Los abusos de la banca

Las retiradas de efectivo y el pago de vacaciones confirman el uso irregular de las 'tarjetas B'

Miguel Blesa sale de los juzgados de Plaza de Castilla tras declarar como imputado, el 24 de enero de 2014.

Alicia Gutiérrez / Tono Calleja

El desglose de gastos de las llamadas tarjetas B que durante casi una década disfrutaron 83 directivos y consejeros de Caja Madrid  desbarata por completo la hipótesis de que sirvieron para sufragar tareas de representación ligadas al cargo y, muy al contrario, afianza la sospecha de que sus beneficiarios se valieron de las retiradas de fondos en efectivo para garantizarse sobresueldos opacossobresueldos opacos. El desglose confirma que quienes podían hacer reintegros con esas tarjetas retiraban periódicamente cantidades idénticas o muy parecidas, lo que en la práctica las convertía en sobresueldos sin control tributario. El gasto total de las visas opacas asciende a 15 millones, de los que dos millones se corresponden con reintegros.

El uso irregular de las tarjetas permitió a múltiples directivos y consejeros afrontar compras de lujo con dinero de la caja cuya quiebra arrastró a Bankia y obligó al Estado a inyectarle 22.400 millones públicos.

Y, por ejemplo, pagarse vacaciones que podrían ser reconstruidas casi al milímetro gracias a los movimientos de esas visa. El gasto total superó los 15 millones, de los que dos se corresponden con retiradas de efectivo en cajeros automáticos u oficinas de Caja Madrid.

Las fechas ponen en evidencia a quienes han tratado de argumentar que usaron correcta y legitímamente las tarjetas: las Semanas Santas de cada año de la serie aparecen plagadas de gastos a partir del Jueves Santo. En agosto ocurre otro tanto. Y el 24 de diciembre, Nochebuena, fue el día elegido por distintos consejeros y directivos para almuerzos que difícilmente podían ser de trabajo.

Blesa, del Ritz al Four Season pasando por el safari

Al margen de sus sueldos, Blesa, su núcleo duro directivo y varios consejeros cobraron todos los meses durante su largo mandato cantidades no declaradas. El expresidente de la entidad se hizo por el método del reintegro con 85.950 euros adicionales a sus millonarias retribuciones oficiales.

Entre febrero de 2003 y enero de 2010, Blesa efectuó 144 retiradas de efecto por importe de 600 euros cada una de ellas y otra más -la 145- por 500 euros. Además, utilizó la tarjeta al modo clásico para pagarse un safari en África, vinos, complementos y otros artículos de lujo, restaurantes de categoría, hoteles de no menos relumbrón como los de la cadena Ritz Carlton o Four Seasons y otras cosas que terminaron por costarle a la caja otros 351.238 euros.

La retirada de dinero siempre por el mismo o muy similar importe era una pauta común también a los consejeros que se beneficiaban de esa práctica.

Francisco Moure, que fue vicepresidente de la caja a propuesta del PP y gastó en total 127.300 euros, sacó del cajero 500 euros en 79 ocasiones, lo que suma 39.150 euros adicionales a lo que él mismo gastó pagando con la tarjeta.

El socialista Antonio Romero (252.000 euros en total) se benefició de otros 79 reintegros que sumaron 41.700 euros: empezó retirando 500 euros cada vez en 2005 y en 2008 pasó a sacar 600 en cada ocasión, lo que sugiere que los beneficiarios de las tarjetas estaban sujetos a directrices sobre el volumen de efectivo disponible para cada uno de ellos.

Moral Santín: 696 retiradas en metálico

Pero en número de operaciones en metálico es el exconsejero de IU José Antonio Moral Santín quien se lleva la plana. Entre enero de 2003 de 2003 y diciembre de 2011, Moral Santín retiró dinero del cajero en nada menos que 696 ocasiones. La evolución de sus reintegros reafirma que, sí, había directrices: comenzó extrayendo 300 euros dos o tres veces por mes, en 2005 saltó a 500 euros y, ya en 2008 se colocó en los 600. En total, obtuvo por ese procedimiento 367.800 euros.

Su mano derecha, Enrique de la Torre, secretario general de la caja, retiró por la misma vía 197.769 euros. El director general, Ildefonso Sánchez Barcoj, se llevó 82.850 euros pero en conjunto fue el que más dinero gastó gracias a las tarjetas B: 484.200 euros. Y el director de negocios de Caja Madrid, Matías Amat, se hizo con casi 107.000 euros. La importancia del núcleo duro de Blesa en la marcha de la caja queda reflejada en los correos secretos del financiero, que acaba de lograr la inhabilitación del juez que primero le investigó, Elpidio Silva. Y esa importancia encuentra su correlato en las ventajosísimas condiciones en que utilizaban las tarjetas B.

También otros ejecutivos como Mariano Pérez Claver (107.390 euros) o Ramón Ferraz (173.129) contribuyeron a que el monto de cantidades retiradas en cajeros automáticos o, con menor frecuencia, en oficinas de la caja, alcanzase el listón de los dos millones.

Año a año, ninguna de las cantidades que cobraron habría sido suficiente para que lo defraudado a Hacienda superase los 120.000 euros y se convirtiera así en delito. Pero fueron Blesa y sus directivos quienes instauraron el sistema: en su propio beneficio y como instrumento para garantizarse el control de los órganos de gobierno de la caja. El juez Andreu investiga si lo que hicieron constituye delito.

Los gastos reflejados mes a mes a partir de 2003 y hasta 2012 en algunos casos –por ejemplo, el de Rodrigo Rato, que cobró de Bankia 15.000 euros gracias a su tarjeta opaca en solo cuatro meses de 2012- constatan no solo la larga sospecha de que el dispendio era norma en Caja Madrid.

Facturación 2003-2012 Consejo (I) [Excel]

Dinero para las vacaciones

Un segundo elemento tumba la coartada de que el gasto se ajustaba a las necesidades del cargo. Y ese elemento radica en que la frenética actividad compradora de quienes tenían una visa black en su poder ni siquiera cesaba en vacaciones: el análisis de los movimientos de algunas tarjetas permite reconstruir con detalle a qué lugar, cuándo y dónde comieron y durmieron en Semana Santa o en agosto quienes tenían a su cargo la salud financiera de Caja Madrid.

Por ejemplo, el consejero Francisco Baquero (CCOO) veraneaba en Denia. El exgerente del PP madrileño, Beltrán Gutiérrez, tenía afición a las playas onubenses de El Rompido. Y el exsecretario de Estado de Hacienda Estanislao Rodríguez-Ponga hacía lo mismo con la suya, Asturias. Miguel Blesa se sale de la norma: sus viajes eran safaris o periplos de larga distancia y no siempre realizados en los meses clásicos para el veraneo.

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