Caníbales

Lluvia de aniversarios

Los lunes lluviosos son redundantes. Me gustan. Es mejor todo junto”. El lunes anterior al 15M diluviaba. Cuando la lluvia nos quita ese cielo nuestro -optimista, luminoso y rebelde-, los madrileños nos mustiamos. Agradecemos el agua, pero…

Madrid es duro, árido y espeso.

Sólo nos compensa el cielo.

Por eso, si el agua lo borra, nos refugiamos en el metro y fingimos vivir en Nueva York.

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El martes sigue lloviendo y el vagón está abarrotado de gabardinas y chubasqueros, algunos kindles y un hombre, uno, con un libro en papel. Lee a Petros Márkaris. Suspira. Me mira. Vuelve a suspirar.

- Es que con lluvia el metro se atora y, siempre, siempre, se queda varado en alguna estación.

- (…)

- ¿Tú crees que podríamos vivir bajo tierra?- me pregunta.

- Yo no, que soy claustrofóbica.

- Eso es porque lees en digital, claro, y aquí no tienes cobertura.

- No, es porque necesito el cielo.

- Ah, otra poeta…

Suspira. Baja la cabeza.

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El trayecto se encharca y cuesta una vida llegar a Matadero, el espacio cultural más interesante de Madrid (y el peor comunicado). Pero lo conseguimos: madrileños con branquias y sin paraguas que se abren paso entre la lluvia y el tráfico más denso del año.

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Teníamos ganas de El jurado.

El Teatro Español siempre hace producciones generosas: nueve actores, nada menos, y todos buenos. Más un director como Andrés Lima, que se atreve a cambiar los espacios, a girarlos, a mirar la función desde todas las esquinas: el primer plano, el plano cenital, la visión global. Lo piensa todo y lo piensa diferente.

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Intentamos, luego, concretar otros proyectos, pero estamos agotados porque mayo es un mes de aniversarios: cumplen años todas las promociones escolares y universitarias en las que nos graduamos el siglo pasado. Andamos de fiesta en fiesta, viendo más viejos a los otros, viéndonos más delgados a nosotros.

Los años nos dividen: a unos los dejan sin pelo, a otros nos dejan en los huesos.

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Son fiestas que me estresan. Juntan pasado y presente. ¿Hablo con la gente con la que fui o con la gente con la que soy?

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Mientras, algunos esperan ansiosos el domingo. El 15M cumple cinco años y los tuiteros afilan el balance.

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Dormimos. Despertamos”.

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Interesante ver qué han hecho estos sesenta meses con algunos protagonistas. Los que ahora están en las empresas, instituciones y campañas. Los que se fueron a sus casas, a otros países, a otras vidas. Los que no pisaron las plazas y ahora se ponen las medallas.

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A mí el 15M me pilló en Barcelona.

(Una vez que los madrileños asumimos que en Catalunya nuestra ciudad es la personificación del mal -“Madrid impone…” seguido de algo estrepitoso y hasta innecesario, como prohibir una estelada-, Barcelona nos regala amigos para siempre).

Mi móvil despertó en el AVE. Y se mantuvo insomne toda la primavera. Recorríamos Madrid a pie y veíamos las calles inundadas de gente buena. Más allá de su edad, estado laboral y clase social, todos intentaban responsabilizarse de esta democracia que habíamos tenido delegada.

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Cinco años después, Madrid celebra el aniversario lleno de niños vestidos de chulapos (¿qué hemos hecho para merecer esto?). Claro que también se ha llenado de haters que no dudan en qué odio hay que estar. O sea: ¿Eres de los que crees que lo de Ana Pastor en la Puerta del Sol es oportunista o, desde el extremo opuesto, piensas que el periodismo siempre es perfecto?

El único término medio es el silencio.

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Pero…

El silencio puede ser cómplice. El silencio no siempre es inocente.

(En mi caso el silencio es refugio, duda y una curiosidad: ¿qué cereales desayunan los que tienen opinión para todo?).

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“¡Cuán gritan esos malditos!”

La vida como materia literaria

La vida como materia literaria

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Sin gritos, con verdad, cada aniversario y siempre se puede volver a este trabajo excepcional de Carmela Ríos que consiguió el premio Ortega y Gasset de periodismo y que contó el 15M de una forma extraordinaria: libre, objetiva, leal.

P.D.: sobre lo de Ana Pastor merece la pena esta visión de Sergi Pàmies.

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