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Cifuentes: discurso progre con contenido ultra

Beatriz Gimeno

El año y medio que llevo peleando en la Asamblea de Madrid contra el Gobierno de Cifuentes me ha bastado para reconocer su estrategia a la perfección; más aún porque es una estrategia que ya viví, como activista LGTBI y feminista, con Gallardón. Éste tenía ambiciones que iban más allá de su ministerio y es obvio que Cifuentes las tiene más allá de la Comunidad de Madrid. Ambos utilizan un discurso que es moderno en las formas, que pretende ser transversal y llegar a gente que, en principio, no votaría al PP más rancio pero que, al mismo tiempo, no pretende en ningún momento combatir a ese PP, al PP más ultra, al vinculado con los sectores más reaccionarios de la Iglesia. Ni quitarle poder ni molestarle en su coto particular que es la enseñanza concertada y privada. Cifuentes pretende defender los derechos de las personas LGTBI, y pretende ser feminista, al mismo tiempo que blinda el poder de los sectores más antifeministas y lgtbifóbicos del PP y lo hace, además, en los espacios en los que hay que combatir la lgtbifobia o el machismo: en la educación y sus espacios simbólicos, como la familia.

Cuando estuvimos discutiendo las popularmente llamadas ley trans y ley contra la lgtbifobia, ya se vio que lo que más le importaba al PP era la cuestión de la educación. Ahí la discusión fue encarnizada, pero estaban en minoría y perdieron. No les quedó más remedio que aprobar leyes que introducen de manera obligatoria la educación para la igualdad en todos los niveles educativos y en todos los centros escolares: públicos, concertados y privados. A ver cómo lo hacen. Porque, efectivamente, no nos engañemos, lo que ellos llaman “ideología de género”, es decir, la ideología de la igualdad entre hombres y mujeres, así como el igual valor entre las diversas orientaciones e identidades sexuales, es contraria a la ideología que mantiene la Iglesia como institución. Para cumplir la ley, Cifuentes tiene que enfrentarse a lo que los centros concertados y privados de la Comunidad de Madrid creen tener derecho: transmitir enseñanzas e ideologías contrarias a los derechos humanos y las leyes. En este tiempo, mientras hace enfáticas declaraciones a favor de los derechos de las personas LGTBI, Cifuentes ha puesto la Consejería de Educación en manos del sector más ultracatólico y conservador de su partido. Una cosa es que ella sea moderna, y otra que dicha modernidad pueda alterar el poder que estos sectores vienen manteniendo en el ámbito de la educación. La presidenta regional no combate el odio o la discriminación en la escuela.

Lo mismo hace con la cuestión de la familia (que no las familias). Mientras se reúne con asociaciones LGTBI que le hacen la ola a la moderna presidenta, el consejero correspondiente presentaba en mayo pasado su Estrategia de apoyo a la Familia de la Comunidad de Madrid. La estrategia está clara desde el principio, desde el mismo título: “la Familia” no incluye a las familias LGTBI. Tampoco las menciona en el texto. Cuando incluye estadísticas de matrimonios, parejas de hecho, divorcios... no incluye a las parejas del mismo sexo que, ¡sorpresa! Se casan y divorcian.

Cuando habla de parejas que conviven con hijos... no habla de las parejas del mismo sexo: ¡sorpresa también! Con respecto a las estadísticas de empleo, desempleo, pobreza, salarios máximos o mínimos, hogares monomarentales o monoparentales... Según el PP no hay personas y familias LGTBI en ninguna de esas situaciones. Esta estrategia se supone que sirve para ofrecer servicios, apoyo, información, ayuda, bonificaciones, subvenciones, becas... todo esto le es negado a las familias LGTBI. No existen para Cifuentes. El sueño de la Conferencia Episcopal y del Foro de la Familia.

La acción del PP es más bien una apuesta ideológica propia de la extrema derecha, además. No sólo por el borrado absoluto al que somete a las familias LGTBI, sino porque defiende un modelo de familia y de sociedad completamente escorado hacia posiciones ultras. Por ejemplo, con menciones innecesarias a la defensa del “niño por nacer”, al que le hace depositario de derechos que únicamente lo son de los nacidos. Aquí no se habla de “concebido y no nacido”, ni de “nasciturus”, como dice la Constitución, ni se dice “vida humana desde el momento de la concepción”, ni se habla del embrión o del feto a los que se refiere la literatura médica. Aquí un embrión de dos semanas es un “niño”. Ya sabemos qué significan esas menciones y Cristina Cifuentes, defensora del derecho al aborto, también lo sabe. Lo que pasa es que para ella es más importante poner aquí una vela a los sectores más antifeministas que asegurar ese derecho fundamental del que, por otra parte, ella y su familia siempre van a poder hacer uso en caso de necesitarlo. Otras mujeres no podrán hacerlo, millones de mujeres hoy se dejan la vida al tratar de hacerlo.

Por si esto no contuviera ya bastante ideología reaccionaria, la Estrategia para La Familia pretende aumentar el permiso de maternidad y hacerlo aún más desigual. Decenas de estudios han demostrado que el factor fundamental de la discriminación de las mujeres ante el empleo es que somos consideradas mano de obra de alto riesgo porque parimos y luego cuidamos. Esto es un derecho, pero seguirá siendo también una discriminación mientras los padres no se ausenten de sus puestos de trabajo el mismo tiempo que las madres y, así, las empresas a la hora de contratar no tengan preferencias por uno u otra. Además, cuidar a sus hijos e hijas es también un derecho negado hasta ahora a los padres. Cifuentes no sólo ignora todos los estudios y también todas las experiencias internacionales en este sentido, sino incluso a su propio partido que ha votado dos veces en el Congreso de los Diputados para equiparar los permisos de maternidad y paternidad: en 2012 y en 2016. ¿Les suena? Igual que hacía Gallardón.

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Así que la moderna Cifuentes es en realidad la reaccionaria Cifuentes también en los temas de los que ella más presume: igualdad de género y diversidad sexual. No obstante tiene un problema, y es que las dos leyes aprobadas ya mencionadas obligan a que la enseñanza a favor de la diversidad sexual entre en las aulas. No hacerlo es incumplir. Ella no va a forzar a la escuela ultra, pero los colectivos LGTBI y los partidos que les apoyamos, Podemos desde luego, no vamos a dejar de demandárselo durante toda la legislatura, así como denunciar cualquier incumplimiento. Se trata de leyes que se han aprobado, y con el voto favorable del PP, además. Su incumplimiento no puede salirles gratis. La Estrategia de apoyo a la Familia de la Comunidad de Madrid es un texto que recomiendo encarecidamente si es que alguien tiene alguna duda acerca de lo que, en realidad, defiende el Gobierno de Cifuentes.

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Beatriz Gimeno es Responsable del Área de Igualdad de Podemos en la Comunidad de Madrid y diputada en la Asamblea de Madrid.

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