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Caso Nóos

La hija del rey renunció a recurrir tras saber que la Fiscalía no la secundaría

La infanta Cristina en Barcelona, el pasado 5 de abril de 2013.

Los abogados de la infanta renunciaron a recurrir ante la Audiencia de Palma la imputación de su clienta tras conocer que, a diferencia de lo que hizo cuando Cristina de Borbón fue imputada por primera vez en abril de 2013, Anticorrupción había decidido esta vez no impugnar el auto del juez José Castro. Y que esa decisión, adoptada en un momento de descrédito creciente para la Fiscalía, no tenía marcha atrás.

Así lo han confirmado a infoLibre fuentes conocedoras de lo sucedido entre la mañana del martes 7 de enero, cuando el instructor del caso Nóos dictó un auto de 227 páginas con el que ordenaba la comparecencia de la infanta como imputada por delito fiscal y blanqueo, y el sábado 11 de enero, momento en que los abogados de la hija del rey confirmaron que no apelarían a la Audiencia de Palma en busca de árnica procesal para su clienta.

La versión oficial plasmada por el fiscal del caso, Pedro Horrach, en un escrito con el que ayer corroboró al juez que no recurrirá, atribuye a la defensa de la esposa de Iñaki Urdangarin la iniciativa de no acudir al tribunal de segunda instancia. En realidad, ocurrió exactamente al revés: la iniciativa partió de la Fiscalía y no del bufete de Miquel Roca, que tiene hilo directo con la Zarzuela y que capitanea el equipo de defensa por deseo expreso del rey .

¿Ha endosado Horrach el mérito a los abogados de la infanta porque ambas partes habían alcanzado algún pacto en esa dirección? ¿Lo hace para poder solicitar la inmediata desimputación de la infanta una vez declare sin que esa solicitud parezca contradictoria con su negativa a recurrir? Ambas preguntas continúan abiertas. Y no se resolverán, como mínimo, hasta el 8 de febrero, fecha establecida ahora por el juez Castro para que declare la infanta. 

Este periódico no ha podido verificar si fue la propia Fiscalía comunicó sin intermediarios su decisión a los abogados de la infanta, Miquel Roca y el penalista Jesús Silva. Tampoco se conoce el momento exacto en que Horrach modificó su estrategia y pasó a considerar la comparecencia de la duquesa como un mal mucho menor que el derivado de un eventual auto de la Audiencia de Palma que revalidase lo acordado por Castro y fortaleciera así, de facto, la solidez de las imputaciones.

Pero todo indica que si, adelantándose a los acontecimientos y por iniciativa propia, presentó un escrito en noviembre donde ya se oponía a la imputación de la infanta fue precisamente para no verse obligado a recurrir llegado el momento. En ese escrito, Horrach abría la puerta a reclamar a la infanta que devuelva la mitad de lo gastado indebidamente por Aizoon, cifra que podría rondar el medio millón.

No ha trascendido el porqué exacto de la nueva posición de la Fiscalía, aunque muy posiblemente buscase evitar que la sospecha de doble rasero se multiplicase de manera exponencial. Pero sea cual sea la génesis del cambio, sí está confirmado que un argumento de peso acabó en manos de los abogados de la infanta: sin la participación de la Fiscalía, la Audiencia de Palma tendría más argumentos y de más peso para tumbar cualquier recurso planteado por las defensas.

El silencio con que Horrach recibió el martes el auto de imputación fue el primer signo de que algo había variado en relación a abril de 2013. Entonces, el fiscal se apresuró a anunciar un recurso contra aquella primera imputación y la Corona se movilizó para expresarle de inmediato su apoyo público. Esta vez, y tras una nueva intervención del jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno, sobre el "martirio" que el caso Nóos implica para la institución, la prudencia se impuso. Y el silencio.

Pero ese no fue el único gesto que delataba una nueva posición de la Fiscalía. El letrado Jesús Silva, ahora muy popular por su  proclama sobre el amor de la infanta por su marido y su confianza absoluta en él como clave exculpatoria, lanzó ese mismo martes 7 de enero una declaración: si el juez tenía tanto interés en escucharla, quizá sería mejor permitir que declarase sin intentar la vía del recurso. La hipótesis de que nadie recurriera se abría paso.

Silva se vio corregido de inmediato por Miquel Roca, cabeza visible del equipo de letrados y ungido como defensor de la infanta por el propio rey: habría recurso, dijo el antiguo portavoz de CiU. El tiempo y los hechos han constatado que fue Silva, y no Roca, quien apuntó en la dirección correcta.

Y eso sugiere que ese mismo día ya estaba cerrado el plan del fiscal: no recurrir la imputación y prepararse para refutar durante y después del interrogatorio los argumentos del juez contra la infanta.

La gran incógnita hoy es qué ocurrirá el 8 de febrero una vez que Cristina de Borbón responda las preguntas del juez, el fiscal y no se sabe si de la abogada Virginia López Negrete, que ejerce la acusación popular en nombre de Manos Limpias. Que la infanta se acoja a su derecho a no contestar ni al juez ni al fiscal se presenta como una hipótesis inverosímil pero, a partir de ahí, todo queda abierto.

¿Y si nadie recurre la imputación?

¿Y si nadie recurre la imputación?

Hay un segundo interrogante menor pero más vistoso: cómo, protegida de qué modo, a pie o en coche, llegará la infanta el 8 de febrero –cae en sábado- al juzgado de guardia.

Resolver la ecuación corresponde al decano de los jueces de Palma, que hace dos años, tras la primera citación como imputado de Iñaki Urdangarin, vio cómo la Casa Real le forzaba a permitir que bajase en automóvil la llamada rampa de la vergüenza, que en realidad solo es el único acceso posible al juzgado de guardia.

Al final, Urdangarin llegó a pie, se detuvo a hablar con los periodistas, proclamó su inocencia ante los flashes y humilló con su cambio de planes al decano. ¿Impondrá ahora la Zarzuela condiciones especiales –aún más- para la hija del rey? De momento, nada se sabe. Ni siquiera es posible predecir qué perímetro de seguridad aplicará la Policía ni a cuántos metros del juzgado deberán desplazarse los periodistas para hablar por teléfono sin que los inhibidores de frecuencia lo impidan.

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