y acertó en el caballo. Ya tenía la referencia de las elecciones de mayo, pero no la eclosión actual en las encuestas del partido liderado por Pablo Iglesias.

Han igualado sus propuestas –Syriza y Podemos–, han moderado juntos el discurso hacia un pragmatismo que permita ganar elecciones. Y ahí acaba la comparación, de momento. La principal similitud se la otorgan sus críticos, que les acusan de ser populistas, radicales. Algo de lo que se libra Tsipras es de que lo llamen bolivariano. Ventajas de ser griego.

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Les recomiendo dos links complementarios: en el primero el autor se pregunta si Syriza es el nuevo Pasok y en el segundo los comunistas prosoviéticos (ya sé que no existe la URSS, pero ellos son así) dicen que es el caballo de Troya del capitalismo.

La similitud son los tiempos, la campaña del miedo y la actitud de los mercados, con las Bolsas jugando al pánico de todos para que cuatro avispados hagan aún más negocio. No sé si a Podemos le interesa que gane Syriza en enero. Por una parte sí, para que descarguen sobre ellos los truenos del BCE, la prima de riesgo y las agencias calificadoras, y pasadas unas semanas todo vuelva a la normalidad, a ganar dinero como antes. ¿Recuerdan esta genial explicación en 2008 de cómo funcionan los mercados?

Si todo vuelve a una cierta normalidad, el discurso del miedo se desinflará en España, algo que beneficiaría a Podemos. Lo malo es que se cumplan los malos augurios y una victoria de Syriza sea un desastre, no tanto por ellos, sino debido a los que manejan los hijos de la economía. Queda una negociación pendiente con el FMI, que será como una partida de póker. Si se diera el peor escenario, Podemos tendría dificultades para ganar o quedar segundos en España. La campaña del miedo habría triunfado. La gran batalla vuelve a librarse en Grecia. No es la primera vez. Feliz año, nos vemos en las Termopilas.

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