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Muros sin Fronteras

Que viene el coco

Cerca de diez millones de griegos ponen en peligro la civilización occidental representada por el FMI, ese organismo que promueve ideas que empobrecen a la gente desde cómodos despachos de Washington y cuyos tres últimos directores tienen problemas con la justicia, dos por mano larga y amistades peligrosas, otro por bragueta. Cerca de diez millones de griegos y unas urnas, en las que creemos cuando salen las opciones que gustan a los mercados, a los primos de la prima de riesgo y a los ministros de Economía de la Eurozona. Lo demás es populismo e inestabilidad.

Griegos y urnas ponen en riesgo las políticas de ajuste impulsadas por Alemania y que tan poco resultado han cosechado si tenemos como vara de medir el motor de la economía de la Unión Europea, más cerca de la deflación que de salir airosa de la crisis.

El problema de Grecia es su tamaño, su irrelevancia en la economía mundial. Si debes 100.000 euros a un banco, tienes un problema; si debes cien millones, es el banco el que tiene el problema. Ganará o no Syriza, podrá gobernar en solitario o tendrá que buscar un socio de gobierno, se repetirán o no las elecciones si nadie es capaz de lograr un pacto. Se verá a partir del domingo. No todas las visiones son catastrofistas, algunos ven posibilidades para repensar estrategias, dogmas y dar un impulso a un euro que vive uno de sus peores momentos.

Economist Intelligence Unit (EIU), que es la unidad de negocios independiente de la revista The Economist que se dedica a producir estudios y análisis de alta calidad sobre países y temas, publicó esta semana un trabajo sobre el hundimiento de los partidos tradicionales en Europa. Para mi sorpresa no aparece España en el gráfico ni le dedica gran atención en el texto. No vamos a enmendar la plana al EIU, del que soy admirador, pero esta ausencia deja cojo el informe. Otro defecto: describe la situación, algo que ya hacemos los periodistas todos los días, pero no profundiza en las causas de los efectos, algo que se espera de quienes disponen de más tiempo y capacidad.

El EIU habla de un cambio de humor en el electorado, que se ha desplazado de una lógica tradicional de derecha versus izquierda, con sus variantes clásicas de liberales y socialdemócratas, a una nueva ciudadanía versus élite, algo que afecta a la mayoría de los países europeos y que en cada uno de ellos adopta formas diferentes.

Mientras que la hartura contra los partidos tradicionales en Grecia impulsa una opción de izquierda radical (así se hacen llamar ellos), en Francia beneficia al Frente Nacional, de extrema derecha, que recoge el voto de miles de obreros hastiados de la ineficacia de las opciones de izquierda. El caso británico, al que el trabajo de EIU le dedica mucho espacio como es lógico, es peculiar.

En el Reino Unido se espera que en las elecciones de mayo irrumpa como tercera fuerza política el United Kingdom Independence Party (UKIP) de Nigel Farange, al que califican de populista cuando en realidad es xenófobo, pero no de extrema derecha al estilo de Marine Le Pen en Francia. UKIP centra su discurso en dos asuntos: el rechazo de la inmigración y el antieuropeísmo (antes llamado euroescepticismo). UKIP defiende la salida del Reino Unido de la UE. De momento, se beneficia de sus instituciones y sueldos en el parlamento de Estrasburgo.

¿Qué es lo que ha fallado? El trabajo del EIU se centra en las dificultades que habrá para formar gobiernos estables en un buen número de países. En España, las encuestas predicen resultados diferentes según quién las encarga, pero hay algunas constantes: Podemos se mantiene por encima del 25 por ciento; el PSOE tiene dificultades para repuntar y el verdadero voto del PP sigue oculto. Gane quien gane lo hará muy lejos de la mayoría absoluta (176 escaños). Aparte de la Gran Coalición, el PP no tendría otras opciones.

Será un escenario similar en el Reino Unido, con la UKIP y Los Verdes, que pueden entrar en el Parlamento. El sistema mayoritario aún protege a conservadores y laboristas. Los liberales pasarían a ser cuartos y quizá no tan decisivos para formar gobierno. ¿Gran coalición en Londres?

El asunto de fondo es la crisis económica que estalla en 2008 y cómo la han afrontado los partidos tradicionales. Los socialdemócratas han abandonado sus ideas para mezclarse con los liberales, algo que ha dejado la idea de que son los mismos, el célebre PPSOE en España, que da igual a quién se vote, la política es la misma, con más o menos mano izquierda.

Un ejemplo es Francia: ganó François Hollande con unas promesas y casi gobierna con las ideas de Nicolas Sarkozy. La socialdemocracia no ha sabido marcar distancias, ni destacar matices. El espacio dejado lo ocupan otras opciones. En Italia surgió Bebe Grillo y su Movimiento Cinco Estrellas, más cercano a Falange que a Podemos; en Grecia tomó fuerza Syriza, una coalición de partidos y movimientos de izquierda; en España apareció Podemos y un año después compite por ser la primera o segunda fuerza del país tras fagocitar a Izquierda Unida, que sigue en sus cosas sin entender el mensaje de la calle.

En Portugal se han recuperado los símbolos y canciones de la Revolución del 25 de abril. Ahora solo falta que sea una opción de gobierno.

Aunque sea un poco autobombo, les recomiendo esta entrevista a Belén Barreiro en Jot Down. Ella ofrece más ideas que The Economist.

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