Desde la tramoya

Operación Triunfo

"Demos por concluida la Operación Triunfo que empezó en julio de 2014. Empecemos a tomarnos en serio a España y al PSOE". Así habló en Twitter el presidente de Aragón, Javier Lambán, el día 30 de octubre, justo después de la dimisión de Pedro Sánchez. Se refería el barón maño a los dos años que Sánchez lideró el PSOE. Cabe deducir que esa época de Operación Triunfo estuvo marcada por la frivolidad y el espectáculo televisivo. Operación TriunfoAhora ya el PSOE debe tomarse las cosas en serio, se nos recomienda.

A mi no me importaría nada que el PSOE, de algún modo, se empeñara en una "operación triunfo". No me refiero yo, como Lambán, al conocido show de los cantantes, sino a una estrategia que lleve a los socialistas a triunfar a medio plazo cuando tenga que someterse a elecciones.

Para ganar, es absolutamente imprescindible que haya una líder o un líder. El PSOE ha pospuesto indefinidamente esa exigencia, suponiendo que primero debe hacerse la enésima reflexión sobre el "qué" y luego decidir "quién". Mi querido amigo José Andrés Torres Mora ha defendido esa misma tesis en estas páginas. Primero el proyecto, luego el liderazgo.

De forma que ahí tenemos al Partido Socialista, una vez más, reflexionando y definiendo su "proyecto". Un partido nítidamente socialdemócrata, cuyo ideario es bien conocido por los españoles, incluso en sus contradicciones, que ha gobernado España 21 años y todas y cada una de las comunidades autónomas, y que tiene propuestas hasta para la cría del caballo asturcón, se ve que tiene que volver a pensar en su proyecto... A mi más bien me tienta pensar que esta espera sine die sólo tiene como causa dar tiempo a que Susana Díaz decida venirse a Madrid.

En mi opinión, da igual lo que tarde en decidirse. Ella no podrá liderar el PSOE. Ha dividido a su partido en dos mitades que aún siguen enfrentadas. Ha estado desde el primer día conspirando (siempre en la sombra) con posibles aliados frente a quien fuera, con su apoyo, su secretario general. No podrá dirigir a los socialistas aunque quiera, a menos que milagrosamente no se presente nadie más que ella.

Tampoco podrá Pedro Sánchez. Demasiada animadversión por parte de los cuadros territoriales del partido, sin los que no se puede ganar a los militantes que en último término decidirán. Demasiados errores de última hora. Demasiado confusa y sospechosa su conversión al "populismo" ante Jordi Évole.

La candidatura temprana y no confesada de Patxi López ha encontrado acomodo en las páginas de El País recientemente, con llamada en primera página, tribuna larga y noticia interior sobre el supuesto consenso que lograría entre los líderes territoriales. Pero Patxi tiene serios problemas. Perdió tras una legislatura como lehendakari que resultó anodina, y que fue posible por el apoyo que le prestó el PP. No capitalizó en absoluto el éxito de gobernar Euskadi justo cuando ETA se retira, momento que le pilla inusitadamente en Nueva York. Es, además, demasiado conocido y poco estimulante para un electorado que sólo votaría al PSOE si se le emociona con algo.

Josep Borrell habría sido un buen candidato si no hubiera sido por su paso por Abengoa, y por esa denuncia de la que hemos tenido noticias hace poco, que le presenta como un señor rico e imprudente, que invirtió 150.000 euros sin saber dónde ponía el dinero y que fue estafado a pesar de su amplia preparación económica.

El nuevo líder del PSOE puede ser joven o mayor. No importa la edad. Pero sí debe ser nuevo para la gente. Digamos que para refundar al PSOE hay que refundar su liderazgo. Una cierta experiencia sería imprescindible, pero recordemos que ni Pablo Iglesias ni Albert Rivera tienen la más mínima experiencia de gestión. Ni la tenían Felipe González o Zapatero cuando llegaron al Gobierno. Tendrá además que ilusionar a los jóvenes urbanos e ilustrados, un colectivo sin el cual es imposible hoy en día ganar la hegemonía de la izquierda.

Siendo "nuevo", el futuro líder del PSOE deberá tener atractivo suficiente para gustarle a millones de españolas y españoles, que le conocerán sobre todo por la televisión y en contraste con Rajoy, Rivera y, sobre todo, Iglesias. Hacerse un espacio propio frente a los tres no es nada fácil.

El nuevo líder, o la nueva líder, ha de ser impecablemente limpio. Impoluto como una patena. Ni cómodos consejos de administración, ni acciones en fondos de inversión, ni ahorrillos en Andorra, ni nada que se le parezca.

'OT' cierra la polémica de la "mariconez" llamando a respetar "los derechos de autor"

'OT' cierra la polémica de la "mariconez" llamando a respetar "los derechos de autor"

Habrá de defender con claridad la unidad de España, sin hipotecarse al PSC, que ya no tiene ni una fracción de la fuerza que tuvo. Tendrá que explicar cómo se concreta "lo de Granada": ese documento del que todos hablan como fundamento de la ideología federalista del PSOE pero que nadie sabe qué quiere decir a efectos prácticos. El tema territorial podrá no ser fundamental en el momento en que la Gestora decida convocar el Congreso, pero las contradicciones de los socialistas al tratar el asunto catalán ya son insoportables.

Y poco más. Es inmenso el espacio sociológico que ha ocupado tradicionalmente el PSOE y que Podemos lucha por colonizar con un éxito parcial y probablemente ya amortizado. Los socialistas necesitan un nuevo líder o una nueva líder optimista, nítidamente socialdemócrata, audaz y auténtico en sus cualidades personales como lo fue Renzi cuando llegó a la jefatura del Partido Democrático italiano, como es hoy el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, o como fue el primer Obama.

Hacerse con el beneplácito de los líderes territoriales del partido, con el apoyo de la militancia, y con el voto de millones de ciudadanos hoy desencantados, va a ser tan difícil para ese hombre o esa mujer como ganar Operación Triunfo, que es una cosa muy seria.

Más sobre este tema
stats