Caso Nóos

Corinna, la amiga íntima del rey, ‘llega’ al Congreso

Dónde empiezan y acaban las gestiones de Corinna zu Sayn-Wittgenstein, amiga “entrañable” del rey, para el Gobierno de España es la cuestión central a la que el director del CNI, Félix Sanz, deberá responder hoy en la comisión del Congreso que vigila los gastos reservados. Ya se encuentra compareciendo desde las 12:00. A esta cita, presidida por Jesús Posada, presidente de la Cámara, han acudido un representante de cada grupo parlamentario, excepto del mixto. Así, dentro de la sala están Alfonso Alonso (PP), Soraya Rodríguez (PSOE), Cayo Lara (Izquierda Plural), Josep Antoni Duran i Lleida (CiU), Aitor Esteban (PNV) y Rosa Díez (UPyD).

El Ejecutivo, que había negado que alguna vez encomendase tareas a la aristócrata consorte alemana y consultora o conseguidora internacional, topa ahora con un alud de informaciones que sitúan a Sayn-Wittgenstein en un nebuloso territorio donde confluyen las negociaciones paragubernamentales para calmar a los inversores árabes en el negocio energético y aquellas otras emprendidas para conseguir al yerno del rey un trabajo “digno” en la Fundación Laureus retribuido con un “salario base” de 200.000 euros al año.

Las cosas se complican con los últimos datos

Las últimas noticias sobre la trayectoria socioempresarial de la amiga complican las cosas. Para el Gobierno y para el rey. Porque, según el desmentido inicial del Gobierno a las informaciones sobre la mediación de la aristócrata en asuntos “clasificados”, tal mediación nunca existió. Y, según buena parte de los periodistas más habitualmente conectados con la Zarzuela, la amistad del monarca con la exesposa del príncipe alemán Casimir zu Sayn-Wittgenstein-Sayn ya era desde tiempo atrás agua pasada incapaz de mover ningún molino. Ayer, el diario El Mundo dio al traste con el edificio argumental construido en estos meses: el ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, encargó a la aristócrata que mediase ante los inversores del riquísimo emirato de Abu Dabi. Y fue ella, según el mismo rotativo, quien preparó el guión del vídeo en el que el rey enviaba un mensaje a la cumbre energética World Future Energy Summit, celebrada… el pasado 15 de enero.

Esa nebulosa está tejida con la misma indefinición que desde 1976 ha impregnado las actividades de la Casa Real y la frontera entre su ámbito público y el estrictamente público. Por ejemplo, el SUP, sindicato mayoritario de la Policía, asegura que Sayn-Wittgenstein tuvo protección del CNI durante sus años de residencia en España. Su nombre en clave era Ingrid, sostiene el sindicato. Oficialmente, nada de ello es cierto. ¿Y lo es que vivía en una de las casas forestales incluidas en el perímetro de El Pardo, cuyos terrenos e inmuebles están asignados al uso y disfrute de la Familia Real? Diversas informaciones, con aportación incluida de fotos aéreas y testimonios de vecinos, mantienen que sí. Que Sayn-Wittgenstein vivió en La Angorilla. Y que la propiedad fue reformada con fondos de Patrimonio Nacional.

Safari de Bostwana

¿Despejará el jefe del CNI esas incógnitas? Desde luego, no parece ese el ánimo del Gobierno. Ni el del principal partido de oposición. En abril de 2012, y con los votos de PP y PSOE, el Congreso ya vetó varias preguntas sobre las actividades de Sayn-Wittgenstein. El motivo del veto, también difuso, fue que el Parlamento no debe ni puede entrar en la vida privada del rey. Entonces, acababa de trascender que justamente Sayn-Wittgenstein acompañaba al monarca en el safari de Botswana que le costó un traslado urgente a España, un posterior ingreso hospitalario y, por último, una inédita petición pública de perdón: “Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir”. Con esas palabras se disculpó el rey el 18 de abril. Entre las actividades profesionales de Sayn-Wittgenstein se cuenta su pertenencia como relaciones públicas a Boss Guns, uno de los más antiguos fabricantes británicos de rifles de caza. Algunos de los correos que la amiga del rey cruzó con Urdangarin están escritos, precisamente, desde el dominio de esa compañía.

Obligación de guardar silencio

Once meses después del primer veto en el Congreso, son precisamente esos correos cruzados el germen que explica el cambio de posición del Gobierno. Los correos y, por supuesto, las entrevistas que, dolida según sus palabras por semejante salto a la fama, “su alteza serenísima” concedió a varios medios de gran audiencia. Fue en esas entrevistas donde Sayn-Wittgenstein deslizó el detalle de sus gestiones –gratuitas en lo que concierne al erario público, dijo– para el Gobierno de España en asuntos “delicados” y “confidenciales”. Ya no se trata, pues, de relaciones privadas del rey, así que Félix Sanz comparecerá. Pero lo hará en una comisión cuyos miembros –entre ellos, el líder de IU, Cayo Lara– vienen obligados a guardar silencio sobre lo que allí oigan. Si Sanz lo niega todo, se sabrá pronto. Y cuanto más espeso sea el silencio, la deducción apuntará a que el director del CNI ha ofrecido datos sobre esas actividades paragubernamantales que el Ejecutivo de Rajoy viene meses negando.

Pero, ocurra lo que ocurra hoy en el Congreso, los correos que el exsocio de Urdangarin, Diego Torres, ha ido entregando al juez resultan imposibles de borrar del imaginario colectivo. Incluso si el recurso planteado por Urdangarin para eliminarlos del sumario prosperase en alguna instancia judicial superior al juez José Castro.

Sin rastro de los pagos

Y, amén de poner en solfa la versión oficial sobre la supuesta orden que la Casa Real transmitió en 2006, al marido de Cristina de Borbón para que rompiese con Diego Torres, esos correos constatan varias cosas en relación a Corinna. Por ejemplo, que la célebre consultora participó en el primer gran pelotazo de Instituto Nóos –la Valencia Summit de Valencia, 1,04 millones públicos pagados por cada una de sus tres ediciones– no se sabe aún en calidad de qué. Aquella primera cumbre se celebró en octubre de 2004, cuando Corinna ya había entablado amistad con el rey. Y precisamente los últimos mails aportados por el antiguo profesor de Urdangarin desvelan que el duque de Palma pidió ayuda a su suegro para lograr la participación de distintos líderes del campo empresarial y deportivo y para obtener el patrocinio de Louis Vuitton (LVHM). El tanque del lujo internacional que dirige Bernard Arnault –a quien Urdangarin citaba expresamente en su carta electrónica al rey– pagó al yerno del rey 75.000 euros. Al menos, así consta en un manuscrito incorporado a la causa e incautado en uno de los registros de noviembre de 2011. En el informe de Hacienda que detalla las operaciones comerciales de las distintas piezas del entramado Nóos –el Instituto y sus empresas satélite, entre ellas Aizoon SL–, no hay rastro de esos pagos.

Pero la participación de la princesa Corinna en la Valencia Summit de aquel año no fue su única actividad vinculada a Urdangarin. Los emails desvelan cómo en el verano de aquel año Sayn-Wittgenstein se empleó a fondo para colocar al yerno del rey en Fundación Laureus, promotora de los premios internacionales a los que da nombre y pieza relevante en el escenario de las influencias internacionales.

Foto de Familia

Dos años más tarde, Corinna posó en la edición 2006 de los Premios Laureus, celebrada en Barcelona. Y allí quedó retratada en la foto de familia junto con su apadrinado Urdangarin y su esposa Cristina. En medio de la pareja, el rey. Bajo sus pies, la moqueta roja del escenario diseñado para la entrega de unos galardones donde la imagen del monarca se hizo familiar. De hecho, la Generalitat Valenciana confiaba en que esa entrega hubiera tenido lugar en Valencia. La rivalidad con los patrocinadores de la Copa América, cuentan en el PP valenciano, dio al traste con el plan pese a los esfuerzos del jefe del Estado.

Con excelentes relaciones en Oriente Medio e interlocutora habitual de algunas de sus más destacadas figuras, como el jeque Al Waleed, miembro de la familia real saudí, Corinna Sayn-Wittgenstein continúa siendo un misterio más allá de las especulaciones de la prensa rosa sobre el carácter su relación con Juan Carlos I. Al Waleed, por cierto, figura como propietario de Mixta África SA, la inmobiliaria que opera en la ribera sur del Mediterráneo y de la que la empresa cuyo accionariado comparten Urdangarin y la infanta Cristina de Borbón, Aizoon SL, cobró 365.000 euros entre 2006 y 2009 por servicios todavía inexplicados.

En la primavera de 2012, varios medios publicaron que el principal Al Waleed recibió en 2007 a Corinna como emisaria del rey de España. Algunos periodistas extranjeros afirman haber visto esa información en la página de Kingdom Holding Company, propiedad del príncipe saudí. Pero si alguna vez su equipo informó exultante del encuentro con la mujer que dice haber realizado gestiones “delicadas” para el Gobierno español sin cobrar un euro del erario público, si la cabeza visible de la consultora Apollonia Associates realmente se entrevistó con Al Waleed en 2007, de nada de aquello queda tampoco rastro.

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