Los correos secretos de Blesa

La amenaza de nulidad contamina el esperpéntico juicio a Elpidio Silva

El juez Elpidio Silva y su exabogado Cándido Conde-Pumpido, este miércoles a la entrada al juicio.

El proceso al todavía juez Elpidio Silva por haber encarcelado al expresidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, cruzó ayer el ecuador –en teoría, finaliza el viernes- convertido en un esperpento sobre el que se cierne la amenaza de nulidad, opción en la que deposita sus esperanzas el acusado tras su hasta hoy fallido intento por suspender la vista .Silva, que opta como candidato del Movimiento Red a un escaño europeo, se arriesga a 30 años de inhabilitación como juez. 

A la prohibición del tribunal para que el letrado de Silva, Cándido Conde-Pumpido hijo, renuncie a su defensa y la negativa del acusado a que el letrado participe en los interrogatorios se une ahora la permanencia en el tribunal de la magistrada María Tardón, a la que Silva sopesa recusar aunque no está claro si, llegado el caso, podrá hacerlo a través de un abogado distinto a Conde-Pumpido.

Como desveló ayer infoLibre, Tardón fue miembro de la asamblea de Caja Madrid a propuesta del PP –había sido tercera teniente de alcalde de Madrid entre 1999 y 2003– mientras Blesa presidía la entidad y a la que Silva sopesa recusar, aunque no se sabe de qué abogado podría valerse para ello. La magistrada se incorporó a la asamblea de la caja en septiembre de 2003, mes en que Blesa fue reelegido para la presidencia, y cesó en abril de 2005 para reincorporarse a la carrera judicial.

En contra de los usos habituales –el presidente es el portavoz de sí mismo y sus compañeros de tribunal–, Tardón explicó a la sala por qué no abstiene: ni participó en la gestión de Caja Madrid, ni Blesa fue su jefe, ni tiene interés en el pleito. Los consejeros generales de la caja tenían entre sus funciones aprobar las cuentas anuales y su liquidación y ratificar el nombramiento del presidente. 

El año 2003 marca el inicio de los ruinosos créditos concedidos por Caja Madrid al hoy preso Gerardo Díaz Ferrán –que ejerce la acusación contra Silva y que logró que se impusiera al acusado una fianza de 60.000 euros por si finalmente tuviera que indemnizar al exdirigente patronal. Uno de esos créditos, por 26,5 millones y otorgado en 2008 pese a que los anteriores no habían sido devueltos, dio origen a una de las causas por cuya instrucción está procesado Elpidio Silva. El fiscal, Blesa y Díaz Ferrán le acusan de prevaricación, retardo malicioso y dos delitos contra la libertad individual, uno por cada vez que encarceló al expresidente de Caja Madrid.

Durante la sesión de ayer, Conde-Pumpido lanzó un órdago de cumplimiento incierto: si hoy jueves, una vez facilite al tribunal los argumentos detallados por los que renuncia, el tribunal sigue sin permitírselo tendrá que "abandonar la sala". Si lo hiciera –y algunas fuentes sostienen que Silva se lo ha pedido–, el juicio quedaría automáticamente suspendido. Pero la carrera profesional del letrado se despeñaría sin remedio. En principio, el abogado permanecerá en la sala pero nada puede preverse en una vista que por momentos se parece más a un bar de irlandeses en la final de la Eurocopa que a un juicio solemne y mesurado.

En uno de los múltiples hechos insólitos que se suceden desde el lunes, fue Silva –convencido de que está condenado de antemano y quien ha rechazado asumir su propia defensa– el que avisó al presidente del tribunal de que sería causa de nulidad tomar declaración al abogado que le acusa en nombre de Blesa y que ha permanecido la vista sin interrupción.

En principio, ningún testigo puede seguir desde la sala de vistas el desarrollo del proceso. Y solo de forma excepcional se permite que preste testimonio uno de los abogados personados en el juicio. Silva y su equipo creen que no cabía excepción aquí dado que el letrado que le acusa en nombre de Blesa, Carlos Aguilar, tiene un codefensor y pertenece a un populoso bufete madrileño. Otras fuentes dudan de que la aceptación de Aguilar constituya causa automática de nulidad, aunque admiten que se presta a duda. Y, por tanto, a recurso.

El presidente, Arturo Beltrán, que desde el lunes se enzarza fuera de guión en las discusiones que plantea Silva pero sin expulsarlo de la sala, desoyó su advertencia sobre Aguilar. Finalmente, no hubo interrogatorio: tanto el fiscal como los abogados que representan al preso Gerardo Díaz Ferrán como al imputado Miguel Blesa, impulsores del procesamiento de Elpidio Silva, renunciaron al interrogatorio.

"Hay filibusterismo de Silva y autoritarismo del presidente del tribunal"

¿Renunciaron para no dar bazas de nulidad al acusado? Varios juristas consultados por infoLibre y que, dada la naturaleza de este juicio, pidieron reserva de identidad creen que la simple aceptación del testigo ya es causa de nulidad. Como la presencia de la juez Tardón. Un juez madrileño ajeno por completo a esta causa y cuya opinión recabó este diario mantuvo que si el presidente del tribunal no ha expulsado ya a Silva es solo para que no pueda alegar que este actúa con parcialidad. Es decir, que lo expulsa como muestra de su animosidad hacia él y de que de antemano tiene ya escrita la sentencia.

Ese mismo juez asegura que si el abogado de Silva hubiera renunciado el lunes nada más abrirse juicio, el tribunal se la habría tenido que conceder. "Pero la planteó después de las cuestiones previas [peticiones de nulidad y de pruebas previamente denegadas por dos jueces que terminaron apartados del juicio y por el actual presidente del tribunal], con lo que si el tribunal acepta que un nuevo abogado asuma la defensa, puede haber nulidad total de todo lo actuado". Ese juez cree a pies juntillas que la renuncia de Conde-Pumpido es un completo paripé.

Una magistrada del tribunal que juzga a Silva fue consejera de la asamblea de Caja Madrid bajo el mandato de Blesa

Una magistrada del tribunal que juzga a Silva fue consejera de la asamblea de Caja Madrid bajo el mandato de Blesa

En cambio, un prestigioso catedrático que pidió no ser citado por su nombre diagnosticó la situación de la siguiente forma: "Hay filibusterismo de Silva y autoritarismo del presidente del tribunal". En su opinión, el tribunal debería haber permitido el relevo en la defensa de Silva. Y solo prohibir la renuncia si el segundo abogado tratase de repetir la maniobra. Al impedirse el relevo de Conde-Pumpido, hay una posible y sólida causa de nulidad, opina el jurista. 

En medio del marasmo y para desconcierto de algunos de sus allegados, el acusado logró ayer un objetivo asombroso: eclipsar el contenido del primer testimonio importante que le es favorable, el del capitán que ratificó cómo fue la Guardia Civil la que pidió al juez que reclamase los correos de Blesa, el hombre que gestionó la caja madrileña mientras la entidad se hundía y que ha logrado sentar en el banquillo al juez que destapó sus manejos.

Silva eclipsó ese testimonio pronunciando seis palabras que le delatan: “Esto es lo que yo quería”. Ocurrió después de que el juez forcejeara verbalmente con una preferentista a la que acababa de expulsar por interrumpir a Blesa mientras declaraba como testigo. Justo ahí, y dirigiéndose a Conde-Pumpido, el abogado que según ambos ya no le representa, Silva dijo lo siguiente: “Esto es lo que yo quería”.

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