Educación

“El año que viene me veo trabajando de camarero o de teleoperador”

Las estudiantes Isabel Blanco y Carolina Plata.

Pedro González, 23 años, estudiante de 5º de Ingeniería de Caminos en la Politécnica de Madrid está enfrascado ahora en sus exámenes finales. Lo mismo le ocurre a Carolina Plata, de 22, a la que le queda un año para acabar el doble Grado de Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Carlos III. Y a Isabel Blanco, de 20, estudiante de Historia del Arte de la Complutense. Entre pilas de apuntes, tazas de café y déficit de horas de sueño, ansían el fin de las pruebas, la llegada de las vacaciones... Y la vuelta a las clases. Sí, han leído bien. Para ellos lo más importante ahora es no tener problemas para regresar a la Universidad en septiembre. 

Durante este curso han recibido ayudas al estudio y, como consecuencia de los recortes en las cuantías que prevé el Ministerio de Educación, temen que el año que viene la cantidad sea menor y tengan serios problemas para sufragarse sus carreras. "Mi principal objetivo es no suspender para no tener que pagar la segunda matrícula", dice Pedro. En los cuatro últimos años, gracias a sus buenos resultados académicos y al modesto nivel de renta de sus padres, hostelero y autónoma, respectivamente, recibió alrededor de 6.000 euros para ayudas al estudio. Su madre mejoró algo los ingresos en el último curso y eso redujo la ayuda a la mitad. "Ahora temo que todavía me den menos dinero. Así que buscaré unas prácticas de lo mío, aunque me veo trabajando de camarero o teleoperador", dice con resignación. Por lo pronto, ya está buscando una habitación más barata en Madrid –ahora paga 300 euros al mes– y lleva todo el año fotocopiando los libros de sus compañeros o de la biblioteca para no tener que comprarlos. "Es que son carísimos", se excusa. 

Carolina hace meses que trabaja de taquillera en un cine 15 horas a la semana para complementar los poco más de 360 euros mensuales –3.303 anuales– que recibe del ministerio por una beca de movilidad similar a la recibe Pedro. Ambos son de fuera de Madrid y realizan sus estudios en la capital. "Mi familia es monoparental. Mi madre, con su sueldo, tiene que pagarme los estudios a mí y a mi hermana. Y no llega", lamenta esta joven granadina. Carolina ya estudia con el Plan Bolonia, un sistema de evaluación continua en el que la obligación de asistir a las clases se lo pone difícil a los estudiantes con menos recursos que tienen que buscarse un empleo para financiarse la carrera. "Hay que nivelar y ver qué es lo que más te conviene porque si trabajas y tienes menos tiempo para estudiar también pierdes la ayuda, pero creo que a muchos no nos va a quedar más remedio", añade Pedro. 

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A Isabel sus abuelos le han costeado los estudios de este curso. Son tres hermanos y sus padres –él empleado en una empresa de seguridad y ella desempleada– no podían ayudarla con los estudios. Empezó becada Ingeniería Ambiental, pero lo dejó. Así que tuvo que devolver un dinero –4.118 euros– que ya había invertido en sufragar su primer año de estudios de Historia del Arte, estudios que cursa en la actualidad. Espera aprobar todos créditos del primer año y por eso confía en tener una ayuda para el curso que viene. Por lo pronto, plantea trabajar este verano e intentará buscar otro empleo para el año que viene. 

Denunciar la situación a la que se ven abocados muchos alumnos y brindarles ayuda es el objetivo de la última campaña del Movimiento de Acción Estudiantil (MAE), formado por estudiantes de universidades andaluzas. "El drama de que hay estudiantes que no pueden pagar las tasas es cierto, no sabemos cuántos son ni qué alternativas hay, pero el problema está ahí", dice Lara Bosch, participante de este grupo y estudiante de Traducción e Interpretación en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. A través de una herramienta web esta organización pretende recoger el testimonio de los alumnos a los que se les ha bloqueado sus matrículas porque no pueden hacer frente al pago de las tasas. "Detrás de cada cifra hay una historia personal, una persona que será expulsada del sistema educativo. Y no podemos consentirlo", puede leerse en su página web

Pero la grave situación que viven muchos alumnos universitarios no es algo que preocupe únicamente a los jóvenes. Desde el otro lado, los docentes ven con estupor cómo sus clases se vacían y cómo la crisis se lleva por delante los sueños de sus alumnos. José Manuel López Nicolás, profesor de Ciencias Químicas en la Universidad de Murcia, plasmó esa sensación de desconsuelo en su blog. En una de las entradas desgranó la historia de uno sus alumnos, uno de los mejores del grupo, que no había podido pagar las cuotas en las que había fraccionado su matrícula y había sido dado de baja en la asignatura. La tituló "Una puta mierda" porque según dijo después en una entrevista en la Cadena Ser fue "la frase más políticamente correcta" que encontró para esta situación. El post lleva cuatro días sin parar de rodar por las redes sociales. 

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