Caníbales

El “tú” frente al “yo”

El domingo me despertó el vecino cantando una versión muy desafinada y muy sentida del himno del Madrid. Se lo agradecí porque Pepe me había invadido el sueño y estaba en plena pesadilla.

Fútbol es fútbol”.

Y también es otras cosas.

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Intentando controlar la ansiedad, el sábado nos habíamos sumergido en esta vida de ocio y cultura, de puro vicio, que mi madre considera demasiado estimulante. Empezamos con un concierto de piano en el que faltaban varios niños:

- Perdón, perdón, me dicen que no vienen por la final de la Champions… ¡Pero si es por la noche…!- se desesperaba la profesora.

- Nadie es dueño de sus nervios.

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Por la tarde, Bernat Mestre nos invitó a ver Cabaret. Íbamos en el metro contando cuánta gente había presumiendo del Madrid (bufanda al cuello, camiseta, bandera como falda) y cuánta del Atleti (más modestos: sólo camiseta o bufanda). A ojo nos salía una proporción de 85-15.

A ojo. Luego encontré este mapa de aficiones que nos corrige: el 62% de los madrileños son del Madrid (dicen). Tendrán razón, pero en la calle había ocho vikingos por cada indio.

(Nosotras no sumábamos: llevábamos la camiseta de Koke en la mochila, listas para cambiarnos al acabar la función).

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Cabaret siempre es duro y estimulante. Y, al salir, nos sorprendió un Madrid desierto y lluvioso. Nos recogió un autobús embalado y entramos en otra dimensión.

El conductor escuchaba el partido a todo volumen y corría por las calles con la misma rabia que Pepe, y nada del talento de Gabi.

(Perdón: se me notan demasiado los colores)

Fuimos a la última fila para ponernos la camiseta y, de repente, nos dimos un susto de muerte: en el autobús, sólo había mujeres. Como si alguien hubiera exterminado a los hombres. 19 pasajeras, 19 mujeres.

Para los frívolos malpensados, ninguna llevaba bolsas. No venían de compras. Venían de trabajar, de socializar, del cine, de estar con enfermos… Venían sin prisa por un partido.

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Elena Medel define feminismo con una sola palabra: Igualdad. No es que a todas las mujeres les tenga que gustar el fútbol, pero… hay algo muy inquietante en un autobús sin hombres. Casi tanto como en un consejo de administración sin mujeres.Igualdadhay algo muy inquietante en un autobús sin hombres. Casi tanto como en un consejo de administración sin mujeres

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Afortunadamente, nos esperaban en la casa de un gran hombre, una casa llena de integridad y nervios.

Entramos y empezó a jugar bien el Atleti. Presionaban y no daban ni un balón por perdido. Hasta que falló Griezmann el penalti y uno de los nuestros dejó de ver la tele. Marcó un golazo Carrasco. Respiramos.

Prórroga.

Nada.

Decidimos que preferíamos el gol de oro.

- ¿Pero cómo van a ganar la champions por penaltis? ¡Es como jugárselo a pares y nones!

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Y, sí, claro, lloramos.

Lloramos con Juanfran.

Y, luego, nos entró la risa con Cristiano Ronaldo.

Con la camiseta en la mano, los abdominales en primer plano y esas declaraciones grandilocuentes sobre “el gol de la victoria…”, “he tenido una visión…”. Sin abrazar a sus compañeros pero utilizando al público del estadio como un inmenso espejo.

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Con la banda sonora del vecino, leí el domingo una entrevista con Javier Urra. Hablaba de “Educar en el tú y no en el yo” (“tú eres importante pero todo lo demás también”).

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Les decimos a los niños que hagan deporte por aprender a superarse y a trabajar en equipo. Les decimos eso y luego rodeamos de micrófono a un chaval millonario que cree que juega solo.

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Cuando los cachorros rojiblancos se despertaron me hicieron tres preguntas:

- ¿Por qué llevan los futbolistas esos peinados tan elaborados que ni siquiera les quedan bien?

- ¿Por qué, si Cristiano es un creído, todos le abrazan como si fuera un héroe?

Y, entonces, ¿para qué combatimos?

- ¿Por qué nos despertamos contentos?

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Sólo supe contestar la última. Quizá porque, educados en el tú, también saben cuáles son los principios de su “yo”: nadie les iba a convencer de que no felicitaran, de corazón, a sus amigos vikingos; y tampoco de que no salieran a la calle vestidos del Atleti, leales y tranquilos.

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