Diario de campaña

El norte, el sur y el Palace

La primera jornada (legal) de la campaña electoral del 24-M limita al norte con la mayoría absoluta (imprevista) de los conservadores británicos, y al sur con la segunda derrota (cantada) de Susana Díaz para ser investida como presidenta de Andalucía. Y en el centro, el Hotel Palace de Madrid, donde se manifestó Felipe González con su tono paternalista (habitual).

Rajoy saliva con el triunfo de Cameron

El resultado de las elecciones británicas celebradas este jueves ofrece algunas lecciones-pistas-herramientas-excusas que cada cual podrá utilizar o no en este año electoral español como le pete.

- Victoria por goleada de los conservadores liderados por David Cameron y también de los nacionalistas escoceses. El discurso del miedo ha tenido efectos devastadores para los laboristas, pero también para los liberaldemócratas y para el emergente (o ya no tanto) y eurófobo UKIP.

- Se comprende que Mariano Rajoy y su asesor de cabecera, Pedro Arriola, estén salivando de gusto ante la eficacia de ese discurso del miedo que justifica recortes sociales durísimos como “obligatorios”, “inevitables”, “imprescindibles”, y que acusa a toda la oposición de poner en peligro la tierra prometida de la recuperación (por injusta, desigual y además débil que sea la supuesta recuperación). “Los tories o el caos”=”El PP o el caos”tories . No había más que escuchar este viernes a Soraya Sáenz de Santamaría en la rueda de prensa posterior al consejo de ministros.

- El castañazo del laborismo liderado por Ed Miliband se adjudica a factores diversos, pero no es menor la falta de carisma del propio Miliband, cuya valoración ha estado incluso por debajo de la de un primer ministro dedicado a tomar medidas contra los intereses del electorado progresista. Pedro Sánchez tendrá que tomar nota.

- El desastre laborista tiene relación directa también con Escocia, un baluarte tradicional de la izquierda en el que los nacionalistas han cosechado un éxito que ni ellos mismos esperaban. Este punto no escapará al análisis del PSOE, cuyas victorias en elecciones generales han precisado siempre de un apoyo considerable al PSC en Cataluña, donde hoy por hoy tiene menos futuro que Elpidio Silva en la judicatura.

- La caída de los liberaldemócratas vuelve a demostrar los riesgos que corre un partido centrista cuando participa en un gobierno de derechas. Se lleva todas las tortas y ningún laurel. La gente, ya metida en gastos, prefiere siempre el original a cualquier copia o simulación.

- Los perdedores han dimitido en cuestión de horas. La costumbre de asumir responsabilidades sin dilación debería contagiarse a los partidos políticos españoles, donde la resistencia a ceder el sillón ha contribuido a destrozar la credibilidad de la política.

- Estos resultados no serían posibles sin la legislación electoral británica, que permite que los nacionalistas escoceses obtengan 56 escaños con el 4,7% de los votos y que el UKIP logre un representante con el 12,6% de los sufragios. La dispersión contradice la representación. Variaciones sobre la melodía de “garantizar la gobernabilidad” son las que impondrá el PP si tiene oportunidad de cambiar la ley electoral en el sentido inverso al que está reclamando la ciudadanía. Es decir, en lugar de más proporcionalidad o listas abiertas, mecanismos de segunda vuelta que permitan holgadas mayorías a las listas más votadas.

- Y espectacular ha sido también el fracaso de las encuestas preelectorales. Todas pronosticaban un empate técnico entre conservadores y laboristas; acertaron (más o menos) sobre el éxito del nacionalismo escocés, pero es evidente que no midieron bien los efectos en otros territorios del discurso del miedo hilvanado por Cameron, uno de cuyos ejes principales fue precisamente sembrar el temor al nacionalismo escocés. Lo cual podría suponer el último empujón que necesitaba Rajoy para hacer coincidir las generales con las catalanas y pregonar por toda España la amenaza que supone el independentismo.

Susana Díaz: la soledad era esto

No hubo sorpresas y la presidenta en funciones de Andalucía continuará en funciones porque en la segunda votación de investidura volvió a ser rechazada por PP, Podemos, Ciudadanos e IU, y sólo contó con el apoyo de los 47 diputados socialistas. También de este pulso en el sur asoman posibles lecciones-pistas-etcétera.

- Las cesiones de Díaz a las exigencias de Ciudadanos y Podemos para lograr no ya su apoyo sino simplemente su abstención han de ser tan sumamente clamorosas que más bien parecerán rendiciones. La anunciada renuncia definitiva de Chaves y Griñán a los escaños que ocupan no ha sido suficiente, ni tampoco la aceptación de algunas propuestas programáticas de Ciudadanos o Podemos. Si en un momento determinado la rama andaluza del primero estuvo tentada de llegar a un pacto, llegó Albert Rivera y mandó parar. De momento hasta el 24-M.

- Este regreso a la casilla de salida no es inesperado para nadie, pero complica la vida a casi todos y dibuja un panorama incierto durante meses. A día de hoy da la impresión de que la investidura de Susana Díaz dependerá de los equilibrios que unos y otros precisen según los resultados en los distintos territorios.

- El PP, contra sus propias proclamas en defensa de la “gobernabilidad” y la “estabilidad”, prefiere por el momento añadir una contradicción más a su mochila antes que facilitar la continuidad del PSOE en su mayor reserva de poder institucional.

- El pulso andaluz puede pasar factura a todos los actores en distintas proporciones, a excepción quizás de IU, expareja de baile abandonada en un rincón. Y ese riesgo existe porque empiezan a resultar tan poco creíbles las excusas de unos como las de otros, del mismo modo que ya suena cansina (al menos al norte de Despeñaperros) la insistencia de la presidenta en funciones por identificarse a sí misma como única voz de “los intereses de los andaluces”.

Felipe: de la gran coalición a la pequeña

La imagen de Felipe y Rubalcaba sobre la tarima, con Juan Luis Cebrián como atento escuchante, puede confundirse con el día de la marmota, pero volvió a producirse este viernes. Y cuando Felipe habla en el PSOE muchos contienen el aliento. Estuvo contenido, quizás para no reventar el inicio de la campaña del 24-M como ocurrió hace un año con la de las europeas. De modo que dedicó su intervención a negar más cosas de las que afirmó.

- Negó haber defendido nunca una gran coalición PP-PSOE. Sostiene que cuando hace un año le dijo a Ana Pastor en El Objetivo de La Sexta que ese acuerdo tenía sentido si en un momento dado fuera “necesario” para “los intereses generales”, en realidad sólo hablaba de una situación hipotética que no veía “posible, y mucho menos probable”.

- Al hilo de los resultados del sondeo del CIS, que dibuja un escenario político con cuatro marcas principales (PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos), Felipe aplica su legendaria pragmática (“gato negro o gato blanco…”) y sostiene que ahora en todo caso cabría hablar de “pequeña coalición”.

- Negó también que él esté “patrocinando” un acuerdo con el PP en Andalucía, aunque reconoció que el partido de Rajoy tiene una mayor “responsabilidad” que “los emergentes” (Podemos y Ciudadanos), a los que emplazó a “perder la virginidad” decidiendo el gobierno andaluz.

No apunta la cosa a que Podemos o Ciudadanos estén dispuestos a arriesgar a corto plazo en Andalucía la cosecha que calculan en otros territorios. Y al PP le conviene mucho que así sea, para mantener el raca-raca de la "inestabilidad".

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