Crisis del ébola

Dos celadores que prepararon el cadáver de uno de los misioneros no recibieron formación

El Consejo General de Enfermería, que agrupa a los colegios de enfermeras de todo el país, ha puesto negro sobre blanco nuevas irregularidades en el tratamiento de la llegada del ébola a España. En un informe presentado este martes, la organización profesional apunta que los protocolos, la formación y el entrenamiento del personal que atendió a los pacientes infectados han sido "insuficientes". En este sentido, consideran que se ha podido cometer, entre otros, el delito 316 del Código Penal sobre normas de prevención de riesgos laborales. Aunque como organización no se plantean acudir a los tribunales, sí pondrán en conocimiento de la Fiscalía –que está investigando este asunto– toda la información de la que disponen. En palabras de su presidente, Máximo González Jurado, el colectivo exigió la dimisión del consejero de Sanidad madrileño. "Es una inmoralidad que siga todavía", señaló. 

Entre los nuevos datos aportados, los enfermeros señalan que se incumplieron los protocolos  de la OMS y del Ministerio de Sanidad en lo relativo al contacto con los cadáveres de personas fallecidas a causa del virus, pues ambos señalan que ese contacto debe limitarse a personal entrenado. De hecho, aseguran que dos celadores que estuvieron en el proceso de preparación del cadáver "nunca habían estado en dicha unidad, no habían recibido formación previa en este sentido, ni habían tenido la oportunidad de ponerse y retirarse el traje anteriormente. Fueron llamados precipitadamente para ayudar en el traslado". Explican que ese momento fue  la primera vez que se colocaron el traje "siguiendo las pautas de otros compañeros con un poco más de experiencia en este sentido".

Asimismo, denuncian que las enfermeras que atendieron los casos de ébola, no recibieron formación previa, para el manejo del cadáver ni constan pasos a seguir llegado el caso, en el protocolo vigente. Por lo tanto, ante la inexistencia de procedimientos a este respecto, no sabían cómo proceder en tratamiento del cadáver y el material. Y señalan que fue la empresa funeraria la que dio las pautas a seguir en el procedimiento del manejo post-mortem al personal sanitario.

Este es un hecho especialmente grave porque es en el momento de la defunción cuando los fluidos corporales del paciente tienen una mayor carga viral y, por tanto, las posibilidades de contagio son mayores. De hecho, una de las dos ocasiones en las que Romero entró a la habitación de García Viejo fue precisamente después de que este falleciera.

El protocolo de La Paz-Carlos III se limitaba a explicar que los cadáveres "no podrán ser objeto de prácticas de tanatopraxia" (preparación del cuerpo de un difunto), que no se les pueden realizar autopsias y que el contacto con ellos "debe limitarse a personal entrenado". Asimismo, detallaba que el cadáver "deberá ser trasladado en un féretro sellado previamente incluido en una bolsa de traslado impermeable con el fin de que disminuya la manipulación". No aclaraba, sin embargo, aspectos prácticos de cómo tenía que ser ese proceso.

En el informe, la organización documentan también otros casos de falta de formación de los profesionales. Entre ellos, la incorporación directa de un enfermero el primer día a la vuelta de sus vacaciones, en el turno de noche, sin ningún tipo de formación previa y la realización de una radiografía portátil en la sala de aislamiento por técnico especialista en radiología que no había recibido ninguna capacitación previa. O el hecho de que en un grupo de seis enfermeros designados para prestar asistencia a los misioneros repatriados con ébola sólo cuatro de ellos habían recibido de manera previa una formación de 30 minutos y que tan sólo dos practican en la puesta y retirada del traje, en una ocasión, de protección antes de entrar a atender a los pacientes. 

Material y retirada de trajes 

Asimismo, el documento recoge deficiencias en los equipos de protección utilizados. Señala que las gafas de protección ocular no eran las adecuadas porque se empañaban continuamente "dificultando la visión de los

profesionales con el riesgo que eso entraña". También se refiere a las mascarillas que eran tipo FFP3 "aunque los protocolos de la OMS y del Ministerio de Sanidad exigen la utilización de mascarilla quirúrgica". Sobre los guantes se hizo bien utilizando dos, pero "aunque la largura del manguito de ambos es la misma". En relación a las "piernas" de protección que cubren esas extremidades tanto el protocolo de Sanidad como el propio de La Paz-Carlos III, indican que "tienen que ser impermeables en ambas capas". Sin embargo, al menos hasta el 9 de octubre –según señaló la unidad de amenaza bacteriológica (NBQ) del SAMUR, no lo eran. 

Por otro lado el protocolo de la OMS Indica que siempre debe haber una persona supervisando tanto la puesta como la retirada de los equipos. En el informe se asegura que según testimonios en la retirada de los uniformes "nadie supervisaba la técnica".

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