Plaza Pública

El problema de 'lo coche'

Alonso Mahíllo

Cuando el ciudadano, no de a pie, sino motorizado, tiene que acudir a la ITV debe prepararse como si se tratara de una oposición a la judicatura del Estado. Él, mentalmente y al coche, mecánicamente. Por una lucecita, un ruidito o un milímetro de más o de menos te mandan al taller.

Tengo una moto antigua, tan antigua como yo, con la que apenas hago unas decenas de kilómetros al año (es sobre todo para mirarla, ¡es tan bonita!, y había pasado sin problemas la revisión en una ITV de Castilla-La Mancha. A los dos años, por razones que no vienen al caso, intenté pasarla en otra de Castilla-León. El meticuloso técnico encontró que la rueda delantera no era de 95 sino de 90 y que tenía que cambiarla. Y eso a pesar de que estaba absolutamente nueva. Tenía todos los pelillos que vienen de fábrica.

Sin embargo, hay, que sepamos, unos 11 millones de vehículos Blue Motion, Hojas Verdes, Cielo Azul, Aire de las Montañas de Baviera, o como les quiera llamar el departamento de marketing, que no pasarían una revisión ni en Castrillo de los Polvazares y, sin embargo, siguen rodando. Cuando van a la ITV, pasan la emisión de gases porque ¡están trucados!

Pero, claro, manda quien manda. Los ciudadanos eligen a sus representantes para que administren la cosa pública, aunque ya sabemos que muchos se dedican a la Cosa Nostra, es decir, a lo suyo. Nuestro ministro del ramo no se preocupa ni de las emisiones, ni de la contaminación, ni del timo de las subvenciones a los Cielos Limpios. Lo único que está en peligro para él son las futuras inversiones, para poder asistir a la ampliación de la planta y hacerse la foto.

Yo, en los últimos días días miro con miedo y sospecha, o al revés, a los vehículos que circulan a mi lado con las siglas Tdi, de la afamada serie EA189, es decir de esos de las series Cielo Azul y Hojas Verdes, porque van soltando óxido de nitrógeno a todo gas.

Yo soy fumador. Sí, lo confieso. A cambio, no bebo nada. Bueno, agua sí. Estaba una tarde en una terraza de una céntrica calle fumando y al rato se sienta una pareja al lado. El viento corría de oeste a este, de poniente, y el humo le llegaba a la joven. Y va y me dice: ¿podría dejar de fumar? Yo, sistemático, le respondí: uno, estoy al aire libre y, de momento, no está prohibido. Dos, es el viento el que te lleva el humo y no has analizado la posición antes de sentarte. Y tres, lo más importante, ese taxi que acaba de pasar de la serie Cielo Azul o Verde Hoja ha echado miles de veces más peste que la de mi cigarro. Vivir es peligroso y venir a la ciudad, al centro, más todavía, le añadí.

El caso es que los benditos cacharros, que nos permitieron y permiten la motorización, son muy antiguos; más que antiguos, obsoletos, lo más viejo que utilizamos en la vida cotidiana. El motor de gasolina, ciclo Otto (1872, Nicolaus Otto, alemán, por cierto ) y el Diesel (Rudolf Diesel, 1893, alemán, por cierto ) son prehistóricos Neandertales. Es como si los y las jóvenes apasionados de las apps manejaran sus chateos, los del dedo, no los de vino, que ya no se lleva, con una vieja máquina de escribir Underwood de cinco kilos de peso. Ellos no saben qué eran esos trastos que utilizábamos nosotros de jóvenes. Pues el motor de su flamante utilitario es más arcaico.

Hace cuarenta años, estudiando ingeniería mecánica, me reconocía un profesor que los motores de combustión interna eran algo obsoleto, del pasado. Esos pesados cigüeñales que hay que equilibrar, girando a toda velocidad, esas bielas que, aunque sean de titanio, pegan latigazos a derecha e izquierda, esos pistones aligerados que no saben si suben o bajan, esas válvulas que no se sabe si cierran o abren, esas explosiones... Y todo, regado con chorros de aceite maloliente. Y ahora se intenta solucionar metiendo compresores, turbos e intercoolers que han llenado el vano motor, donde no cabe ni un tubo más, todo cubierto con un lindo plástico con el logo de la marca y la advertencia: Cielo Limpio o Verde Hoja.

Claro que todo esa brutalidad ingenieril se tapa con una linda chapa pintada de color verde, ojos verdes-piel canela, o blanco-tarde de Islandia, con rayitas dinámicas por aquí y por allá, con faros led con forma de ojos de besugo y con lucecitas traseras led con aire de feria de pueblo. ¡Emoción, dinamismo! Coches macho-Alfa, puntiagudos para los señores, y coquetos, redonditos, para las señoras. Sorry, pero es así.

Nadie ha conseguido en más de un siglo sustituir a los vetustos Otto o Diesel. El Wankel rotativo (también alemán, por cierto), fracasó. La turbina (también alemana, por cierto, finales de la IIGM) no tiene freno motor, no sirve para el tráfico rodado, solo para los aviones. Los eléctricos, por mucho que las empresas cuiden su imagen con vehículos ecológicos, tienen el problema de las baterías. ¿Un Tesla?, prepara algo más de 100.000 y busca un enchufe. Solo he visto uno, en Suiza.

Pero es extraño que en un siglo nadie, ni en Estados Unidos ni en Alemania (aquí no, porque estamos en otras cosas) hayan desarrollado un alternativa. Los chinos, tampoco, porque bastante ocupados están copiando todo. Hemos dado el brutal salto digital y en la automoción seguimos como a finales del siglo XIX. Para compensar, les ponemos un chip que truca los datos.

Algunas voces ya han apuntado que, en el fondo, estamos ante una guerra industrial: gasolina-USA contra diesel-Europa, es decir Alemania. Apple y Google amenazan en el horizonte con vehículos tipo smartphone, sin conductor, se supone que limpios, que hará frente a los hierros alemanes. De momento, los EEUU derrochan galones y galones de petróleo en sus absurdos SUV, sin que nadie ponga el grito en el Cielo Azul. Lo que se ha ganado en eficiencia energética en los motores se ha perdido en peso. Y ahora, los USA nos han metido, vía Hollywood y series TV, esos absurdos vehículos pensados para las soccer moms USA, para que las mamis lleven a sus hijas a jugar fútbol por la tarde. Copiado aquí por las clases acomodadas para entrar en las ciudades desde los suburbios ricos. Itinerario Pozuelo-Barrio de Salamanca, por ejemplo.

Hace ya muchos años que las cajetilla de tabaco llevan un fúnebre eslogan. Convendría ir pensando en poner a los obsoletos automóviles en la parte trasera, por debajo de las lindas lucecitas led, una pegatina similar. Por ejemplo: Este bicho apesta. Pero, claro, manda quien manda. Exceptuando las punto.com, el mundo sigue dominado por las empresas del automóvil y del petróleo, que bastantes golpes de estado y corruptelas han propiciado lo largo de las ultimas décadas (golpe GB-USA contra Mossadeq, Irán, 1953, el origen de muchos males, represión brutal, reacción, llegada de Jomeini, amenaza chií, reacción sunní. Saddam, tu petróleo es nuestro. Arabia Saudí, tus derechos humanos no nos preocupan mientras tengas abierto el grifo para que nuestros SUV tiren el fuel, etc, etc)

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El complejo industrial ahora cuestionado anunciaba su vehículos como Das Auto, lo coche. Auto como sustantivo lleva mayúsculas en alemán y es neutro en ese idioma. Es decir el coche, lo coche, somos nosotros (quieren decir ellos).

El señor ministro está preocupado por las inversiones. Luego, por las subvenciones que ha dado su departamento a los del Cielo Azul y Verde Hoja. Todavía no ha hablado de las ITV y de la contaminación. Sin darse cuenta de que la empresa podría quedar reducida al tamaño de la provincia que lleva su nombre y que no va a haber nada que inaugurar. Puede hacer frente a multas, gastos de reparación, bajada en bolsa e indemnizaciones multimillonarias y a una fortísima pérdida de imagen. Según cálculos de los medios alemanes, el costo puede ascender a los 80.000 millones de euros. Todo lo que sea pasar de 50.000 será una catástrofe. Lo que está claro que es la marca no volverá a ser la de antes.

Pero manda quien manda. Son muchos los puestos de trabajo en juego en todo el mundo, 600.000. “Los políticos alemanes conocían las manipulaciones de los motores, pero no hicieron nada para no dañar el Made in Germany”, anunciaba el diario Der Spiegel. Me temo que seguiremos respirando aire contaminado. Aunque yo miraré con suspicacia a los Cielo Azul y Verde Hoja.

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