Protestas sociales

“Aquí la crisis no pasa, la crisis habita”

Vecinos de los barrios de Almendrales y Pradolongo, en una de las mesas informativas.

"Aquí la crisis no pasa, la crisis habita". El que habla es Víctor Renes, portavoz de los vecinos del barrio de San Fermín, distrito de Usera, zona sur de la capital. Cuando se le pregunta cómo se encuentra este rincón del Madrid más humilde, huye de florituras y responde con datos. La tasa de desempleo roza el 20% –llega al 25% en algunas zonas–, más de la mitad de los parados no reciben ninguna prestación, el índice de fracaso escolar ronda el 40%... Tiene las cosas claras. Y habla rápido. Tiene prisa por marcharse a la reunión en la que los vecinos tienen previsto ultimar las siete marchas que recorrerán el viernes las calles de este distrito situado a media hora en transporte público del centro de Madrid. Quieren más inversión para sus barrios, que no se abandonen los servicios públicos y que las decisiones que les afectan se tomen de una forma más participativa. 

Elisa, vecina de San Fermín, la zona del distrito más cercana al río Manzanares, cuenta que la idea de invitar de nuevo a la gente a salir a la calle surgió a finales de 2012, en la asamblea popular que nació en el distrito cuando el 15-M comenzó a expandir sus tentáculos más allá de la Puerta del Sol. "Vimos que había que empezar desde la base y comenzamos a contactar con los colectivos deportivos, sociales, profesionales... y con la gente que lleva años militando en el movimiento vecinal. Si hay un momento para estar unidos, es este", señala. Durante los últimos meses han montado mesas informativas, han moderado asambleas, han hecho mercadillos de trueque... Es lo que ellos llaman "hacer barrio". "Es el momento de decir que no tenemos miedo. La autoridad que tenemos es la profundidad de nuestros problemas, el sufrimiento de la gente", dice Antonio otro vecino que, como Elisa, prefiere que no se publiquen sus apellidos. 

Los problemas que estos barrios sufren ahora no son muy diferentes de los que había antes del pinchazo de la burbuja inmobiliaria o de que la cifra de paro en España se catapultara a máximos históricos. La crisis sí les ha añadido dramatismo. "Hay casos de malnutrición en niños y jóvenes, se han eliminado los cursos formativos que eran un elemento de cualificación básico para entrar en el mercadi laboral y para que la desocupación no acabe desquiciando a las personas que no tienen empleo ni perspectivas de tenerlo...", dice el presidente de la asociación de vecinos. 

La crisis despierta al movimiento vecinal

La crisis despierta al movimiento vecinal

Una historia que se repite

En los setenta, los pobladores del distrito de Usera libraron una pelea "permanente" para conseguir equipamientos e infraestructuras. Se consiguieron muchas cosas, pero los más viejos del lugar creen que no se invirtió lo suficiente en educación, esa "puerta de enganche" que hace iguales a los ciudadanos ponga lo que ponga en la dirección de su carnet de identidad. La historia parece repetirse ahora. Los recortes han dejado a los colegios públicos de Usera sin actividades extraescolares; el barrio de San Fermín (30.000 habitantes) no tiene biblioteca pública; la Caja Mágina, una de las joyas de la corona de la candidatura olímpica de Madrid, está abierta para grandes eventos pero cerrada para el deporte popular... Para los vecinos, esa situación de parálisis que ahora intentan combatir, tiene responsables. "Jamás un responsable político ha entendido que lo hay que hacer es invertir en personas. El país se nos está yendo por abajo y los barrios son el sumidero, pero ellos no lo ven porque no viven aquí", dice Víctor, quien asegura que la relación con el concejal del distrito, Jesús Moreno (PP), es casi inexistente. "Cuando han ido vecinos al pleno se les ha ninguneado. No hay interlocución", añade Elisa. 

Los vecinos más movilizados de esta zona del sur de Madrid se sienten ahora con la responsabilidad de defender la calidad y la dignidad de sus barrios y de implicar en esa lucha a los que todavía no se han convencido de que si se pelea, se pueden cambiar las cosas. Un reto que no parece tan complicado en un distrito que alberga calles con nombres tan elocuentes como Participación, Expropiación, Unidad o Empleo juvenil. Y es que estos barrios, dice orgulloso Antonio, "los crearon los vecinos". 

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