Plaza Pública

Juego de trileros en los Presupuestos: la ciencia pierde

Ignacio Hernández-Morato

El pasado 4 de agosto el Gobierno presentó el proyecto de lo que serán los últimos presupuestos de la presente legislatura. En las últimas semanas se han publicado diversos análisis por numerosos expertos concluyendo que estos presupuestos, tildados de electoralistas, presentan graves deficiencias en el apartado de ingresos que repercutirán dramáticamente en los sectores más vulnerables de la población española. Pero la irrealidad instalada en las mentes que han elaborado estos presupuestos también se revela en el apartado de inversiones. La premura que tiene el Gobierno por vender una falsa recuperación le empuja a contemplar unas políticas de gasto con escaso criterio. En concreto, la inversión en el sistema de I+D+i sólo se puede definir como muy deficiente.

La información ofrecida por los medios de comunicación convencionales destaca el titular de que el presupuesto dedicado a I+D+i aumenta en un 2,2% con respecto a lo presupuestado al año 2015. Sin embargo, lo que no se ha destacado es que la inversión en ciencia se ha reducido más de un 40% desde el inicio de la crisis. Este paupérrimo aumento de tan solo 25 millones de euros no revierte la agonía presupuestaria de la inversión dedicada a la investigación científica y viola de facto los compromisos adquiridos por este Gobierno de contribuir a que la Unión Europea alcance una inversión del 3% del PIB para el año 2020.

Analizando los capítulos concretos se constata que el dedicado a personal se ha incrementado tan solo un 1% con respecto al año 2015. Un incremento del todo insuficiente para revertir los terribles efectos de la congelación de la tasa de reposición del 10% entre el personal investigador. Esta controvertida medida, que ha tenido un efecto muy limitado en el resultado de las cuentas públicas, sí ha conseguido que los jóvenes investigadores se hayan visto forzados a emigrar a otros países con mejores oportunidades laborales. Como resultado, la media de edad dentro del personal investigador en España está entre las más altas de Europa.

El capítulo que engloba el dinero dedicado a los proyectos de investigación se ha recortado en un 50% desde el inicio de la crisis. A una insuficiente subida de 200 millones de euros se une el hecho de que la ejecución final del dinero dedicado a este capítulo se reduce adicionalmente un 30% con respecto a lo inicialmente presupuestado, según datos proporcionados por el propio Ministerio de Hacienda. Este sinsentido ha empujado a que, desde el inicio de la crisis, numerosos grupos de investigación consolidados se hayan desmantelado y que los que sobreviven no puedan mantener una calidad mínima en las publicaciones científicas de acuerdo a los criterios internacionales.

En cambio, lo que sí se mantiene son los préstamos relacionados con el I+D+i que triplican a lo presupuestado en inversión directa. Una vez más, el Ejecutivo persiste en una fórmula que ha demostrado su fracaso porque de acuerdo a los datos de liquidación el dinero que finalmente se concede no alcanza el 40%. Este capítulo fue utilizado desde la primera legislatura de José María Aznar para afirmar un compromiso con la inversión en I+D+i que no fue tal, incrementando el presupuesto de este capítulo un 3.000% para el final de su mandato. Posteriormente, en la última legislatura de Jose Luis Rodríguez Zapatero se utilizó el incremento proporcional de estos préstamos compensando la caída de inversión directa en proyectos de investigación. Una maniobra que fue aprendida diligentemente por Mariano Rajoy y es más propia de Gobiernos populistas que de un ejecutivo que actúe responsablemente para el desarrollo de su propio país.

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La evaluación de la gestión de la política científica desarrollada por el PP no puede calificarse de otra manera que no sea decepcionante y muy deficiente. Prueba de ello son estos presupuestos que se encuentran en trámite parlamentario y que ponen de relieve todas las contradicciones del Gobierno respecto a su inexistente plan de salida de la crisis que no fuese la generación de deuda pública. Como ya fue destacado en un comunicado anterior, los presentes presupuestos no van a servir para retornar a los cerebros fugados, no van a servir para reincorporar a los grupos de investigación a los niveles punteros de la esfera internacional, no van a servir para la creación de un nuevo tejido productivo de alto valor añadido y no van a servir para aumentar la muy mejorable cultura científica española de acuerdo a los informe PISA y de la Fundación Española para la Ciencia y Tecnología (FECYT). Mientras no haya un compromiso serio en el cambio de modelo socioeconómico para nuestro país va a resultar imposible la recuperación del estado de bienestar para los españoles. Un cambio de modelo que implique la creación de un plan para la reforma de las instituciones implicadas en la investigación científica, el cambio de la estructura industrial española y una fuerte inversión en I+D+i hasta alcanzar la media europea. Hasta que no haya un compromiso en ese cambio, todo lo demás serán juegos de trilero.

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Ignacio Hernández-Morato es miembro del Área de Políticas Científicas de Podemos.

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