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Los abusos de la banca

El testimonio del empleado que despidió Blesa, clave para que un preferentista recupere su dinero

El testimonio del director de la sucursal de Linares, que fue despedido por el expresidente de Caja Madrid Miguel Blesa por su oposición a comercializar preferentes, ha resultado clave para que Bankia haya sido condenada a devolver 40.600 euros a Eduardo M. R., un cliente que invirtió en 2009 un poco más de esa cantidad en preferentes, según consta en una sentencia del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 4 de Linares del pasado 15 de septiembre. 

Antonio Gómez Ortega, que fue director de la sucursal de Caja Madrid de Linares durante diez años hasta que fue despedido el 17 enero de 2007, conocía al preferentista, que era un cliente habitual de la sucursal en la que trabajó. infoLibre sacó a la luz el pasado septiembre la historia de este exempleado, que llegó a enviar sin sin éxito un correo a Miguel Blesa suplicando que no le despidieran tras haber devuelto a varios clientes parte de su dinero. 

Según la resolución dictada por la juez Susana Ruiz Cristina, a la que ha tenido acceso este periódico, el extrabajador de Caja Madrid aseguró que el demandante "nunca quiso asumir riesgos y que no tiene conocimientos suficientes como para entender lo que suponía la adquisición de las preferentes".

Pero la sentencia pone de manifiesto otras conclusiones del exdirector de la oficina de Linares, que ya había compartido en infoLibre: "Que en la emisión de 2005 de preferentes se recibieron instrucciones por la dirección de zona [en Córdoba] para colocar el producto a clientes que  tuvieran plazos fijos y sin realizar estudio alguno sobre los perfiles de los clientes y sobre si tenían cualificación suficiente como para entender los riesgos".

Y por eso la juez, en sus conclusiones, destaca que pese al perfil conservador del cliente, éste firmó una orden de suscripción "sin ser advertido de forma clara de que se convertiría en accionista de la entidad emisora de las participaciones y que en el supuesto de que se desactivara el mercado secundario en el que cotizan estos productos, el capital de la inversión sería irrecuperable".

Desmontó la defensa

Las anteriores conclusiones desmontaron la defensa de Bankia, que planteaba que el cliente había firmado la documentación en la que aseguraba haber leído el contrato, y que conocía aspectos concretos del mismo: "Se le ha informado de que el pago de la remuneración está condicionado a la obtención de beneficios distribuibles por parte del emisor o su grupo", indicó Bankia en el juicio.

La entidad financiera explicó que el cliente "también ha sido informado de que el calificativo preferente no significa que sus titulares tengan la condición de acreedores privilegiados, pues en el orden de recuperacion de créditos se sitúan únicamente por delante de las acciones ordinarias".

Pero la declaración de Gómez Ortega favoreció los intereses del preferentista, ya que aseguró que a los propios empleados del banco se les indicaba que la seguridad del producto era "total" y que el dinero estaría disponible en 24 horas. "Los empleados desconocían los riesgos del producto", confirmó el exdirector de la oficina de Caja Madrid.

Llamaban a los clientes

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Gómez Ortega también explicó que se llamaba a los clientes para que contrataran el producto y, en relación al perfil del demandante, que los documentos informativos que aparecen firmados por el cliente "seguramente ni siquiera los llegaría a leer ya que confiaba plenamente en su oficina bancaria".

Así, la jueza asegura en la sentencia que lo cierto fue que se le suministró "verbalmente" una información "radicalmente contraria", según manifestó también el director de la sucursal que sucedió al que despidió Blesa: Francisco Ochando García.

"Teniendo en cuenta todo lo manifestado, no puede considerarse acreditado que Bankia informara correctamente al demandante, declarando la nulidad del contrato de venta de las preferentes, obligando a la entidad financiera de devolver 40.600 euros más los intereses", sentencia la jueza.

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