Muy fan de...

Muy fan de... Cristina y Maduro. Qué buen perder

Se acerca la Navidad, se derriten los corazones. Nos ponemos tiernos y empalagosos, las emociones y la nostalgia a flor de piel. Eso os ha debido de ocurrir, Cristina y Nicolás, os ha invadido la melancolía al ver los resultados electorales y os habéis puesto mimosos. Ay, el poder, qué regusto tan dulce, se pega a la piel como el azúcar de las frutas escarchadas y cuesta tanto desprenderse de él. Muy fan.

Amarraditos los dos a la idea de que más que representar a los ciudadanos, los sentís como vuestros nenes. Qué locos los que han votado opciones diferentes a la que representáis. “¡Ni cambio ni cambia!”, que diría una madre española.

El gran Nicolás –el pequeño es de propiedad española y no viste chándal en público–, inició el pasado jueves un Congreso extraordinario con 980 delegados del Partido Socialista Unido de Venezuela, para reforzar su liderazgo y buscar explicaciones a la derrota en las elecciones legislativas del día 6.

¿Ni siquiera su pajarito de cabecera ha sido capaz de piarle al oído sucesor las razones para que la oposición haya podido alcanzar la mayoría en el Parlamento? ¿Con lo buen mozo que soy, no me votan solo a mí y a nadie más que a mí?

Cristina ya no tiene ganas de bailar. Ella, que escuchaba la cumbia del bombón asesino: ♪ “Si supieran que yo estoy tan solita y les bailo porque soy dinamita” ♪. Se le iban los pies.

La lideresa no tiene cuerpo para nada. Ni siquiera para acudir a la toma de posesión de Mauricio Macri –por aquello de cumplir con el trámite institucional de pasarle los trastos al sucesor–, esos tediosos saraos institucionales, chica.

Que no es porque no le apeteciera, ojo. Dijo Cristina ante sus seguidores en su último discurso, que le hubiera gustado acudir al Congreso pero, como le encasquetaron a un presidente provisional –Federico Pinedo– durante doce horas, justo hasta que Macri asumiera el poder, pasó de ir.

Asegura la expresidenta que no vio la ceremonia ni por la tele, porque estaba muy ocupada haciendo las maletas para un viaje a su provincia. Ná, no hay problema, Cris, hoy en día puedes verlo todo, a toro pasado, en Youtube.

Cristina también le ha negado a Macri el traspaso de la cuenta oficial de Twitter. Con esto Pimpinela se hacía un remake del “Olvídame y pega la vuelta” versión 3.0.

El gran Nicolás empezó aceptando el desenlace electoral con la deportividad propia del que va con chándal hasta a la cola del supermercado. “Nosotros, viendo estos resultados, hemos venido con nuestra moral, con nuestra ética, estos resultados adversos, a decirle a Venezuela que la Constitución ha triunfado”. De buen rollito, qué chévere.

Luego ya, pasada la efervescencia de la noche electoral, Maduro adelantó que vetará la Ley de Amnistía que propone la nueva mayoría parlamentaria. La pretensión es que los 70 presos políticos recuperen la libertad. Sobre el proyecto que prepara un grupo de constitucionalistas, dijo Nicolás: “Me podrán enviar mil leyes, pero los asesinos del pueblo deben ser juzgados y deben pagar”. Versión madura, que no responsable, del “habla chucho que no te escucho”.

Lo cierto es que comienza una nueva etapa política en Argentina y Venezuela. En Argentina, el nuevo presidente tendrá que alcanzar acuerdos para gobernar, ya que el partido de Macri no cuenta con la mayoría absoluta.

Mauricio ha comenzado su mandato ofreciendo la imagen de un estadista conciliador. Se ha reunido con sus adversarios –en la antesala de las cenas navideñas– como el patriarca de una familia, con diferencias, pero unida ante la necesidad de salir adelante.

El tiempo dirá si se solidifica el propósito de gobernar con talante de consenso, alejado en las formas del de la impetuosa Cristina, o si la magia navideña se desvanece como un sueño.

En Venezuela no cambian de presidente por ahora. A Nicolás no le caduca el abono presidencial hasta 2019. Eso sí, hay un cambio sustancial. El líder chavista tendrá que gobernar la Asamblea con la oposición en mayoría.

Una oportunidad única para demostrar si la afición por el chándal implica flexibilidad o si el “¡¡bastantes cojones hay aquí!!” pronunciado por su antecesor será la respuesta de Nicolás a cada propuesta de la mayoría parlamentaria.

Estaremos muy pendientes de lo que ocurre en ambos países, por interés informativo pero, sobre todo, por cariño y por los lazos estrechos que nos unen a muchos de aquí con muchos de allí.

Entretanto, podemos inspirarnos para enviar las tarjetas navideñas en alguna frase legendaria de ambas personalidades.

Él: "Si alguien del pueblo vota contra Maduro, está votando contra él mismo, le está cayendo la maldición de Macarapana". (Nicolás Maduro)

Solo superada esta reflexión filosófica por la abuela gruñona de mi amiga Marta con su maldición campestre: “Ortiguita, ortiguita, si me picas serás maldita”. (Por cierto, le bailaron las consonantes, es “Maracapana” el nombre de la batalla a la que se refería)

Muy fan de... el alcalde de Cartagena, el 'sargento de hierro municipal'

Ella: “Miren que no puedo hablar mucho porque a las doce me convierto en calabaza”. (Cristina Fernández de Kirchner)

Así bromeaba Cristina, ante su público incondicional, en su discurso de despedida, cual personaje de cuento.

Desde luego, el día en que Nicolás se una a Cristina en la categoría de expresidentes, habremos perdido un líder y una lideresa, pero habremos ganado una pareja impagable para el show business.

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