Crisis económica

Expertos en salud pública determinan que en 2012 nacieron 40.000 niños menos por la crisis

Bebé recién nacido en un hospital andaluz.

La crisis económica también tiene consecuencias sobre la natalidad. Así lo pone de manifiesto el trabajo científico Salud sexual y reproductiva y crisis económica en España realizado por expertos de salud pública de la Universidad del País Vasco y el Departamento de Salud del Gobierno Vasco. Según este estudio, incluido en un informe de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS) presentado este miércoles en Madrid, en 2012 nacieron 40.000 niños menos de los esperados como consecuencia del "empeoramiento del contexto económico y social". Eliminando otros factores explicativos del descenso de la natalidad no relacionados con el contexto económico, como el descenso en el número de personas en edad reproductiva, los autores señalan entre las causas de este descenso al desempleo y a la falta de perspectivas económicas.

Desde el punto de vista individual, los autores señalan que esta bajada de nacimientos puede estar suponiendo un deterioro de la salud reproductiva de personas que desean tener descendencia pero que se enfrentan a condiciones de vida que no permiten su materialización. Y explican que ha sido en las personas de edades más jóvenes, en las que el desempleo ha tenido más impacto, en las que la fecundidad ha tenido un mayor descenso. Por el contrario, aseveran, se ha producido un aumento de los nacimientos de mujeres de mayor edad, de manera que en 2012 los nacimientos de madres de 40 años y más aumentaron un 29% respecto a 2008. Asimismo, señalan que no hay que olvidar las consecuencias, en términos de salud de la madre y de su criatura, que supone este retraso en la edad a la maternidad.

Según los autores, esta pérdida de nacimientos tiene "importantes implicaciones desde el punto de vista social". "Con frecuencia –señalan– las respuestas para paliar sus efectos se han centrado en políticas restrictivas, como la remodelación del sistema de pensiones basado en recortes de derechos y prestaciones, y en la merma del bienestar de la población, sin que factores importantes que afectan al descenso de la natalidad hayan formado parte del debate".

Los niños de la crisis 

Además del citado, los estudios que componen el informe vienen también a poner de manifiesto el impacto que tendrá la crisis en los niños, uno de los grupos "más vulnerables". Señalan que ese impacto se traducirá en un mayor riesgo de desarrollar enfermedades a largo plazo que, en muchos casos, se prolongará hasta la edad adulta. Los diferentes trabajos evidencian que los niños que viven en entornos familiares en riesgo de pobreza tienen más probabilidades de desarrollar enfermedades cardiovasculares, trastornos cognitivos y problemas de salud mental de adultos.

En España la tasa de riesgo de pobreza ha aumentado desde el inicio de la crisis, en especial entre la población infantil, según el informe de SESPAS, que recoge datos de 2011 que mostraban como hasta un 27 por ciento de los menores de 16 años se encontraban en riesgo de pobreza. Esto se traduce en problemas de nutrición, la falta de una escolarización temprana y un mal ambiente familiar, ya que muchos de sus padres llevan mucho tiempo en paro y hay quienes comienzan a perder la prestación por desempleo, lo que también agrava el riesgo de sufrir trastornos mentales --principalmente ansiedad y depresión-- y acaba afectando a sus hijos.

Además, el informe recuerda que hay varios estudios epidemiológicos con perspectiva de trayectoria vital que encuentran que las experiencias de pobreza en la infancia tienen efectos negativos sobre la salud a lo largo de la vida, aumentando (entre otros trastornos) el riesgo de retardo de crecimiento, asma y mala salud general en la infancia.

Enfermedades de transmisión sexual 

El mismo informe Salud sexual y reproductiva y crisis económica en España también revela que hay un descenso en el uso de anticonceptivos desde 2007. Y desvela que en un 20% de las relaciones esporádicas no se usan barreras contra enfermedades de transmisión sexual. "Esta realidad, junto con una incidencia creciente de sífilis, gonococia o VIH en algunos colectivos, evidencia la necesidad de incidir en las estrategias de sexo seguro", señalan los autores. 

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