Buzón de Voz

El Club de los Intereses Mutuos

¿Existe algún nexo entre hechos tan aparentemente distintos como el gatillazo de Soria en el Banco Mundial, las presiones para la formación de nuevo Gobierno, las causas por corrupción en el PP y la imposición casi absoluta del discurso único en los medios de comunicación? Lo hay. Se trata de lo que podría llamarse Club de los Intereses Mutuos, en el que se protegen (cueste lo que cueste) las posiciones de poder y las estupendas remuneraciones que mantienen desde hace años determinados políticos, empresarios, banqueros, altos ejecutivos y editores.

Si no fuera por la distorsión que produce la existencia de esa mutualidad de intereses particulares, el debate de fondo al que deberíamos estar asistiendo desde el pasado 20 de diciembre tendría que referirse a las medidas necesarias para sostener el Estado de bienestar, a las posibilidades de acordar un nuevo modelo territorial que evite rupturas nacionalistas, a la lucha contra la desigualdad y la precariedad o a la capacidad real del Gobierno español para ejecutar políticas nacionales distintas a las marcadas por el núcleo duro de la Unión Europea y las instituciones (fallidas) del euro.

La democracia no está “en funciones”, de modo que lo exigible a las fuerzas parlamentarias (más ‘viejas’ o más ‘nuevas’) sería una profunda discusión política e ideológica, cargada de datos y argumentos, que permita a la ciudadanía conocer las opciones reales de cambio y regeneración y las posibilidades de puntos de encuentro que favorezcan la formación de gobiernos capaces de representar a una mayoría social expresada en las urnas.

Tal debate no se produce, entre otras razones, porque el Club de los Intereses Mutuos tiene prioridades más simples y prosaicas. El caso Soria es un ejemplo más. Lo trascendente no es tanto lo que finalmente ocurra con el destino particular del exministro sino la evidencia de que el jefe del Gobierno de España, su vicepresidenta, su ministro de Economía, la secretaria general del partido que lo sostiene y su locuaz portavoz en el Congreso pueden mentir descaradamente a la ciudadanía y continuar en sus puestos (en funciones) como si nada hubiera pasado. De Guindos y Rajoy no cometieron “un error”, como repite cansinamente todo el aparato mediático de propaganda, sino que se inventaron un concurso público que no existía y forzaron una decisión política irregular para colocar a su amigo y compañero de club en el Banco Mundial, con un sueldo de más de 200.000 euros anuales (libres de impuestos, como le gusta a Soria).

¿Qué regeneración?

Ojalá fuera cierto lo que tanto se ha celebrado en las redes sociales, y fuera la sonora protesta ciudadana lo que hubiera frenado la pretendida cacicada. Desgraciadamente no es así. Si no faltaran dos semanas para las elecciones gallegas y vascas, y nombres del peso de Núñez Feijóo o Alfonso Alonso en el PP no le hubieran advertido a Rajoy algo así como “¡vamos a hacer el ridículo en las ruedas de prensa y en las urnas!”, José Manuel Soria sería director ejecutivo del Banco Mundial con absoluta seguridad. ¿Acaso no mintieron también para proteger a Arias Cañete y ubicarlo como vicepresidente de la Unión Europea? ¿Qué me dicen de Rita Barberá, paciente tras los visillos y blindada en el Senado mientras todo su equipo desfila por el juzgado? ¿Acaso no intentó Rajoy colocar como presidente del Congreso a su amigo Fernández Díaz, el ministro del Interior más incompetente de la historia reciente de España (¡y ya es difícil superar a algunos predecesores!)? ¿Admite alguien apuestas sobre los flamantes destinos que, en caso de continuidad de Rajoy, esperan a ilustres y contrastados mentirosos como el mismo Fernández Díaz, María Dolores de Cospedal o Luis de Guindos? 

No hay regeneración posible mientras desde la propia política se considere (como lo considera el pacto de los montesfirmado por PP y Ciudadanos) que el baremo de calidad ética se mide en los tribunales y no en sede parlamentaria. Si de verdad se cree y se defiende la separación de poderes, ya sobra la discusión sobre el momento procesal en que un político tiene que irse a casa: pues cuando es imputado o investigado o como quiera llamarse. Simplemente cuando existe una acusación y hay más pruebas de culpabilidad que de inocencia, y con la garantía de que si finalmente se demuestra esa inocencia, también debe ser restaurada por completo la dignidad del sujeto.

Pero al margen del camino judicial, estamos hablando de regeneración política y de calidad democrática. ¿En serio alguien supone que un jefe de gobierno podría seguir siéndolo en Alemania, en Francia, en Reino Unido o en Estados Unidos después de las mentiras sostenidas para colocar en el Banco Mundial a un tipo al que se obligó a dimitir como ministro precisamente por haber mentido sobre sus intereses en paraísos fiscales? (No lo digo yo, lo dijo el titular de Hacienda, Cristóbal Montoro). ¿De verdad pretenden que basta con el gatillazo o marcha atrás para dar carpetazo al asunto Soria y seguir adelante con la ya conocida cantinela de que “ha sido un error” y “rectificar es de sabios”? Pues sí. Lo pretenden, porque el Club de los Intereses Mutuos, con la mentira como arma de intoxicación masiva, es lo que ha venido funcionando en España durante años.

El poder del 'Ibex-5'

Pedro Patiño: Las grandes historias siempre son colectivas

El Club de los Intereses Mutuos no está formado exclusivamente, ni siquiera principalmente, por miembros de la alta dirigencia del PP que se van ofreciendo bicocas unos a otros o van saltando con éxito comercial entre lo público y lo privado (Pedro Morenés, sin ir más lejos). Las vergonzosas presiones que se ejercen sobre el PSOE para que facilite la continuidad del PP en el gobierno proceden sobre todo de ámbitos económicos, financieros y mediáticos. Esas voces suelen englobarse bajo la expresión Ibex-35, cuando en realidad habría que llamarlo como mucho Ibex-5, puesto que el Poder en mayúsculas se concentra en tres grandes compañías y dos grandes bancos. De ellos dependen no sólo los resultados y la financiación de muchas otras empresas sino también la supervivencia de los principales grupos mediáticos, especialmente los más endeudados. Pero también la sostenibilidad particular de quienes forman el Club de los Intereses Mutuos. Con sus salarios, bonus, fondos de pensiones millonarios, etcétera.

La prolongación de la incertidumbre política debería servir para desactivar en parte el discurso del miedo. Llevan año y medio pronosticando la catástrofe económica por culpa de la fragmentación parlamentaria. Los datos de crecimiento y empleo, tras casi nueve meses de gobierno en funciones, no han empeorado, lo cual confirma lo que ya sabíamos por mucho que lo negaran: gran parte de las políticas que se practican no dependen del Ejecutivo nacional sino de Bruselas, del BCE, del FMI, de los grandes fondos de inversión internacionales, que por cierto siguen sus propias dinámicas especulativas, mayormente ajenas a las coyunturas políticas internas.

No nos engañemos. A las grandes compañías del Ibex les interesa lo que denominan “estabilidad” y “certidumbre”, lo cual se traduce en garantías de que podrán seguir practicando esa ingeniería fiscal que les permite legalmente aumentar beneficios sin apenas pagar impuesto de sociedades, como venimos publicando en infoLibre. Y a quienes componen el Club de los Intereses Mutuos lo que les importa es su particular destino, gobierne quien gobierne. Si se cierra la puerta del Banco Mundial, otra se abrirá más pronto que tarde.

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