Directo
Ver
La gran paradoja del 21A: un Parlamento más soberanista, una ciudadanía menos independentista

El vídeo de la semana

Para bien o para mal, el año de Podemos

Un viejo amigo retirado ya de este oficio tan ingrato como apasionante del periodismo, un tipo de una notable solvencia moral e intelectual, nada radical ni caprichoso y enemigo de frivolidades, me tentaba hace unos días en un amable diálogo navideño sobre mi intención de voto en este año de citas trascendentes diciéndome que él optaría por Podemos, y que “yo qué”. Le respondí lo que aquí he dejado dicho o insinuado en más de una ocasión: en este tiempo y en este país, es muy difícil definirse aún. Lo que no haré, le dije, es votar con otra energía que no sea la conciencia positiva de optar por lo que considere mejor oferta (descontando, por supuesto, el elevado porcentaje de exageración preelectoral que muestran sin excepción todos los partidos en todas partes) Lo que jamás haré es votar contra alguien, como nunca lo he hecho por esa vía francamente estúpida del “voto útil”.

Viene esto a cuento de la agitación todavía suave pero perceptible que en estos días de transición del año de la corrupción (2014 se cerró con más de 2.000 ciudadanos y ciudadanas imputados por ese delito, que ya son…) al año de las elecciones (locales y autonómicas en mayo y generales en otoño) se está viviendo en los escenarios de la disputa política aparentemente adormecidos, pero sin descanso en su engrasar estrategias, definir posiciones y afilar navajas.

Se nota ya entre jornadas de excesos gastronómicos y familiares, de frío, sol y multitudes, que el año viene con vocación de hacer historia y que todos los que aspiran a escribirla están afectados y se sienten responsables.

El horizonte electoral griego es la primera excusa del 2015 para entrar en harina analítica, y mientras la izquierda saluda la posible victoria de Syriza, con el entusiasmo liderado por un Podemos que se ve ya parte de un nuevo equilibro mediterráneo, y la derecha lo agita como si esa posibilidad llevara a los piratas al parlamento y Europa al sumidero, el PSOE guarda un silencio más peligroso que prudente y los muelle se analizan por dentro para precisar más sus dianas.

Lo notable en estos primeros pasos del año es que el movimiento en el ruedo político está girando ya en torno a Podemos.

Tanto preocupa esto al Gobierno, que tengo oído que esa inesperada joya de la publicidad comprometida que es este año el anuncio de Campofrío, ha sido leído por algún poderoso dirigente popular como excesivamente cercano a posiciones de los de Pablo Iglesias. A quien, por cierto, ser ya parte del imaginario del inmenso Mota revalida en su condición de relevante personaje público.

Aparentemente, la única estrategia confesable del Gobierno ante esta realidad es, vista ya la ineficacia de la criminalización, agitar moderadamente la bandera del miedo y, sin moderación, vender los resultados económicos positivos como la garantía de que quien gobierna hoy es la mejor opción posible.

Decía hace un par de días en la Ser el ministro De Guindos, que la gente está empezando a perder el miedo a quedarse sin trabajo, y eso refuerza su valor para consumir y mueve la economía, como lo hace el aumento de los “márgenes empresariales” que impulsa la inversión. Todo esto, unido al aumento de ingresos por IVA y otros impuestos, permite atisbar un horizonte saludable y que se pueda pensar en un crecimiento de la economía para este año. Y abre la posibilidad de que el gobierno se venda como el bombero de la crisis. Pero también es evidente que si las cosas mejoran en “lo macro” están lejos aún de hacerlo en “lo micro”. Sigue el paro, y los recortes han mordido tanto bien que el estado de bienestar se nos ha quedado en “estar”, que ya es bastante. Y usted y yo, como la mayoría de quienes nos rodean, vivimos en un día a día micro. Tan micro que a veces hay ni se tiene para medir presupuestos domésticos.

No sé lo que pasará estos meses, ni me siento capacitado para anticipar resultados. Pero sí intuyo que el retroceso de los dos principales partidos políticos será una magnífica oportunidad para los demás, que habrá que ver si están en condiciones de aprovechar.

Decía también De Guindos en la entrevista que Podemos es fruto de la crisis y la corrupción; incuestionable. Los hay que siguen creyendo –méritos han hecho ellos mismos- que con Podemos vendrá a Europa el populismo bananero de allende los mares. Y hay todavía mucha gente que piensa en ellos como ariete contra los “de siempre” más que como alternativa nueva por sí misma. Pero eso también está cambiando. En las próximas semanas, en los meses que faltan para los procesos electorales, vamos a ver cómo al mismo tiempo que la economía se serena, y los ciudadanos notan la calma, se equilibran también las opciones y se va abandonando el voto de castigo. Será entonces cuando Podemos muestre de verdad sus capacidades y propuestas, cuando se retrate y ofrezca alternativas. Y puede que entonces, para sorpresa de establecidos y aspirantes, el voto que se lleven no sea el de el hartazgo destructivo sino la esperanza constructiva.

Podemos sale al paso de las acusaciones de pucherazo electoral publicando un censo actualizado

El voto de mi viejo amigo periodista, el voto de valor y confianza.

Pero para ello tienen que jugar, definir y convencer. Aún no lo han hecho, y van a tener que trabajárselo más allá de proclamas y entrevistas resultonas. La oferta de cambio tendrá que ser realizable e ilusionante, y la alternativa eficaz y solvente. Porque además los otros partidos no permanecerán de brazos cruzados.

Va a ser muy interesante vivir y contar este tiempo que ahora empieza.

Más sobre este tema
stats