Muy fan de...

Muy fan de... Rato, Blesa y sus tar-jetas

Hoy es el día, comienza el juicio de las tarjetas black de Bankia. Están convocados Rato, Blesa y 63 titulares más (banqueros, políticos de distintos colores, empresarios y sindicalistas) a sentarse en el banquillo de la Audiencia Nacional.

Cual selección futbolística bajando por la escalinata de un avión, señores trajeados y en perfecta alineación tendrán que explicarle al Tribunal, con la mano en el pecho y mirando al cielo, la negra historia de esas tarjetas a las que borraron el oso de tanto usarlas. Muy fan.

Han pasado más de dos años desde que supimos del episodio tarjetero que se escondía dentro del saqueo de Bankia, pero no hemos podido olvidarlo.

Es que el blackgate simboliza esa manera tan ibéricamente descarada de darle al gusto y al gasto con dinero de todos. Un ejemplo perfecto y vistoso de la burbuja de impostura que estalló en la cara de idiota de todo un país. Aún tenemos restos de goma de mascar en los mofletes.

Cómo olvidar la diversidad y el colorido de los gastos: lencería, servicios funerarios, dietas de adelgazamiento, joyas, comidas de distintos formatos... ¡Masajes! Claro, alguno tendría tendinitis de tanto teclear el pin.

Y cómo borrar de nuestra memoria la presunta desfachatez de quienes veían absolutamente normal eso de cargar a “la empresa” tres mil pavos en copas –en un solo día–, o unas sagradas piezas de arte sacro, o la compra en la frutería, “¿quién da la vez?”.

Tan eclécticos sus gustos, nosotros tan fans.

La tragicomedia de este escándalo tiene dimensiones como para protagonizar un capítulo del programa de la Fox: “Hoy en Megastructuras, las tar-jetas”.

Y verán, tengo que confesar una debilidad humorística, cada vez que imagino a uno de “Los Magníficos” entregando la black en un mostrador, con la firmeza propia de un bandido del lejano oeste que lanza su moneda contra la barra para pagar el whisky, mi mente traicionera rompe la tensión dramática de la escena con la irrupción de un cuplé picarón entonado por el camarero y los clientes del saloon:

♪“¿De dónde saca pa tanto como destaca?”♪.

La respuesta a esta pregunta cupletera está muy alejada del misterio. Todos la conocemos. Lo que les hacía destacar lo sacaban de la Caja, de la misma que vendía preferentes, de la Caja quebrada y rescatada por nosotros, los rescatadores, con 23.465 millones de euros, según la cifra oficial, el doble, según los peritos de Banco de España, Busquets y Nogueras.

Ahora toca cantar una explicación ante el juez y no la entonará “La chica del 17” sino “Los chicos de los 12”... millones de euros. Ese pastón que se pulieron con las black, dejando los cajeros tiritando más que un chiguagua.

Blesa ha corrido a devolver lo gastado con su tarjeta opaca, 436.866 euros en dispendios varios y diversos: hoteles, joyas, viajes. 1.543'36 solo en heladería. Diría el forense de Gila: “Mucho helao pa un adulto”. Se ve que hacía la dieta del cucurucho, declarar poco y gastar mucho...

Sí, Miguel ha devuelto el pastón, como algunos otros. Seguro que la conciencia le estaba haciendo rozadura en el corazón, seguro que ha tenido un ataque de honradez, seguro que ha pensado: “ese pastón en gastos de representación, que no, que no, que no me representa”. Seguro que no es una manera de tratar de rebajar la pena, penita, pena de seis años seis añosque solicita Anticorrupción para el probe Migué...Seguro.

Rodrigo Rato también tomará asiento en ese banquillo, por prolongar la vida de las black, que heredó de su antecesor en el cargo, y por pulirse su propia tarjeta con más ritmo que cuando tocaba la campanita. ♪¡Ay campanera! ♪

Cuenta Iñigo de Barrón en El País, que el padre del milagro económico español habría creado nuevas tarjetas black cuando De Guindos limitó su salario –es duro llegar a fin de mes con 600.000 euros al año–, y que las canceló el día que llegó Goirigolzarri a la entidad.

Venga, voy a confesar otra debilidad. Saben ustedes que Francisco Verdú Pons, exCEO de la entidad y uno de los cuatro directivos que no hicieron uso de las tarjetas –sin ser ellos extraterrestres, ni nada de eso–, explicó al juez Andreu que cuando Rato le ofreció su black, él le respondió: “Esto es mala praxis”. Vale, pues cada vez que leo y releo la frase, no puedo evitar imaginar a Don Rodrigo, defendiéndose ante el juez en modo Chiquito de la Calzada:

“¡Una mala praxis la tiene cualquiera!”

Aunque, mirándolo bien, hacer chistes con la negra realidad no es debilidad sino fortaleza. El humor es una manera de contraatacar a quienes se ríen en la cara de los más frágiles.

¿Trump es positivo?

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Hoy empieza el juicio de “Las Black”. Los implicados dirán, tal y como se prevé, que las tarjetas eran parte de su sueldo.

Que la justicia sea seria y que nosotros continuemos de risas al imaginar, por ejemplo, a Miguel y a Rodrigo, gritando, desmelenados y con sus caras pintadas de verde, en modo Braveheart:

“¡Podrán quitarnos la VISA, pero jamás nos quitarán la libertad!”.

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