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Plaza Pública

El papel de la naturaleza en el futuro inmediato

Eduardo Crespo de Nogueira

Se acerca un nuevo inicio de legislatura, en un panorama social y económicamente herido, y políticamente fragmentado que, además del desafío colectivo más importante de los últimos tiempos, puede representar una gran oportunidad de progreso y de superación. Para aprovecharla, y junto a los elementos socioeconómicos habituales, es más necesario que nunca reconocer la importancia crucial de los elementos naturales, que son el sustento común de todas las tareas; y hallar modos de garantizar su continuidad, y de ponerlos eficazmente al servicio del impulso regenerador que exige nuestro país.

Tan fundamental como ocuparse de la gente, de la educación y de la salud, es ocuparse de la naturaleza. Sólo una verdadera regeneración ecológica del medio natural de España permitirá la reconstrucción de un proyecto sólido y duradero de convivencia moderna, plural y próspera en nuestro país.

En el pasado, y salvo brillantes excepciones generalmente ligadas a la restauración tras algún desastre, las cuestiones relativas a los ecosistemas y paisajes han sido objeto de tratamientos frívolos, rutinarios y someros, muy alejados de lo que su envergadura y trascendencia requiere. Incluso cuando las políticas públicas han comenzado a incorporar respuestas al cambio climático y modelos del llamado desarrollo sostenible, la naturaleza ha quedado postergada.

Los ecosistemas y sus vitales interconexiones, los grandes y medianos espacios naturales, los territorios menos transformados por la acción antrópica, en los que España ha sido una verdadera potencia europea y mundial, llevan años siendo básicamente ignorados, dándose por supuestos, sufriendo silenciosas degradaciones paulatinas cuando no catastróficas; y en situación de abandono de facto por los poderes públicos, no ya en virtud de sus siempre ínfimas dotaciones presupuestarias, sino sobre todo por la ausencia reiterada e ignorante de sus verdaderos valores y requisitos, en unos procesos de planificación y toma de decisiones que de modo miope se contentan, y no siempre, con cubrir el expediente ambiental y atender a regañadientes a los mínimos legales.

La naturaleza de España necesita, exige de una vez por todas, la consideración generosa, abierta e imaginativa que haga justicia a su verdadera aportación a nuestra salud, nuestra cultura y nuestra economía, y le permita desempeñar en plenitud su papel absolutamente clave en nuestro bienestar y nuestro futuro. La naturaleza es un pilar central de España, y no puede seguir teniendo que pedir perdón por estar ahí, por estorbar a quién sabe qué antiguas ideas de negocio y enriquecimiento. La naturaleza bien conservada y restaurada es quien realmente garantiza el futuro de España, y no debe seguir teniendo que disculparse por realizar la tarea más bella, constante e insustituible del país. La naturaleza de España se merece un tratamiento de primera.

La actual respuesta del Estado Español a los desafíos y requerimientos que plantea la preservación de la naturaleza en el seno de la Unión Europea adolece de anacronismos, carencias y disfunciones que comprometen no solo su eficacia, sino su mera viabilidad. La degradación patrimonial y la pérdida de oportunidades que todo ello genera son susceptibles de superación mediante proyectos de nuevo cuño, guiados por la búsqueda activa de integridad ecológica, con abierta participación multilateral.

Sea cual sea el proyecto político de España que la ciudadanía determine con la próxima cita electoral, será la oportunidad irrenunciable de adecuar a nuestro tiempo, y a las exigencias vitales del propio medio natural, las estructuras y procesos de su organización y gestión, so pena de una degradación definitiva del patrimonio ecológico, que imposibilite cualquier desarrollo económico, social o cultural. Urge mucho establecer instrumentos modernos, eficaces, y participativos de gestión para la custodia, conservación, restauración y seguimiento de nuestros bienes naturales, tanto o más colectivos e importantes que los que integran el patrimonio cultural.

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La conservación y restauración del entramado ecológico de España debe convertirse, para beneficio de todos, en eje prioritario de la tarea compartida, mediante la formulación de un gran proyecto sinérgico, capaz, además, de producir empleo de calidad en los sectores público y privado a partir de la rehabilitación del patrimonio natural. Una interacción constructiva entre Administraciones públicas de todos los niveles, ONG, empresas y actores sociales creará un mejor marco de condiciones, basado en la optimización del gasto público y en la atención a los procesos que implican al capital natural en la construcción de una sociedad más avanzada, saludable, creativa y democrática.

Sin perjuicio de las características concretas de cada aportación, en una España altamente descentralizada, existen para el Estado trabajos propios de las funciones de equilibrio e integración, capaces de maximizar el beneficio ecológico común. Entre ellos destaca el impulso de la progresiva interconexión, tanto de los propios ecosistemas entre sí como de los mecanismos establecidos para gestionarlos.

En definitiva, es fundamental resucitar la naturaleza de España, devolverle su papel central, y fomentar, en la medida en que la preservación de los valores naturales lo aconseje, la generación de valor económico, social y cultural a través de su preservación y mejora. Con esta visión, y la aportación correspondiente de Administraciones, ONG, empresas conscientes de su responsabilidad, y la ciudadanía en su conjunto, la naturaleza de España podrá recuperar su lugar de honor y su gran capacidad de generar progreso en nuestra sociedad, y no necesitará seguir pidiendo perdón por hacer lo importante.

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