Qué ven mis ojos

No tenían que pedirle un referéndum a Rajoy: tenían que vendérselo

“El patriotismo es el cinismo envuelto en una bandera”.

“Lo único que hago es defender a mi tierra por patriotismo”, dice el dirigente de Nueva Canarias que va a hacer posible que los Presupuestos Generales del Estado salgan adelante. El famoso diputado 176 se presentó a las últimas elecciones en coalición con el PSOE y como abanderado del “cambio político”, pero desde entonces han pasado poco tiempo y muchas cosas que se pueden resumir en que ahora, con Pedro Sánchez de nuevo al mando en la calle Ferraz y las baronesas y barones tan desautorizados por sus militantes que verlos haciéndose los invisibles en sus despachos casi da vergüenza ajena, su partido no parece tan entregado al PP como lo estaba en los meses de plomo de la gestora. A él, sin embargo, el cambio ni le va ni le viene, porque lo que vende no es un asunto ideológico, ni siquiera un acuerdo político, sino sencilla y llanamente un botín: le ha puesto precio a su voto y le ha sacado al presidente del Gobierno, para empezar, doscientos millones de euros y una serie de concesiones para su comunidad.

Y lo más curioso, por llamarlo de alguna manera, es que a la vez que hace eso mantiene que también apoyaría “una moción de censura contra Rajoy que encabezasen los socialistas”. No lo he debido entender bien, porque a mí sólo se me ocurren dos palabras para definir su posición, que son esquizofrénico o cínicoesquizofrénicocínico, pero sus conciudadanos lo llaman héroe, imagino que porque el fin justifica los medios y eso hace que se le aplauda su teoría de que si las cuentas que van a aprobarse en el Congreso “no son lo que necesita España, pero corrigen el trato injusto que se le da a Canarias”, hay que poner la firma en ellas y mirar para otro lado, o cerrar los ojos y tararear el “Poderoso caballero es don dinero” de Francisco de Quevedo, con el que el político comparte el apellido: “Madre, yo al oro me humillo, / él es mi amante y mi amado, / pues de puro enamorado / anda continuo amarillo.” Un poema al que, por cierto, basta con cambiar que llega de las Indias por que se va a Suiza, sustituir “hermoso” por “poderoso” y dejar “Génova” como está, para que parezca escrito hace diez minutos; o si no, lean y juzguen: “Nace en las Indias honrado, / donde el mundo le acompaña; viene a morir en España, / y es en Génova enterrado. / Y pues quien le trae al lado / es hermoso, aunque sea fiero, / poderoso caballero / es don dinero.”

No cabe duda de que son muy interesantes las ventajas para su tierra que le ha sacado el diputado 176 a sus interlocutores en La Moncloa, con quienes se ha deshecho en elogios y que han sido la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y los ministros de Hacienda y de Energía y Turismo. Por ejemplo, algo tan a ras de tierra como conseguir una bonificación del setenta y cinco por ciento para el transporte interinsular de pasajeros por mar y aire, que son siete millones al año y no hay derecho a que paguen más que quienes viajan en el resto de España, y del cien por cien para el de mercancías. Y lo mismo hay que celebrar la promesa de que el plan de empleo se duplique y suba de veintiuno a cuarenta y dos millones; que se inviertan otros cuarenta y cuatro en la construcción y restauración de carreteras o dieciocho en I+D+i y que se destinen ayudas económicas para proteger las costas y los espacios naturales de La Palma, El Hierro y La Gomera.

Pero la pregunta es otra: ¿Da igual cómo y a cambio de qué se saque ese provecho? Si la respuesta es afirmativa y en España los principios se pueden servir de segundo plato con tal de sacar tajada, habrá que tener la hemeroteca preparada para cuando los mismos que hoy suben a los altares por la escalera de incendios, se escandalicen con cosas parecidas cuya única diferencia sea que las hacen otros. Si las reglas son que todo vale, valdrán para todos. Igual que le sirven, por cierto, al dirigente de Nueva Canarias para mojar su pan indistintamente en una salsa o en otra, hasta el punto de que el día en que se celebraron las primarias del PSOE y sus afiliados metieron en las urnas un billete de vuelta para Susana Díaz en el AVE a Sevilla, se le hicieron los dedos huéspedes para escribir un tuit a su por segunda vez nuevo líder: “Enhorabuena, Pedro. Finaliza una etapa dura y meritoria. Ahora a construir las bases del cambio político en España”. ¿Es eso lo que hace con su aval a Rajoy, en muchos aspectos tan similar al de quienes habían dado un golpe de aparato para moverle la silla al propio Sánchez? Eso, por no preguntarnos cuáles lo hicieron, porque si algo demuestran el asunto de los Presupuestos y la habilidad del Gobierno para negociar con otras formaciones y sacarlos adelante es que Rajoy podía haber intentado otros caminos distintos a la abstención del PSOE.

La lección que sacamos de esta operación político-mercantil es que aquí también lo innegociable tiene un precio. No es por mentar la soga en casa del ahorcado, pero qué torpes los secesionistas —no confundir con independentistas— de Cataluña: no tenían que pedirle un referéndum a Rajoy, sólo tenían que vendérselo y caso cerrado. “Más valen en cualquier tierra / (mirad si es harto sagaz) / sus escudos en la paz / que rodelas en la guerra. / Pues al natural destierra / y hace propio al forastero, / poderoso caballero / es don dinero”.

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