Consulta catalana 2014

El PSC afronta su enésima crisis interna por la consulta

Manel Nadal y Pia Bosch, dos de los diez miembros dimisionarios de la ejecutiva del PSC de Girona, este 22 de abril.

Vuelve el incendio interno en el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC). Y otra vez a cuenta –aunque no sólo– de la consulta soberanista. En esta ocasión el foco se sitúa en Girona, una federación de apenas un millar de militantes, pero la onda expansiva trasciende sus fronteras. Básicamente, porque la amenaza de ruptura reverdece después de unos meses de cierto sosiego. Y a las puertas de unas elecciones europeas, las del 25 de mayo, claves tanto para los socialistas catalanes como para el PSOE. 

Nueve miembros de la ejecutiva gerundense presentaron ayer martes su dimisión, solemnizada en una rueda de prensa. Luego se conoció que el domingo había comunicado su salida de la dirección nada más y nada menos que su presidente, el histórico Joaquim Nadal, exlíder de la federación, exalcalde de Girona y exconseller de Política Territorial y Obras Públicas en la época del tripartito –tanto con Pasqual Maragall como con José Montilla–. Entre los dimisionarios, destacan los nombres de Pia Bosch, portavoz en el Ayuntamiento de Girona y hasta ahora secretaria de Acción Política de la cúpula, y Manel Nadal, exdiputado y hermano del exconseller, que ocupaba el cargo de responsable de Ciudadanía y Sociedad. Los otros siete que renunciaron a sus puestos fueron Jordi Figueras, Jesús Marimon, María Quer, Joan Bernat, Esteve Maurell, Ruth Rosique y Pere García. Quim Nadal ya había discrepado abiertamente con su formación al aceptar, el verano pasado, la presidencia en la ciudad catalana del Pacto Nacional por el Derecho a Decidir, ofertada por el regidor, de CiU.

A ellos hay que sumar los otros nueve que se marcharon en los últimos meses: Ignasi Thió, Núria López, Magda Casamitjana, Glòria Plana, Carles Casals, José Antonio Donaire, Joan Trias, Elisenda Pérez y Xavier Jonama. En total, 19 miembros de una treintena de dirigentes electos en el último congreso del PSC en Girona, celebrado en febrero de 2012. La cifra, tan notable, hizo que los dimisionarios reclamaran de inmediato al primer secretario, Juli Fernández –alineado a su vez con el líder del PSC, Pere Navarro–, un cónclave extraordinario, ya que faltan más del 50% de los integrantes de la ejecutiva. Pero ese congreso, de momento, no se producirá, tal y como adelantó Fernández, porque lo decidirá la Comisión de Garantías. Su dirección alega que a los cargos electos hay que sumar los miembros natos, por lo que la cúpula "supera la cuarentena". Que la última crisis haya acaecido en Girona tampoco pilla por sorpresa a nadie, porque es la federación que, como reconocen varios responsables consultados, en la que conviven más soberanistas, porque la propia provincia es en sí misma más independentista. 

¿Por qué la renuncia? ¿Y por qué ahora? "Es una suma de motivos –argumentaba ayer Bosch, en declaraciones a infoLibre–. Llevamos muchos meses quejándonos del proceso de toma de decisiones en la federación, cada vez más cerrada, cada vez menos compartida. El malestar ha ido creciendo". La concejala, también portavoz en la Diputación provincial, pone dos ejemplos. Uno, lo que pasó el pasado enero, cuando tres diputados del PSC –entre ellos, la exconsellera Marina Geli, de la federación gerundense, muy cercana a Nadal– rompieron la disciplina de voto y apostaron por pedir al Estado la competencia para convocar referendos. "Geli fue consecuente y coherente y no recibió el apoyo de la dirección", denunciaba Bosch. Dos, los críticos de Girona reclamaron una reunión con Fernández. "Y no hemos obtenido ninguna respuesta, y nosotros representamos a la mayoría del territorio en la provincia. Tenemos a gente detrás". 

"Un revulsivo", un grito de "alerta"

Los dimisionarios aducen que el PSC está "cerrándose", que está perdiendo "pluralidad", que está sumido en una "deriva" irreconocible, y que no casa con su tradición histórica, respetuosa con la "diversidad" interna. Más todavía en una federación que siempre ha tenido una "dinámica propia". Reconocen que la posición sobre la consulta influye, "evidentemente", "aunque no sólo se debe a ello". En noviembre, el Consell Nacional del partido decidió, por un 83%, apartarse del tren soberanista y votar en contra, a partir de entonces, a toda propuesta sobre la consulta que no fuese pactada con el Gobierno de Mariano Rajoy. "Nuestra decisión pretende ser un grito de alerta, un revulsivo. Pero para nosotros es una situación dolorosa, nada fácil", completaba Bosch. 

En la cúpula de Girona y en el PSC la percepción del conflicto es radicalmente distinta. No lo atribuyen ni a una diferencia política, ni a una falta de interlocución, ni siquiera al cisma creado por la consulta. Achacan la estentórea salida de los diez cargos a una sola razón, deslizada ayer por el propio Fernández: el rechazo a unas primarias en la capital. O sea, que es una pura pugna interna por el poder en la capital. "Ellos nos amenazaron directamente con que o aceptábamos a Bosch como candidata o montaban el lío. Eso se llama chantaje. Así que ya estábamos prevenidos. Dijimos que no. No estábamos dispuestos a ceder frente a unos tipos que sólo quieren mantener su estatus y que quieren dedazo", contraponían fuentes muy cercanas a Navarro. 

"Nos decían que o Pia como candidata o habría lío"

Tal y como recordaban ayer en el entorno de Fernández, se había "acordado, incluso por los ahora dimisionarios", que se celebrasen primarias abiertas para elegir al cabeza de cartel para las municipales de 2015, y la votación se convocase para finales de junio, después de las europeas del 25-M. Y se sabía que a ellas, además de Bosch, concurriría la primera secretaria del PSC en la ciudad y concejala en el Ayuntamiento, Silvia Paneque. Ella misma lo anunció ayer en rueda de prensa. "Es la verdad que este sector decía que o Pia o lío. Tenemos fechas y sitios. Y claro, como dijimos que no, la burguesía catalana se cabreó", abundaba indignado un destacado dirigente del partido. "No es baladí que anuncien su marcha a 60 días de las primarias, e intentando forzar un congreso, justo para que no haya primarias", explicaban a su vez en el círculo de Fernández.

El sector de Navarro y Fernández se apoya, además, en otro dato para soportar su argumentación: ahora, la tensión interna a cuenta del referéndum soberanista había descendido. El expediente a los tres diputados díscolos, añadían, aún se encuentra en barbecho, paralizado, a la espera de que se puedan reconducir las diferencias con los críticos. Así que la actitud de los diez dimisionarios era calificada, sin ambages, como "deslealtad". "Desde el punto de vista político, son unos tipos que no se representan más que a sí mismos, y no arrastran ni un voto. Pero, electoralmente, claro que nos afecta, porque se hace en el peor momento y de la peor manera. Aunque relativamente. Pero hay quienes quieren que nos vaya mal en las europeas, con un planteamiento un tanto infantil: si nos va mal, cae la dirección y se ponen ellos al frente. No se dan cuenta de que si caemos, no quedará PSC", analizaban en la cúpula de Navarro.

Reproches de ida y vuelta

Bosch rechazó que exista una intención de dañar al PSC. "Cualquier momento es inoportuno. Pero llevamos meses esperando una reunión con Juli, y nada. Nos pedía mucha gente dar este paso, gente que nos dice que o hay un cambio o no se presentará a las municipales. La situación es mucha tensión". También se declaraba "perpleja" por la razón esgrimida por la dirección, las primarias, ya que entre los que han renunciado se hallan responsables de fuera de la capital. "No tiene nada que ver. Nuestra queja tiene que ver con la deriva del partido". Desde el sector de Navarro oponen que sí tiene que ver, porque Bosch "es la candidata de Quim Nadal, y todos son del mismo grupo". "¡Los conocemos desde hace 25 años!", exclamaban. 

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Los reproches, muy gruesos", van y vuelven, y son ilustrativos del enorme clima de división. Los críticos lamentan la "falta de voluntad de diálogo" de Fernández, y en el entorno de este se niega tajantemente: "Es una acusación injusta. Juli cree en un liderazgo compartido y tiene los oídos abiertos para todo el mundo". A su vez, los de Navarro acusan a los críticos de no querer hablar –"es imposible conversar con quien quiere destruirte"– y pintan a Nadal como un "dictador", como un dirigente al que sus subordinados tenían "miedo". Un dirigente socialista que en el congreso apoyó a Thió frente a Fernández, Nadal y Bosch –que presentaron candidatura conjunta en el congreso de 2012– y que ahora se siente en línea con el primer secretario, sí reconoce el talante "más dialogante" de este frente al exconseller de Obras Públicas. Este cargo, no obstante, igual que la dirección gerundense, requiere que el PSOE "profundice" y concrete su propuesta de España federal, y que no se caiga en el exceso de reuniones de Navarro y Alfredo Pérez Rubalcaba sin demasiado contenido, como la del lunes en Madrid, para coordinar la campaña del 25-M. 

¿Y ahora, qué? ¿Habrá ruptura? De nuevo, ni una parte ni otra lo descarta. Fernández pidió ayer a los miembros de la ejecutiva que presentaron su dimisión que dejaran sus cargos y su militancia. A lo primero, como confirmó Bosch, se niegan, con el argumento de que fueron elegidos por los ciudadanos. A lo segundo, más dudas: "Cada cual tomará su decisión. Si queremos un congreso extraordinario es porque no queremos irnos. Pero la situación es muy dinámica y veremos cómo evoluciona". Otra conocido miembro de este grupo discrepante alertaba igualmente del riesgo de una "diáspora cada vez mayor". 

En los círculos de Fernández y Navarro subrayan que, si hay escisión, habrá que atribuírsela a los críticos. "Cada cual deberá poder mirarse en el espejo", justificaban fuentes próximas al primer secretario gerundense. "¿Irse? ¿Adónde? No se quieren ir porque no les quieren en ningún sitio. Ellos son los tontos útiles para CiU y para ERC, son los que han traicionado al PSC, pero son socialistas, no son pura cepa", desafían fuentes de la dirección nacional. La lucha en el seno del PSC no es desde luego soterrada. Y los últimos capítulos de una guerra que muchos definen como "agotadora" aún no se han escrito.

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