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El futuro del PSOE

El apoyo de la cúpula del PSOE a la monarquía abre una brecha con sus militantes

Alfredo Pérez Rubalcaba, durante su declaración institucional en Ferraz tras la abdicación del rey, este 2 de junio.

Con la catarata de convulsiones que han llovido al PSOE en los últimos meses, pocos recordarán aquella imagen de la clausura de la Conferencia Política, el 10 de noviembre de 2013. Un estruendoso bufido emanó de la grada para protestar por la solución que el partido había dado a una de las cuestiones más sensibles para la militancia: el PSOE reivindicaba su "base cultural y política republicana" y a la vez recordaba cómo se sumó al "acuerdo constitucional" que incluía en el mismo paquete a la monarquía parlamentaria. 

Ayer lunes, esa protesta, más o menos enérgica, más o menos airada, contra el fiel respaldo de la clase dirigente socialista a la Corona volvió a escucharse en el partido en múltiples foros: en las calles, en las redes sociales, en los micrófonos, en los pasillos, en las federaciones y hasta en la propia ejecutiva federal. El rey, con su sorpresiva abdicación en su hijo Felipe, anunciada primero por Mariano Rajoy y explicada (sin autocrítica) por el propio Juan Carlos en un mensaje televisado, acababa de reabrir otro boquete en el complicado debate interno del PSOE, justo en un momento de enorme debilidad, con la dirección ya de salida, prácticamente descabezada, y en plena crisis del bipartidismo. 

"Lo que nos faltaba justo ahora", "Nos ha mirado una cuadrilla de tuertos", "Es una auténtica putada para nosotros", eran frases que se escuchaban ayer por boca de muchos dirigentes consultados. Estaba claro: la renuncia del monarca era del todo menos oportuna para el PSOE, una formación, como muchos recuerdan, con "alma y corazón republicanos" pero con un cerebro aún vinculado a la Transición y a la Corona. El "divorcio" de cúpula y bases por este asunto se hará aún más notable, a juicio de varios responsables, lo que hace más difuso el discurso del PSOE, frente a la mayor simpleza del mensaje del PP o el de la izquierda minoritaria republicana.

Alfredo Pérez Rubalcaba conoció hacia finales de marzo las intenciones del rey, según confirmaron fuentes del partido y de la Zarzuela. Para entonces, Juan Carlos ya se lo había comunicado a la reina, a su hijo y la princesa Letizia; al jefe de su Casa, Rafael Spottorno, y a dos de sus predecesores en el cargo, Fernando Almansa y Alberto Aza, y al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Al cabo de un tiempo, el secretario general confió el secreto a su número dos, Elena Valenciano. No hubo un pacto expreso sobre el tenor literal de la ley orgánica que el Consejo de Ministros aprobará este martes para dar paso a Felipe, según fuentes de Ferraz, sino "la voluntad de facilitar la decisión del rey", porque una futura norma sobre el estatus de la Corona quedaría para más adelante. 

"Comprenderéis el porqué de mis decisiones"

Rubalcaba, en la reunión ayer de su Comisión Ejecutiva Federal, convocada para dar el visto bueno al reglamento y calendario del próximo congreso extraordinario, explicó a sus compañeros que él conocía la determinación del rey desde hace meses. "Ahora comprenderéis el porqué de las decisiones que he tomado", les dijo. Todos captaron el mensaje: el secretario general había decidido no dimitir tras el desastre de las europeas y dejar las riendas del partido a una gestora –lamento que se ha oído, y mucho, en los últimos días– porque habría dejado al PSOE "desgobernado" en un momento clave y tan delicado como la sucesión de la Corona. En una situación de "interinidad". Dicho de otro modo: la renuncia de Juan Carlos había influido en la decisión personal de Rubalcaba. Este además pidió "respeto institucional" y actuar en lo posible dentro de la "normalidad". 

Durante la reunión, hubo dirigentes que matizaron o discreparon el criterio del secretario general. Así, el líder de Juventudes Socialistas de España (JSE), Nino Torre, miembro nato de la ejecutiva, le adelantó cuál sería la posición que su organización ratificaría en un comunicado: la petición de un un referéndum sobre un nuevo modelo de Estado que desemboque en una reforma constitucional. JSE ya defendió en la Conferencia Política, de hecho, que el PSOE asumiese el objetivo de la república o promoviese una consulta a la ciudadanía. Rubalcaba le respondió que "entendía" que Juventudes reivindicara eso, porque está en su ADN y es una postura muy consolidada. También intervino la secretaria general del PSOE balear, Francina Armengol. Comprendiendo la situación y el "respeto a la Constitución", dijo, el PSOE estaba obligado a buscar la "fórmula para que los ciudadanos puedan decidir sobre el modelo de Estado que quieren". O sea, un referéndum sobre monarquía o república. 

Emiliano García-Page, líder de los socialistas manchegos y alcalde de Toledo; Eduardo Madina, secretario general del Grupo Parlamentario Socialista y casi seguro candidato a la sucesión de Rubalcaba, y Marcelino Iglesias, portavoz en el Senado, no llegaron tan lejos como Torre o Armengol. García-Page y Madina alertaron de que el debate sobre la abdicación llega "en el peor momento posible" y que entrará "de lleno" en el proceso precongresual, "distorsionando la campaña", en la medida en que todos los posibles aspirantes a la Secretaría General deberán responder a la pregunta, "retratarse" y dirigirse a un cuerpo electoral, la militancia, "mucho más escorada a la izquierda" que la clase dirigente y que los votantes.

El tono de Rubalcaba y el de Díaz

"Es un debate más simbólico que social, porque la mayoría de los ciudadanos no siente como una preocupación la Jefatura del Estado, pero ese tipo de debates cobrará muchísima fuerza ahora. Si tuviéramos una dirección más consolidada y con autoridad, no habría mucha discusión. Pero estamos en plena catarsis, así que este asunto va a tener mucha incidencia, porque coincidirá además en el tiempo con la sucesión", advertían con preocupación fuentes próximas a Page. 

Rubalcaba, tras la reunión de la ejecutiva, compareció en la sede de Ferraz para trabar una declaración sin preguntas en la que elogió sin tregua a Juan Carlos I y a su hijo. El rey culmina "un reinado que ha estado por su compromiso inquebrantable con la democracia y con los derechos y libertades de todos los españoles", ha sido un "factor clave" en la "cohesión de los ciudadanos en torno a un "esfuerzo colectivo de paz, libertad y bienestar social", ha sido el "mejor embajador de España en el mundo", ha "asegurado la integridad del Estado" y "preservado el funcionamiento de las instituciones". Y Felipe "representa el respeto a la Constitución y a la normalidad institucional". "Un tiempo nuevo ante el que el PSOE quiere reafirmar su compromiso por la convivencia y el consenso que representa nuestra Carta Magna". No dijo nada sobre la reforma de la Carta Magna que su partido promueve, algo que algunos dirigentes echaron en falta. Una reforma en la que cabría plantear, a juicio de no pocos cuadros, el debate sobre la forma de gobierno del Estado. 

Las voces discrepantes

Las palabras de Rubalcaba causaron malestar en una federación tan importante como la andaluza. "Es que ha sido más monárquico que Rajoy. Le ha echado más flores al rey que el presidente, y sin tener en cuenta a su militancia, que es mayoritariamente republicana. No hay que recrearse en el elogio al monarca", apreciaba un cargo del Gobierno de Susana Díaz. En la Junta ponían como ejemplo el discurso institucional de la presidenta, más "comedido" en las formas. El relevo en la Corona, dijo Díaz, significa "un cambio importante y se abre un tiempo nuevo liderado por una nueva generación". E incidió en que están todos los mecanismos de sucesión en la Constitución, "con plena garantía de estabilidad", ya que "se sabía que antes o después habría de realizarse la sucesión en la jefatura del Estado".

Algunos lo dijeron en público. El líder de los socialistas gallegos, José Ramón Gómez Besteiro, fue el dirigente de mayor rango que más se salió del guión oficial. Llamó a una modificación de la Carta Magna, que no estaría cerrada a tocar la Jefatura del Estado. José Antonio Pérez Tapias, portavoz de la corriente interna Izquierda Socialista y candidato a la Secretaría General, animó a sus compañeros a retomar su tradición republicana "sin miedo" y a abrir un proceso constituyente que incluya un plebiscito sobre monarquía o república. La ejecutiva del PSOE de Palma defendió igualmente celebrar un referéndum sobre el modelo de Estado. Teresa Jiménez, secretaria general en Granada, vio necesario "abrir un proceso de diálogo de todas las fuerzas políticas y sociales para modificar la Constitución en torno al modelo de Estado y a todas aquellas cuestiones" en las que las fuerzas políticas sean capaces de llegar a "acuerdos". Un diputado en el Congreso, el balear Guillem García Gasulla, reclamó libertad de voto a la dirección del Grupo Socialista cuando la ley orgánica de sucesión pase por la Cámara baja. Por no hablar de los comentarios en las redes sociales.

Excepto Pérez Tapias, ninguno de los posibles candidatos al liderazgo del PSOE demandó públicamente un plebiscito sobre el rey. Ni Madina, ni Díaz, ni el diputado Pedro Sánchez ni la ya retirada de la competición Carme Chacón

El debate interno existirá y no se mutilará

Ferraz da por descontado que el debate interno está y estará. Pero entiende que su labor era "facilitar" la renuncia de Juan Carlos. "Es bueno que el rey dé este paso, al margen de que a nosotros nos venga bien o mal este debate. Y nosotros hicimos la Constitución. Esta cuestión de monarquía y república siempre ha formado parte de las discusiones internas del PSOE. Porque el PSOE es de alma republicana, aunque es también de la ley y la Constitución. Nosotros seguimos en el pacto constituyente, aunque defendamos una reforma de la Carta Magna, y lo hemos dicho. Habrá dirigentes y voces, pero no creo que nadie se salga de madre", pronosticaba una dirigente de la confianza de Rubalcaba. 

En la dirección del Grupo Socialista no se plantean dar libertad de voto a los diputados, e insistían ayer en que hasta ahora "nadie lo había reclamado" oficialmente. Tampoco se prevé ruptura de la disciplina de voto. Pero sí que permitirá el debate dentro de siete días en el Congreso –esta semana no hay pleno–, porque lo considera "sano", aunque ello no mudará la posición del PSOE: votar sí a la ley orgánica de abdicación de Juan Carlos. Desde la jefatura del grupo aseguraron a este diario "no temer" la discusión, porque creen que se puede defender sin problemas, ya que es la tesis del partido acordada en la Conferencia Política, y porque "no se puede decir no a la renuncia" del monarca. "Aprobemos la ley y luego ya afrontemos el debate con serenidad sobre el modelo de Estado", remarcaba una dirigente. 

"Debate" es lo que quieren diputados como Odón Elorza o García Gasulla. Deliberación "sin miedo", con tiempo, y "sin hacer aspavientos contra quien reclama la consulta", en palabras de Elorza. Este parlamentario, como otros cargos socialistas, reconocían ayer que era difícil rechazar un referéndum sobre la monarquía cuando el PSOE ha aceptado que su militancia vote a su secretario general. "Quizá esta sea una oportunidad magnífica para rectificar nuestra posición. Es complicado, pero veremos", aventuraba otro parlamentario. 

El riesgo de aparecer "apegados al PP"

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Para algunos destacados responsables, el debate "llega en el momento en que llega" y no daña ni beneficia al partido. Pero para otros muchos sí se tiene la sensación de que la coyuntura es letal, teniendo en cuenta cómo fue castigado el bipartidismo en las urnas en las europeas del 25-M y cómo el PSOE sufre la competencia por su izquierda de Podemos e Izquierda Unida. La imagen de un Congreso y un Senado acelerando los trámites de la aprobación de la ley orgánica –en lectura única y de forma urgente–, para tenerla lista en dos semanas y proclamar al todavía príncipe como Felipe VI a finales de junio no contribuye, según una opinión extendida, a que los socialistas se despeguen de la vitola de partido del sistema. "Nuestro gran riesgo es aparecer apegados al PP. No puede ser, no tenemos la misma visión del modelo de Estado. En un momento de crisis del bipartidismo, no podemos aparecer junto al PP, nos colocarán otra vez como la casta, nos arrinconará", afirmaba un cargo próximo a Díaz. 

La sorprendente abdicación de Juan Carlos amortiguó ayer otro asunto importante para los socialistas: la ordenación de su congreso extraordinario, que finalmente se celebrará en Madrid el 26 y 27 de julio, y la aprobación de la consulta a toda la militancia, haya uno o más candidatos. Y hará que la carrera sucesoria se ralentice en los próximos días. Todos los focos están situados ahora en el rey y en su hijo. Lo decía aliviada, y con humor, una importante dirigente: "No está mal, que se lo lleven ellos un poco, que ya hemos tenido lo nuestro". 

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