Privatización de la sanidad

La marea blanca vuelve para evitar el desmantelamiento de un hospital público

"Están quitando la UVI, los rayos, el servicio de pediatría, los laboratorios. Están desmantelándolo todo y no sabemos en lo que lo van a emplear", cuenta Carmen Fernández, una de las auxiliares del Hospital público Carlos III, un centro puntero internacional en enfermedades infecciosas. "Si hay una epidimea, una infección grave o una alerta sanitaria los pacientes tendrían que mezclarse en otros hospitales no especializados", añade esta auxiliar ataviada con su bata en una marea que ha conseguido reunir a centenares de personas a pesar de la lluvia. 

La marea avanza entre paraguas por el paseo de la Castellana de Maddrid. Los vecinos del barrio comienzan a apoyar la marea agitando sábanas blancas desde los balcones. Abajo, las pancartas piden la dimisión del consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Javier Fernández-Lasquetty y el presidente de la Comunidad, Ignacio González. En ellas se pueden leer: "Recortes homicidas en la sanidad pública"; "Venden mi salud" o "Con tu salud harán tu ataúd". 

El Hospital público Carlos III de Madrid es un centro especializado en brotes infecciosos, epidemas, tratamientos de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) o adopción de extranjeros que la Comunidad de Madrid quiere convertirlo "en un centro de media o larga instancia o un geríatrico", explica José Grau, uno de los médicos del centro. Grau cuenta que "hay que seguir en esta lucha" porque sino se corre el peligro de que Gobierno en general y la Consejería en particular coman el terrerno poco a poco "cómo intentan hacer ahora con el hospital de La Princesa, que lo van desmantelando poco a poco para que el ciudadano no se entere".

Este médico, situado enfrente de una pancarta que reza "Hay motivos para seguir luchando" cree que hay que seguir "diciéndole a la gente lo que está pasando con la sanidad en Madrid, por la que lucharon nuestros padres y que estamos pediendo para nuestros hijos".  

La marcha continúa con cánticos reivindicativos por el derecho a la sanidad pública. "La Constitución es papel mojado porque nuestro derecho nos lo han arrebatado", empiezan a entonar los manifestantes, seguidos de un "Así, así, ni un paso atrás, ¡esta batalla la vamos a ganar!". 

"No da sensación de honradez"

Alfredo Rivas, médico del Instituto de Salud Carlos III, contempla la escena relajado bajo su paraguas. Se limita a observar mientras se refiere a la conquista de las personas que salen a la calle un domingo cada mes. "Estamos consiguiendo mucho más de lo que se pensaba hace un año. Este desastre que han querido montar aquí ya lo intentaron en Valencia, una comunidad autónoma ejemplar para todo, que como vemos sólo sale en los periódicos para lo bueno", ironiza el médico para explicar que en esa comunidad "ya se hizo hace seis años y no hubo ninguna oposición inicial. Aquí hemos estado más espabilados y nos hemos opuesto desde el principio".

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Prosigue criticando la forma "disparatada" con la que se ha intentado desmantelar el Carlos III: "Un dislate y con algunas connotaciones que no dan sensación de honradez. No se ha actuado con seriedad sino intentado ahorrar donde no se puede ahorrar, y si se puede ahorrar es con racionalidad, y no con competencia entre empresas, que esto significa gastar más". 

Ante la puerta de un hospital donde colgaban letreros con la inscripción "robáis la salud", personal de este centro, nacido de la fusión de otros tres hospitales de referencia internacional -Hospital del Rey, especializado en enfermedades infecciones; Hospital infante Don Felipe, especializado en pediatría y el Hospital Doña Eugenia, especializado en enfermedades pulmonares-, ha leído un manifiesto en el que han alertado de no poder hacer frente a una posible epidemia con el material y personal cualificado suficientes.

Hasta el hospital también se ha acercado Leonilo Sevilla, un manifestante que ha querido advertir que un cierre de un hospital especializado en infecciones significaría que "estamos en las últimas". No se rinde, aunque habla con tono cansado cuando dice, pancarta en mano, que "esta es la única forma que tenemos de seguir luchando". Además de denunciar las consecuencias nefastas de no contar con este centro ante una alerta sanitaria, se refiere a otro tipo de alerta, la social: "La sociedad ya está pasando hambre". 

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