Buzón de Voz

Andalucía no es Grecia (pero por si acaso...)

Cuesta encontrar un político o un analista en las últimas horas que no haya repetido esa obviedad de que “España no es Grecia”. Cierto. Andalucía tampoco. Pero negar la existencia de elementos que conectan distintas realidades en un mundo globalizado resulta engañoso. Si Grecia fuera una burbuja aislada del resto de Europa y sin posibilidades de generar efectos secundarios, ni Bruselas, ni Berlín, ni el BCE, ni el FMI … nadie se tomaría tantas molestias por condicionar su presente y su futuro. O por amenazar con todas las plagas imaginables a un país que representa poco más del 2% del PIB de la eurozona. (Una empresa como Repsol pesa lo mismo sobre el PIB español).

Unas breves consideraciones sobre lo de Grecia y lo de Andalucía (con el máximo respeto a todos los sabios que en la era de la globalización no aprecian conexión alguna entre el aleteo de una mariposa y el tsunami en el otro extremo del mundo).

La derrota del miedo

- La victoria de Syriza supone el fracaso del discurso del miedofracaso del discurso del miedo, hilo conductor de la estrategia de Nueva Democracia con el apoyo de la troika, de los poderes económicos y empresariales y de Mariano Rajoy, que incluso acudió a Atenas para advertir de todos los peligros que suponía un ascenso del Podemos griego. Las predicciones de que finalmente aparecería un voto oculto que apostaría por “la estabilidad, la seguridad…” y frenaría el ascenso de “los populismos, la demagogia…” se han estrellado (¡Ojo, Arriola!). Salvo que adjudiquemos ese mismo vaticinio al permanente ascenso de otras opciones políticas claramente antidemocráticas, como los neonazis de Amanecer Dorado.

- La holgada mayoría de la izquierda en Grecia es un castigo evidente a quienes han defendido y ejecutado en los últimos años las políticas de austeridad que han provocado más desigualdad, más pobreza pero además no han resultado eficaces para lo que se supone que eran imprescindibles: reducir la deuda, crear empleo y garantizar la prosperidad.

- Claro que España no es Grecia. España es el cuarto contribuyente de la zona euro, con un peso cercano al 12% de su PIB. La tasa de paro no llega al 27% de Grecia (aunque tampoco anda lejos); ni el paro entre menores de 25 años llega al 56% (aunque casi empata); ni la deuda pública llega al 175% del PIB como en Grecia (aquí “sólo” supone, de momento, el 96% después de contabilizar la prostitución y las drogas).

- Claro que hay alguna que otra diferencia notable. Sobre España se calcula que la economía sumergida supone entre el 20 y el 25% de la riqueza nacional. Para hacernos una idea de cómo ha funcionado Grecia, conviene leer no sólo la estupenda Trilogía de la crisis de Petros Márkaris sino, por ejemplo, aquel ensayo de Michael Lewis titulado Boomerang y subtitulado ‘Viajes al nuevo tercer mundo europeo’. “Si se aplicara la ley, todos los médicos de Grecia estarían en la cárcel”, contaba a Lewis un inspector fiscal castigado precisamente por pretender cobrar impuestos a algún cirujano ateniense, puesto que el problema no está en que falten leyes, sino en que nadie las cumple. Se calcula que el fraude fiscal en el país heleno ronda entre el 30 y el 40% de la actividad económica. Para qué insistir en lo que hacen los verdaderos ricos, ninguno de los cuales tiene (ni ha tenido nunca) su fortuna en Grecia, por más que se empeñen los agoreros en advertir de que el triunfo de Syriza “hará huir a los grandes capitales”. ¿Más aún?

- ¿Acaso estos disparates no dan la razón a Alemania cuando decide castigar a Grecia al fuego eterno por esa laxitud y por haber engañado en su contabilidad nacional? Pues no. Y no sólo porque ese gigantesco maquillaje fue también responsabilidad de altos funcionarios de la UE y del BCE, sino porque la medicina aplicada no ha servido para reducir la deuda ni el paro, y los sacrificios exigidos han recaído en las clases medias, en los pensionistas, en los jóvenes que no encuentran presente ni futuro.

- Una mayoría casi absoluta de los electores griegos han decidido que tienen poco o nada que perder, salvo la dignidad o la esperanza. Y aun siendo conscientes de los riesgos (porque así lo señalaban las encuestas previas que alimentaban el miedo) han optado por apoyar a quienes les ofrecen una alternativa distinta a la troika, a la derecha, a las grandes coaliciones, a las familias oligárquicas que llevaban décadas gobernando.

El adelanto andaluz

¿Tiene todo esto algo que ver con Andalucía y el adelanto electoral? Sí, porque con mayor o menor rigor, sinceridad o fortuna, la argumentación de Susana Díaz pretende esquivar en su territorio lo que ha pasado políticamente en Grecia. Y sobre todo lo que le ha ocurrido al socialismo griego, que en cinco años ha caído desde el gobierno hasta la insignificancia casi absoluta.

- Sigamos con la obviedad: Andalucía no es Grecia. En Andalucía el paro está en el 34,2%, y entre los menores de 25 años roza el 59%. De modo que la cosa está en parte incluso peor. Es verdad que esos datos eran más negativos un año antes, y que la deuda andaluza está en el 19% de su PIB.

- Pero Andalucía no es Grecia sobre todo porque se han mantenido ciertos mimbres del Estado del Bienestarse han mantenido ciertos mimbres del Estado del Bienestar que en Grecia (y en otras comunidades de España) han sido recortados sin contemplaciones y con alevosía. Las ayudas a la dependencia, a la vivienda social, contra la pobreza infantil… han sido sostenidas en Andalucía con el gobierno compartido entre socialistas e Izquierda Unida. (Ahora asistiremos al debate de ¿quién puso más?) Y las rentas más altas pagan por IRPF más que en ninguna otra parte de España. En Andalucía hay mucha pobreza, pero no una percepción de aumento de la desigualdad o de reparto injusto de los sacrificios de la crisis.

- El encabronamiento colectivo por la corrupción no es menor ni mayor que en otras latitudes, y el fraude de los ERE puede seguir pasando factura política si judicialmente va escalando el nivel de responsabilidad de quienes debieron enterarse del robo de fondos y ponerle freno mucho antes.

- Susana Díaz ha buscado, y encontrado, argumentos para romper con su socio de gobierno, aunque da toda la impresión de que las razones fundamentales de adelantar las elecciones trascienden las excusas pregonadas.

Quién es quién en el Gobierno de Tsipras

Quién es quién en el Gobierno de Tsipras

- Díaz convoca a las urnas cuando todas las encuestas indicanlas encuestas indican que el PP (que ganó los últimos comicios en número de votos) está más débil que nunca y cuando la irrupción de Podemos no logra la penetración que ya apunta en otras comunidades. Creen en el socialismo andaluz que, hoy por hoy, la formación de Pablo Iglesias arañará más votos a IU que al PSOE en Andalucía, mientras Díaz podría recuperar un apoyo por el centro que hace tres años no logró Griñán.

- Con el adelanto a marzo, el PSOE andaluz intenta poner tiempo de por medio con las autonómicas de mayo y con unas generales cuyos resultados ahora mismo son imprevisibles. Que el PSOE siga o no a nivel estatal el camino del PASOK griego está por ver. Que Podemos necesite una, dos (como Syriza) o demasiadas oportunidades para ocupar el espacio que le pronostican los sondeos también es insondable. Pero Díaz y sus asesores consideran que la mejor forma de evitar el riesgo de caída es salir de la duda cuanto antes y sin la compañía de otros.

P.D. Los aficionados a pronosticar el apocalipsisis en forma de inestabilidad, fragmentación, etcétera, habrán sufrido este lunes otro disgusto. El pacto de gobierno en Grecia, sin mayoría absoluta, ha tardado un par de horas. Y los mercados parecen siempre estar de vuelta cuando la política sólo ha iniciado el camino. 

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