Telepolítica

El efecto narrativo y el valor de lo inesperado

El debate celebrado este lunes ha servido para que los especialistas en este campo tomen nota de una curiosa experiencia. El hecho de tratarse de un debate a tres no es nuevo, pero sí lo fue alguna interesante peculiaridad. En este caso hubo dos circunstancias especialmente importantes:

 

  • En casi todos los debates entre tres candidatos se suele repetir un mismo esquema, el de que en realidad la batalla central sea entre dos de ellos y haya un tercer asistente, casi como espectador. Aparentemente, este papel irrelevante le correspondía a Patxi López, aunque en esta ocasión su papel resultó de importancia decisiva en algunos momentos.

 

  •  Los órdenes de intervención siempre se sortean sobre la base de que se establezca una igualdad de oportunidades entre todos. Sin embargo, en esta ocasión el orden establecido fue claramente favorecedor para Pedro Sánchez. O el equipo del ex secretario general fue mucho más hábil en las negociaciones previas o la suerte le acompañó hasta el límite máximo.

La posible influencia del debate se podrá analizar el próximo domingo tras la votación final, pero entonces será imposible discernir el efecto real del debate dentro de la gran cantidad de factores que han podido influir en la toma de decisión de los sufridos y meritorios militantes socialistas. Lo que sí podemos es destacar algunos de los aspectos más llamativos de lo ocurrido.

1/ Un alto nivel de preparación técnica. Es apreciable que se trata de tres líderes que acumulan bastantes horas de platós televisivos y que no se sienten intimidados por el medio. Patxi López lleva muchos años a sus espaldas. Susana Díaz sabe lo que es debatir en la siempre complicada e intensa batalla andaluza. Pedro Sánchez ha aprendido muy rápido, a la fuerza. Tuvo que enfrentarse, sin experiencia previa, a los duros debates de las dos últimas campañas frente a grandes dominadores de la comunicación política como Albert Rivera o Pablo Iglesias y sabe lo que es algo que pocos han vivido, un intenso cara a cara presidencial frente a Rajoy. Además, los tres contaban con equipos expertos en la materia que conocen las técnicas del debate electoral.

2/ Los roles de los tres candidatos se cumplieron a rajatabla según lo previsto de antemano:

 

  • Susana Díaz se centró en sus 14 intervenciones en criticar lo que creía que más podía beneficiar a su candidatura: Pedro Sánchez. Sus últimas y sonadas derrotas electorales al frente del partido, su falta de coherencia ideológica y su interés único en un solo asunto, él mismo.

 

  • Pedro Sánchez tenía clara su línea de partida: el poder para los militantes frente a los “notables” del partido; no a la abstención al PP y sí a un PSOE de izquierdas; y que todos los desastres ocurridos se deben a una campaña orquestada en su contra que acabó con su defenestración forzada.

 

  • Patxi López ocupó el único hueco libre en el ring, haciendo de árbitro de la pelea y, de vez en cuando, aprovechando el momento de separar a los contendientes para sacudir algún golpe imprevisto, particularmente contra Pedro Sánchez.

3/ La importancia en el orden de las intervenciones. El primer bloque, dedicado la situación política, fue quizá el más intenso del debate. El orden (Pedro-Patxi-Susana) favorecía inicialmente a Sánchez. Él intervenía en primer lugar, por lo que podía elegir el tema de discusión. Luego hablaba Patxi López, que tendía a enfriar la tensión y, finalmente, Susana cerraba la ronda con ataques directos a Pedro. A continuación, Pedro podía contestar directamente a Susana. El problema que tenía Susana es que no podía responder dando la impresión de que Pedro tenía la última palabra y que la dejaba sin respuesta. En realidad, era un puro efecto narrativo. Lo que ocurría es que después de cada intervención de Pedro, Patxi enfriaba y restaba fuerza a la respuesta de Susana que quedaba diluida. Sin embargo, después de cada intervención de Susana, Pedro podía entrar a contestar con energía. Este juego de turno se repitió en tres rondas y dio la impresión de que Sánchez controlaba la situación. Pero la suerte se le quebró en los últimos tres minutos, que eran además los más delicados puesto que acababan con el cierre de la líder andaluza.

Pedro en su intervención de final de bloque criticó el acoso permanente que había sufrido y lanzó una larga retahíla sobre los ataques que había sufrido por parte del aparato de “notables”. Su evidente intención era la de obligar a Susana a dedicar su intervención final a defenderse de un ataque duro y aparentemente bien documentado. La moderadora le advirtió de que su tiempo había concluido. Lo inesperado surgió a continuación con la intervención de López. De repente, Patxi se encaró con Pedro y le preguntó directamente si sabía lo que era una nación. Pedro, sorprendido, cometió quizá el único error de bulto de la mañana y decidió aceptar el interrogatorio. Contestó afirmativamente y después aceptó de nuevo explicar el significado del término. Balbuceó una respuesta genérica y tuvo que soportar que el candidato vasco se explayara en una larga rectificación de su innecesaria respuesta. El efecto para el espectador era el de recordar la repetida acusación que recae sobre Sánchez respecto a su supuesta falta de preparación política. Por si fuera poco castigo, faltaba aún el final del bloque que correspondía a Susana Díaz. Fue su intervención más dura contra Pedro: “Todos los que te apoyaban te han abandonado, pero el problema no soy yo. Nadie de los que te acompañaban está contigo. El problema eres tú”. Y se acabó.

4/ El nuevo orden de los factores no altera el producto. El segundo bloque estuvo dedicado a la situación económica. Los candidatos aprovecharon para meter por vez primera algo de contenido programático, lo que permitió un breve periodo de distensión. El orden cambiaba respecto al bloque anterior y ahora era Susana-Pedro-Patxi. Es decir, Susana podía lanzar los temas, pero de nuevo no podía rebatir directamente a Pedro, cuyas intervenciones iban otra vez seguidas por el valle que suponían los discursos de Patxi. Después de la primera ronda, Díaz, incómoda ante la imposibilidad de rebatir a Sánchez, decidió saltarse el turno y atacarle tras su afirmación de que la única opción era la de elegir entre dos caminos: o el modelo portugués de alianza de izquierdas o la gran coalición a la alemana protegiendo al PP. Curiosamente, Pedro se equivocó al nombrar al que supuestamente era su referente europeo, al que llamó António Soares, en vez de António Costa. Tuvo la fortuna de que ninguno de los debatientes se dio cuenta del desliz y nadie se cebó con él.

Susana intentó convertir en tema central del debate la inclusión de Irene Lozano en las listas por Madrid, conocedora de que fue un asunto que creó serias disconformidades entre muchos militantes. Pedro pasó acertadamente por encima del asunto para no verse atrapado y recuperó la abstención al PP como centro de su discurso. De nuevo, Sánchez favorecido por el orden de intervención parecía recuperar cierto control de la situación hasta que, de nuevo, López desequilibró la balanza. Vino a colación de una no muy afortunada declaración del ex secretario general en la que invitó al líder vasco a unir sus esfuerzos y a estar abierto a contar con su apoyo. Eligió un argumento que se volvió en su contra, al decirle que algunas de sus ideas las había incorporado ya a su programa como prueba de su espíritu integrador. La respuesta de López fue otra vez directa contra él: “O sea, que como no tienes ideas propias, coges las mías”. Lo malo del ataque es que una vez más se centraba en la posible falta de solvencia de Sánchez que tanto acentúan sus principales críticos. Otra vez se acababa el bloque con el inesperado protagonismo de Patxi contra Pedro.

5/ Y la nueva reordenación de los factores sigue sin alterar el producto. Increíblemente, casi como si de un efecto de trilero se tratara, la reordenación de los cubiletes en el tercer bloque volvió a beneficiar a Pedro y a perjudicar a Susana. Esta vez el orden de intervención volvió a cambiar. Esta vez era Patxi-Susana-Pedro. Es decir, al igual que durante la práctica totalidad del debate, Sánchez tenía siempre la oportunidad de responder inmediata y directamente a las intervenciones de Susana que siempre iban sucedidas por López. Este efecto narrativo repetido toda la mañana daba la clara impresión al espectador de que Susana llevaba la iniciativa, Pedro se defendía y contraatacaba con firmeza y Susana no respondía. La realidad es que no podía porque siempre tenía en medio el turno de Patxi.

Pedro Sánchez en el bosque perdido

Este último tercer bloque fue quizá el menos intenso. Las líneas de discusión eran las mismas de todo el debate y apenas se produjeron sorpresas. Además, teniendo en cuenta que el tema central era “el modelo de partido”, favoreció una discusión poco crispada en la que los tres defendían el respeto a los resultados y la recuperación de la unidad. No faltaron por supuesto los ataques cruzados, pero los frentes de batalla habían quedado fijados tiempo atrás.

 

En resumen, cada uno puede hacer su balance sobre el resultado del debate. Pero dos factores narrativos influyeron directamente en su desarrollo. El orden favoreció indudablemente a Pedro Sánchez casi toda la mañana. A cambio, lo inesperado fue la activa participación de Patxi López, cuyas intervenciones más significativas fueron claramente en contra del ex secretario general.

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