Directo
Ver
La gran paradoja del 21A: un Parlamento más soberanista, una ciudadanía menos independentista

A la carga

¿Quién quiere una gran coalición PP-PSOE, aparte de las élites?

Las encuestas muestran que el próximo parlamento estará muy fragmentado. Todo indica que habrá al menos tres partidos que superarán el 15 por ciento del voto: PP, PSOE y Podemos. En los últimos meses, además, parece que Ciudadanos podría ser el cuarto partido en liza, aunque aún no está claro si esta formación conseguirá crecer tan rápidamente como lo ha hecho Podemos en los últimos meses, desde las pasadas elecciones europeas.

Para los intereses creados, la amenaza mayor proviene del ascenso meteórico de Podemos. Introduce un factor de incertidumbre enorme. Por eso, una solución natural podría consistir en que PP y PSOE busquen un acuerdo de gobierno tras las elecciones generales. Entre ambos partidos podrían sumar más de 150 diputados, lo que posibilitaría una gran coalición que hiciese frente al peligro “radical y populista”.

La gran coalición tendría tres poderosas justificaciones. La primera es que se evitarían los riesgos sobre la economía. Ahora que esta comienza a recuperarse, sería absurdo, según el argumento, poner en peligro lo que tanto ha costado conseguir: Podemos ahuyentaría la inversión, podría poner en aprietos nuestra solvencia internacional e incluso podría llegar a provocar un pánico bancario.

Según la segunda justificación, un pacto entre PP y PSOE podría servir para acometer la reforma constitucional que desde tantos lugares se reclama. Ya escribí hace algunas semanas un artículo en infoLibre en el que analizaba esta posibilidad. Desde este punto de vista, una reforma constitucional revertiría la crisis de confianza de nuestras instituciones y daría una respuesta al problema catalán.

La tercera justificación es la estabilidad de gobierno que proporcionaría la gran coalición. La fragmentación del legislativo a la que me he referido antes podría introducir gobiernos de corta vida, a la italiana, que se sucediesen en función de cambios en las múltiples combinaciones posibles de fuerzas parlamentarias. Una coalición sólida entre los dos grandes partidos cortaría de raíz la inestabilidad.

La mayoría de las élites económicas (las del IBEX 35), de las élites de los grandes grupos de comunicación (cadenas de televisión, radios, periódicos de papel) y de las propias élites políticas de los partidos tradicionales creen que la gran coalición es una buena solución ante la amenaza del “radicalismo” político.

No creo que haya nada intrínsecamente malo en una gran coalición. Es una solución que se ha practicado en países como Alemania y Austria y que resulta atractiva para muchos porque en teoría permite superar las divisiones partidistas y acometer reformas de gran calado que beneficien al conjunto de la sociedad.

Pero una gran coalición puede también crearse para frenar el cambio y defender el statu quostatu quo. Puede ser una forma de protección de los intereses creados frente a quienes defienden reformas profundas que transformen la distribución de poder económico y político en un país.

A mi juicio, es evidente que la gran coalición que planea sobre la política española se parece mucho más a este segundo tipo que al primero. Si tras las elecciones generales Podemos obtiene más de un 20% del voto y PP y PSOE se unen para gobernar, la inmensa mayoría de ciudadanos pensará que se trata de una maniobra defensiva, de una colusión destinada a salvaguardar los intereses amenazados de las élites.

Una gran coalición entre dos partidos en declive, uno de ellos, el PP, en el centro de varios escándalos de sobresueldos, financiación ilegal y fraude fiscal, sería sin duda percibida como un último intento de las organizaciones políticas tradicionales para escapar del castigo ciudadano.

Como no quiero que toda la argumentación quede en términos puramente hipotéticos, he comparado la evolución del apoyo popular a la gran coalición PP-PSOE en dos momentos del tiempo, 2009, a comienzos de la crisis, y 2015, cuando empezamos a salir de la misma. No hay muchos más elementos de comparación, puesto que las encuestas de opinión apenas preguntan sobre este asunto.

El resultado es muy claro: mientras que en 2009 una mayoría de españoles favorecía una gran coalición, posiblemente porque la crisis era tan profunda que muchos creían necesaria una solución extraordinaria en la que los dos grandes partidos establecieran por consenso medidas económicas para restablecer el crecimiento, en 2015 esta opción no la quiere casi nadie. Han sido demasiados años de recortes, de erosión de los servicios sociales, de corrupción, de desahucios y rescates a los bancos, como para que ahora la gente quiera dar una oportunidad a un gobierno PP-PSOE.

En el primer gráfico podemos ver las preferencias ciudadanas en caso de que ganara el PP las elecciones sin mayoría absoluta. Mientras que en 2009 el 60% optaba por la gran coalición con el PSOE, en 2015 esa preferencia se había hundido hasta el 26,5%, menos de la mitad. En la actualidad, el socio favorito en caso de que ganara el PP sería Ciudadanos o UPyD.

La citación como imputados de Chaves y Griñán abre una brecha en el discurso del PSOE

Algo similar observamos en el segundo gráfico a propósito de una victoria del PSOE sin mayoría absoluta. La opción favorita en 2009 era el PP, con el 41%, seguido de cerca por IU, con el 34%. Seis años después, la mención al PP se ha hundido al 19%, mientras que la posibilidad de una coalición con Podemos obtiene la primera posición, con un 40% de apoyo.

Estos gráficos ponen de manifiesto que ya es demasiado tarde para una gran coalición PP-PSOE. Los ciudadanos lo entenderían como un simple pacto a la defensiva, destinado a impedir la formación de un gobierno de cambio. Si PP y PSOE llegaran a poner en práctica esta vía, sería probablemente su fin político. Podemos hará lo que esté en su mano para que la gran coalición PP-PSOE se haga realidad, pues sabe que a partir de ese momento quedará como partido hegemónico en la izquierda. ¿Caerá el PSOE en la trampa?

Nota técnica: Los datos de 2009 corresponden al Estudio 2.799 del CIS, los de 2015 al ObServatorio del 16 de febrero de 2015 realizado por la empresa MyWord. Las preguntas en ambos casos no son estrictamente equivalentes. Mientras que en el estudio del CIS se da la posibilidad al entrevistado de que responda que prefiere que el partido gobierne en solitario o que no responda a la pregunta, en el estudio de MyWord se fuerza al entrevistado a elegir un socio de coalición (en el peor de los casos el que parezca menos malo). Para hacer comparables los resultados, he eliminado del cálculo tanta la opción de gobierno minoritario como las no respuestas (NS/NC). Además, he considerado que la opción de Izquierda Unida en 2009 es equivalente a la de Podemos en 2015, y lo mismo he hecho con respecto a Ciudadanos y Podemos. Estudio 2.799 del CISObServatorio del 16 de febrero de 2015

Más sobre este tema
stats