El futuro del PSOE

El PSOE respalda a Sánchez en sus ataques a Podemos aunque asume que deberá llegar a acuerdos

Pedro Sánchez, en rueda de prensa en Ferraz este 9 de enero de 2015.

Podemos es la "extrema izquierda disfrazada de oportunismo ideológico" que ofrece "un salto al vacío de las ideas, de la responsabilidad y de las propuestas". Es "el partido del rechazo", el que pretenderá "esconder sus trasnochadas y vacuas propuestas", el que quiere "simplificar la complejidad de los retos a los que se enfrenta España con el cuesto de la casta, una especie de cesto de ropa sucia al que tirar sin miramientos a todos los partidos", el que comparte la "política del no" con el PP, el que "fracciona a la izquierda y sirve directamente a los intereses de los poderosos". Todo eso es Podemos, según verbalizó Pedro Sánchez el pasado jueves ante su Grupo Parlamentario. No ahorró epítetos ni evitó entrar en el cuerpo a cuerpo. De la práctica ignorancia del fenómeno en los últimos meses pasó al ataque directo para advertir de los "riesgos" a los que se enfrenta el PSOE en este año electoral. 

En líneas generales, los dirigentes territoriales comparten el giro en el discurso del secretario general. Con matices, eso sí, resaltando que no se puede caer en el "trazo grueso" o en la descalificación de los votantes, pues sería tanto como agredir a los electores desencantados con el PSOE. Entienden que ahora toca hacerlo, porque Podemos se ha hecho con un trozo muy importante de la tarta –por encima del 20% de los sufragios, según las encuestas–, porque quedan más cerca las elecciones autonómicas y municipales. Y porque hay que "responder", en fin, a los "ataques" que llegan desde las filas del partido de Pablo Iglesias, no permanecer "callados". Pero al tiempo se asume que las urnas, el 24 de mayo, arrojarán un escenario muy fragmentado, donde las mayorías absolutas serán, en muchos casos, casi un exotismo, y donde el PSOE, si queda como primera o segunda fuerza (superado por el PP), se verá abocado a entenderse con Podemos. O para que se abstenga en la investidura, o para que le apoye durante la legislatura o compartan el Gobierno. 

En el entorno de Sánchez sostienen que realmente no se ha producido un giro en el discurso, que es el mismo que figuraba en el documento interno de estrategia que se filtró hace unos meses, que ya venía expresándolo del mismo modo hace tiempo. Pero en cambio sí sonó a nuevo porque el secretario general solemnizó sus ataques a Podemos en el Congreso, ante miembros de la ejecutiva, diputados, senadores, eurodiputados, barones y portavoces autonómicos. O sea, en un foro que reunía a los mayores poderes del partido. Era, además, su primera intervención del año después de las vacaciones de Navidad y en la que insertaba un pasaje extenso sobre las amenazas que se ciernen sobre el PSOE en un año "decisivo". Sánchez dibujaba así un escenario en el que situaba a su formación como el "partido de la esperanza" frente a los otros dos ejes: el "partido del miedo" –el PP– y el "partido del rechazo" –Podemos–. 

"Nuestro adversario es el PP"

"Los discursos son relatos vivos, que se van armando con el tiempo, con la actualidad. Pero no es la primera vez que había dicho que PP y Podemos sirven a los mismos intereses. Pero es verdad que lo del jueves era un discurso, y el tono es más sobrio", admitían sus colaboradores, quienes hacían hincapié en que, en cualquier caso, la piedra angular de la estrategia de oposición –"Nuestro adversario es el PP"– no había cambiado. 

En su equipo recordaban que las referencias a la formación de Iglesias sólo eran una pequeña parte de una alocución mucho más larga –50 minutos en total– y "más profunda". Pero fue ese posicionamiento respecto a Podemos lo que los medios llevaron enseguida a los titulares. De hecho, sonaba muy semejante a la andanada que el mismo Sánchez le dirigió en otro foro solemne, el Comité Federal del pasado septiembre, en el que, sin citar expresamente a Podemos, la identificaba con el "populismo", que compartía una "coalición de intereses" con el PP. En aquel momento, distintos dirigentes le recomendaron moderar sus críticas porque el electorado podría sentirse agredido. El líder siguió el consejo y suavizó el tono. Se centró en señalar que, pese al buen diagnóstico de la realidad de los de Iglesias, carecían de propuestas, de soluciones reales. Las referencias más habituales se escuchaban a raíz de preguntas de los periodistas. 

En esta ocasión, el discurso de Sánchez suscitó menos contestación. En la reunión del grupo se oyeron algunas amonestaciones, las de quienes aseguraban que había que recalcar que el enemigo es y será el PP y que había que medir las críticas. En las federaciones, según pudo testar infoLibre tras consultar con barones y dirigentes territoriales, su intervención se encajó con agrado. Aunque con matices.

"La agresividad no es el camino"

"No nos gusta el modelo Podemos. En Andalucía están todo el día atacando a la Junta. Creemos que es un lobo con piel de cordero, es un partido de vaivenes y conveniencia ideológica. Podemos es un partido más del espectro político, que se tiene que acostumbrar a la crítica de los demás. Aunque la crítica que hagamos no puede ser frontal, sino argumentada", indicaba a este periódico un miembro del Gobierno andaluz, muy próximo a Susana Díaz. "Hay que desmontar la burbuja de Podemos, pero siempre teniendo claro que nuestro adversario es el PP. La agresividad desde luego no es el camino, sobre todo por nuestro electorado. Se trata, por tanto, de explicar, de hacer una labor pedagógica. Marcar nuestro camino y aterrizar en el mensaje, y decir que ellos no tienen propuestas, algo que se ve más en las autonomías y en los ayuntamientos", señalaba un importante barón regional. "Los adjetivos pueden estar mejor unos que otros, pero lo sustantivo es lo importante", advertían desde la federación manchega. Un miembro de la ejecutiva federal admitía que hay que ser muy escrupulosos a la hora de diferenciar entre los dirigentes de Podemos y los votantes, a los que los socialistas deben tratar con sumo respeto para no desairarles. 

En el PSOE han escocido los "ataques" de Iglesias y su equipo hacia su partido, así como que el líder de Podemos en Málaga, José Antonio Vargas, dijera en una entrevista en el diario Sur que "no pactaría con PSOE e IU, con quienes recortan en la Junta, aunque suponga dejar al PP en la Alcaldía". "Se aborda Podemos como un adversario político y el PSOE no se puede mantener callado, sobre todo cuando ellos no atacan casi al PP", observa un alto mando del equipo de Tomás Gómez en Madrid. "Ellos hablan de nosotros, y ¿no nos atacan ellos más duro? Esto no es la orden de las monjas ursulinas", conviene otro barón de peso. 

Distintos responsables dan varias razones para pasar al contraataque. Primero, el cambio de escenario. En septiembre, a las pocas semanas de ser elegido Sánchez como secretario general, Podemos no había apuntado tan arriba en las encuestas, y ahora algunos sondeos le colocan como primera fuerza. Dos, el momento. Ahora quedan poco más de cuatro meses para las autonómicas y municipales del 24 de mayo. "Estamos en precampaña y el federal va a poner toda la carne en el asador, igual que los territorios", aduce un dirigente madrileño. Tres, que no tiene sentido "ignorar" el fenómeno, como explica un líder regional: "Es absurdo negar la existencia de un nuevo adversario, y hay que hacer reproches a quien pretende partir de cero. No hay que hablar como si no existieran". Cuatro, que hay que salir al paso contra una fuerza "protegida" por "ciertos medios", eufemismo con el que los socialistas apuntan a las televisiones privadas, a quienes culpan de haber calentado la burbuja. Y quinto, claro, replicar a los "ataques" de Iglesias y su gente. "Nos tenemos que defender", recuerda un alto mando de Ferraz.

Un enemigo difícil de combatir

En el fondo, también hay mucho de tanteo. Como coinciden la totalidad de las fuentes consultadas, Podemos es un fenómeno nuevo al que ni el PSOE ni ningún otro partido acaba de tomar la medida. En toda la historia democrática, los socialistas se sentían cómodos combatiendo a la derecha, y no habían sentido el aliento a la espalda de IU, pese a sus fricciones con ella, porque nunca había sido una alternativa potente, que se encaramase por encima del 20%. La amenaza ahora es real. El sorpasso no es descartable. Es, pues, un agente "desconocido", al que no es fácil enfrentarse, que genera un panorama lleno de "incertidumbres". De ahí la "confusión" en la dirigencia del PSOE a la hora de replicar a Podemos. 

Las encuestas tampoco ofrecen motivos para la tranquilidad. La última, la de MyWord para la Ser, conocida este viernes, dibujaba un escenario demoledor: 27,5% para Iglesias (primera fuerza en generales), 24,6% para el PP, 19% para el PSOE, 5,5% para UPyD y 3,7% para IU. Un paisaje que, para la directora del instituto demoscópico, Belén Barreiro, expresidenta del CIS, reflejaba más un "estado de ánimo", por lo que era probable que en el camino hacia las generales, Podemos perdiera parte de sus votos. Argumentación a la que se agarraban los socialistas para recelar de esos resultados. En Ferraz no negaban que había sorprendido el barómetro, pero sostenían que el voto al partido morado se hallaba "inflado". Sánchez argumentó que la "pulsión de cambio" que existe en la sociedad española acabará revirtiendo a favor del PSOE, que representa el "cambio seguro", por lo que está "en las mejores condiciones" para ganar los comicios. 

Encuestas, "muchas y contradictorias"

El sondeo no encendió todas las alarmas en los territorios, aunque tampoco podía gustar. La hipótesis de que el PSOE se convierta en tercera fuerza y se hunda por debajo del 20% de los votos es, a día de hoy, inimaginable para muchos dirigentes. Ese resultado sería una absoluta catástrofe, y aún empeoraría el 23% de las europeas. 

Las fuentes consultadas estiman que las encuestas son "muchas y contradictorias entre sí", pues unas colocan al PP como ganador, otras ubican al PSOE y otras a Podemos. Datos que probarían, según su interpretación, que el escenario es muy "volátil" y que la tarta se reparte a tres. Para los socialistas, los estudios no llegan a detectar el voto oculto a los dos grandes partidos y tienen difícil cocina la estimación porque no hay recuerdo de voto –una variable elemental en las encuestas electorales–, ya que Podemos no compareció en las generales. La cúpula federal siempre recalca que tras el relevo en el liderazgo, el partido está en una mejor forma, que se ha parado el golpe aunque el despegue no sea demasiado significativo, y que el "mayor activo" del PSOE se llama Pedro Sánchez. 

Los sondeos pues, preocupan –"son inquietantes", abundan en Andalucía–, pero no se ha instalado aún un clima de histeria colectiva. También porque se añade a renglón seguido que los números en las municipales no serán tan buenos para Podemos, pues no se presenta con su marca y en algunas localidades no dispone de infraestructura y se ve complicado que arrastre votos. 

Gobernar, pero no a cualquier precio

Lo que sí asumen los barones y dirigentes territoriales es que pese a la ofensiva contra Iglesias, será indispensable entenderse con él tras el 24-M. "Si no se está ya mentalizando el partido, está claro que se tendrá que mentalizar todo el mundo", advierte un barón.

Oficialmente, la cuestión de las alianzas es un tema tabú para la dirección, pero las cuentas se echan. Y se da por hecho que no habrá apenas mayorías absolutas, ni siquiera para el PP. Se camina, pues, hacia ayuntamientos y parlamentos autonómicos "muy fragmentados", con lo que la gobernación se complicará. 

En Extremadura, Castilla-La Mancha, Valencia o Madrid, las comunidades que son el principal objetivo para el PSOE para el 24-M, sus secretarios generales tienen claro que en ningún caso permitirán que el PP siga al mando, en caso de que pierda la mayoría absoluta. Así que están dispuestos a explorar todas las opciones. Gobierno en minoría con apoyos puntuales (como en Asturias), pacto de legislatura, cogobierno (como en Andalucía)... "Mejor un Ejecutivo basado en los pactos y luchándolo cada día que uno del PP, que hemos estado sufriendo 20 años", señalan en Madrid. "En nuestro caso –apuntan fuentes del PSPV, que comanda Ximo Puig–, la situación de ruina de la Generalitat Valenciana requiere un liderazgo fuerte, así que vamos a insistir en la necesidad de la fortaleza para afrontar todos los retos que hay por delante. Queremos gobernar, pero no a cualquier precio. Va a haber cambio, pero no podemos hipotecar el futuro. No nos dan miedo Gobiernos en minoría o Gobiernos plurales [de coalición], pero si no hay forma de gobernar habrá que ir a nuevas elecciones". 

En Castilla-La Mancha, fuentes próximas al secretario general, Emiliano García-Page, también advierten de que si María Dolores de Cospedal no revalida su mayoría absoluta, el PSOE hará lo posible para volver a la Junta, aunque sin admiitr "extravagancias" de Podemos. Y en Extremadura, Guillermo Fernández Vara tiene claro que tampoco dará opción al PP a gobernar y, "cuando llegue el momento, habrá que ponerse de acuerdo según los programas". En Castilla y León, Luis Tudanca comparte que "jamás" dará los votos al PP. 

En todos los casos, se subraya que el PSOE se ha demostrado a lo largo de estos años como el partido "pactista", que está en mejor disposición que el PP a llegar a acuerdos con otras fuerzas. 

Que Podemos se retrate

¿De qué dependerá la fórmula por la que se opte? Lo dirán los números, según el análisis general. A priori, es aventurado presuponer cómo se encajará el mapa. La lógica dicta, apuntan las fuentes contactadas, que si el PSOE se queda cerca de la mayoría absoluta, podría sentirse más confortable con un Ejecutivo en minoría, mientras que si la Cámara está muy dividida, los cogobiernos facilitan la estabilidad. Pero es una cuestión que ni siquiera compete sólo a los socialistas, sino al resto de fuerzas. Y ahí intentará conducir su mensaje: apelando a Podemos a definirse, apremiándole a que diga qué va a hacer en lugares como Valencia o Madrid, porque presupone que si cede el paso al PP, los electores le castigarán. 

Aún podría haber un escenario más complejo: que el PSOE quedara como tercera fuerza y tuviera que optar entre dar las llaves del Ejecutivo al PP o a Podemos. La hipótesis "más diabólica", por cuanto revelaría la debilidad del PSOE, su pérdida de la hegemonía. "Permitir que el PP gobierne en sitios como Madrid o Valencia nos llevaría al desagüe, aunque si dejamos gobernar a Podemos ya le hemos hecho la campaña a Mariano Rajoy para las generales", expone un dirigente. Pero esa alternativa es bastante remota para muchos responsables, que confían en que las urnas acaben desinflando el efecto Iglesias

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No avanzar escenarios

Andalucía es un caso aparte, porque la federación andaluza, la más poderosa, es la que tiene más fácil recuperar la primera posición. De ahí que Díaz siempre repita que "ni con el PP ni con Podemos". Sus colaboradores insisten en que el PSOE no puede "anticipar escenarios" jamás, que el "catecismo electoral" manda que nunca se hable de alianzas antes de unos comicios, porque "si sales a pactar, pierdes". 

En declaraciones públicas, todo pinta que así será. Que por mucho que la prensa intente retorcer a los cuadros del PSOE y a su secretario general, no se adelantarán acuerdos y se machacará que el partido arranca la carrera con una única voluntad: ganar. Para empezar, porque quedan cuatro largos meses y todo aún puede pasar. 

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