Buzón de Voz

El 'rey Mariano' a día de hoy

Ha dedicado Mariano Rajoy dos semanas y media a una ronda de contactos en los que ha podido comprobar que los dirigentes del resto de formaciones con representación parlamentaria le dicen en privado más o menos lo que le venían diciendo en público. De modo que Rajoy ha ejercido más de rey Mariano que de candidato de la minoría más votadarey Mariano, puesto que no ha abordado hasta ahora negociación alguna con nadie sino simples sondeos para preguntar por la disposición de cada cual ante una primera sesión de investidura. Ese papel corresponde precisamente al Rey, según el artículo 99.1 de la Constitución: “el Rey, previa consulta con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del Presidente del Congreso, propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno”.

El rey Mariano no termina de asumir sus obligaciones constitucionales, hasta el punto de que este miércoles ha vuelto a insinuar la posibilidad de dar una espantadasi no tiene la “certeza total” de contar con los apoyos necesarios. Si respetara el texto constitucional tanto como defiende la inconveniencia de reformarlo, sabría que el punto 2 de ese mismo artículo 99 dice: “el candidato propuesto conforme a lo previsto en el apartado anterior expondrá ante el Congreso de los Diputados el programa político del Gobierno que pretenda formar y solicitará la confianza de la Cámara”.

El rey Mariano no tenía ningún derecho a “declinar”, como hizo el pasado 22 de enero, la propuesta que el Rey iba a trasladar al presidente del Congreso. Colocó al Jefe del Estado en muy mal lugar y este a su vez dejó al presidente del Congreso, Patxi López, mirando al tendido, como si fuera el chico de los recados y no el máximo representante del poder legislativo, que es quien elige al presidente del Gobierno. Si Pedro Sánchez hubiera actuado entonces como Rajoy, no habría peligro de unas “terceras elecciones”, simplemente porque aún no habríamos celebrado las segundas.

El rey Mariano, por tanto, no tiene tampoco derecho ahora a amenazar con volver a hacer mutis por el foro con la única y evidente intención de presionar (aún más) al PSOE para que se comprometa a facilitarle los votos que él no es capaz de lograr para obtener la investidura. Aunque sea como ya ha anticipado Ciudadanos, absteniéndose en la segunda votación, que se produciría a las 48 horas y que ya sólo exige mayoría simple.

El rey Mariano, que desde el mismo 26J ha reclamado “máxima celeridad” a los demás partidos para formar Gobierno “a finales de julio o como muy tarde a principios de agosto”, ha perdido casi tres semanas en comprobar que obtener un 33% de los votos significa que el 67% restante no es, en principio, muy partidario de llevarte en volandas al Gobierno. No lo son los electores y tampoco deben serlo sus representantes respectivos si pretenden continuar siéndolo mucho tiempo.

El rey Mariano ha concluido su ronda de contactos reuniéndose con el adversario en quien, desde la misma noche del 26J (de hecho desde el 20D), ha depositado toda la confianza para que le mantenga en el Gobierno. Pedro Sánchez le ha trasladado que “a día de hoy el PSOE votará en contra de la investidura del señor Rajoy”, y le ha instado a recorrer el camino que hay entre los 137 escaños que tiene el PP y los 176 de la mayoría absoluta. Es decir a negociar y obtener el “sí” de “aliados potenciales” entre los que no se encuentran los socialistas.

El rey Mariano podría haber interpretado la repetida expresión de Sánchez (“a día de hoy”) como una incitación a desviar la presión hacia Ciudadanos hasta convencerle de que vote sí y le ayude a acercarse mucho más a la mayoría necesaria. Incluso que trabaje con los partidos nacionalistas sobre la posibilidad de alguna abstención más.

El rey Mariano ha escuchado a Sánchez reiterar un contundente “no”. Y le habrá oído también proclamar que “el PSOE estará en la solución” para evitar unas terceras elecciones. A día de hoy, cabe interpretar esta advertencia de Sánchez de dos formas: o está dejando una puerta abierta a facilitar (con o sin condiciones) un gobierno del PP si éste se queda a falta de muy pocos votos, o bien Sánchez no descarta intentar de nuevo la investidura, ya sea convenciendo a Podemos y Ciudadanos o a Podemos y los grupos nacionalistas (aunque sabe que esta última opción es rechazada por la mayoría del Comité Federal, que el pasado sábado le endilgó la gestión envenenada del “no” a Rajoy).

Un desprecio olímpico

El rey Mariano podría haber empezado por negociar con Ciudadanos un programa de legislatura, pero ha preferido estirar sus “contactos regios” durante más de quince días y sólo después, o sea este mismo miércoles, ha enviado a todos sus interlocutores un documento de 55 páginas titulado Programa para el Gobierno de España. Como es lógico cuando apenas se ha dialogado con nadie, los contenidos de esas propuestas del PP difieren poco de las hasta ahora conocidas.

A día de hoy, por tanto, estamos aparentemente donde estábamos la noche del 26J. Aunque sólo aparentemente. Por el camino se han ido visibilizando múltiples ejercicios de presión política y mediática, con ejemplos que rozan el esperpento (como la encuesta publicada por El País sobre el supuesto apoyo masivo del electorado del PSOE a una abstención en la investidura de Rajoy). Sólo desde el puro tacticismo político y el juego de las presiones puede interpretarse también esa amenaza de Mariano Rajoy de no acudir a la investidura, que al parecer calcula para el 2 de agosto, si previamente no tiene garantizados los apoyos para la segunda votación.

Es cierto que a nadie le parece buena idea volver a las urnas por tercera vez. Pero a la vista de su actuación desde el 26J, se diría que el rey Mariano sigue sin asumir lo que significa un Parlamento multipartitorey Mariano, ante el que está obligado constitucionalmente a presentarse para seguir en la Moncloa o para ser derrotado. En cuanto el Rey, que es quien debe hacerlo tras una ronda de contactos, lo proponga.

Más sobre este tema
stats