Libertad de expresión

Creadores y humoristas gráficos denuncian la hipocresía de una parte del apoyo a ‘Charlie Hebdo’

¿Cuánta hipocresía se esconde detrás de quienes dicen defender la libertad de expresión?

El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, un país en donde, según Reporteros Sin Fronteras, 66 periodistas fueron asesinados en 2014 por el ejército israelí en el ejercicio de sus funciones, fue una de la estrellas de la manifestación que tuvo lugar el pasado 11 de enero en defensa de la libertad de expresión a raíz de los atentados sufridos en la revista satírica francesa Charlie Hebdo. Ese detalle no le impidió estar presente.

Esta paradoja ocurre también en España, donde algunos humoristas, dibujantes, periodistas y medios de comunicación sufren denuncias o se ven sometidos a censura por ejercer libremente este derecho. Y, sin embargo, el presidente del Ejecutivo español, Mariano Rajoy, tampoco faltó a la manifestación de París.

Uno de los casos más recientes es el del humorista Facu Díaz, a quien la asociación Dignidad y Justicia le interpuso una denuncia por presunto delito de enaltecimiento del terrorismo a raíz de un sketch en el que compara al Partido Popular con la organización terrorista ETA. “A cualquiera que tenga un mínimo de conocimiento de lo que pasa en el mundo esa imagen [de los líderes políticos en la manifestación] deja alucinado y también indignado”, critica Díaz. “Parece muy fácil coger un avión oficial y presentarse como defensor de la libertad de expresión, pero para eso hace falta mucho más. Esa gente ni de lejos es el ejemplo de lo que significa ese concepto”, apostilla.

Para Díaz, los límites a la libertad de expresión “existen”, pero subraya que estos “debe ponérselos uno mismo”. “En mi programa me pongo muchísimos límites y esa es mi mejor censura. E igual que yo no voy a censurar a nadie, le pido a la gente el mismo razonamiento, que es que si no le gusta, que no lo vea”, concluye el humorista.

El viñetista Manel Fontdevilla, cofundador de la revista digital Orgullo y Satisfacción, considera la asistencia de ciertos líderes políticos a la manifestación de París, como la del presidente español, “un despropósito más”. “Me espero tan poco de este Gobierno que tampoco les vamos a exigir mucho más. Pero no hay ninguna intención válida en todo esto. Forma parte de un protocolo que hay que cumplir”, resalta.

Fontdevila es autor de la portada de El Jueves que nunca llegó a los kioskos. En unas de sus publicaciones de junio del pasado año, el grupo editorial RBA, al que pertenece la revista, decidió en el último momento sustituir la primera página –en la que aparecía el rey Juan Carlos entregando la corona cubierta de excremento a su hijo Felipe VI– por otra en la que el protagonismo recaía en el líder de Podemos, Pablo Iglesias. Este hecho propició el abandono de la revista de Fontdevilla y otros dibujantes tras sufrir un tipo de censura diferente, en este caso por parte del propietario de la cabecera.

El dibujante opina que no deben existir límites a ejercer la libertad de expresión pues “es un límite que ya está controlado”. “Lo demás forma parte de ese contrato que tienes con el tipo que te lee. Dices lo que piensas y la gente juzga. Es un poco paternalista vigilar que la gente no diga según qué cosas porque podrían hacerle pensar algo que no queremos”, subraya Fontdevilla.

"Dios no existe, pero nos dicta las leyes"

En la misma línea se pronuncian los codirectores de la revista satírica Mongolia, Fernando Rapa y Darío Adanti. "El hecho de que los mismos que fueron a la marcha en París y que se llenaron la boca con la libertad de expresión, avalen una ley como la de 'ofensa a los sentimientos religiosos', no sólo es una hipocresía, si no que pareciera que conciben esa ley sólo en los casos en que se satiriza a la religión católica". Dios no existe, pero de manera extraña nos dicta las leyes. Muchos se aprovechan de este hecho casi mágico de aparición divina para imponernos sus berrinches morales" critican.

Rapa y Adanti se refieren al artículo 525 del Código Penal español, que recoge que las ofensas públicas a "los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa" pueden incurrir en penas de multa de ocho a doce meses. Este periódico ha puesto en marcha una campaña por la eliminación de dicho artículo, que establece una pena de multa de ocho a doce meses por ofender “los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa”.

Los codirectores consideran que "muchos se subieron al carro de 'Yo soy Charlie Hebdo' porque era contra el Islam". "No sabemos si lo harían con algunas portadas que tenemos reseñadas y que serían prohibidas por los que defendieron esos días la libertad de expresión", dudan y apuntan a que "aquí muchos gustan del Charlie Hebdo porque no lo entienden, no lo venden en el kiosco de la esquina y no se mete con los temas locales que pueden resultar espinosos". Rapa y Adanti admiten que la libertad de expresión tiene "sus contradicciones", pero detallan que "hay que separar, en el caso del humor, lo que es la temática del chiste con lo que es la reflexión a la que te puede llevar dicho chiste". 

“Fuera de España, la libertad de expresión está muy bien, pero dentro molesta”

El artista Eugenio Merino, autor de la obra Always Franco –en la que se ve al dictador dentro de una cámara frigorífica– y por la que fue denunciado por la Fundación Francisco Franco por atentado al honor, considera que “fuera de España, la libertad de expresión está muy bien, pero dentro molesta”. “Es ridículo defender esa idea en otro país cuando aquí tenemos ese problema".

El artista  también recibió numerosas críticas por su obra Stairway to heaven, en la que aparecen representados un árabe rezando agachado, encima de él y arrodillado, un sacerdote católico; y sobre éste, un rabino. “Me mandaron emails amenazantes e incluso una persona, con nombre y apellidos, me amenazó de muerte a través de Facebook y fui a la Policía. El agente que me atendió me preguntó que por qué había hecho esa estatua”, recuerda aún con cierta sorpresa y apunta a que “ese es el problema, que cuando tocamos ciertos temas se supone que uno asume el riesgo porque la ley parece que no protege”.

Pero Merino no es el único artista que ha recibido amenazas por concebir a través de sus obras lo que significa para él la religión y, en concreto, la católica. En 2006, al artista Leo Bassi, fundador de la Iglesia Patólica, le colocaron un artefacto explosivo cerca de su camerino en el Teatro Alfil de Madrid poco antes de que comenzara el espectáculo que éste representaba, La Revelación, una obra que el propio artista definió como un "homenaje al laicismo". En declaraciones a este periódico, Bassi reconoce haber visto "el oscurantismo puro". "Dicen que blasfemo porque niego la existencia de Dios, pero ellos [los religiosos] no tienen ningún problema de condenar a los ateos al infierno", critica el artista. "Yo nunca he pedido a una iglesia que deje de dar sus sermones, esa es la diferencia. Puedo criticarlo, pero no voy a impedir a la gente ir a sus misas", remarca.

Bassi no olvida mencionar la reforma de la ley de Seguridad Ciudadana llevada a cabo por el Gobierno actual y conocida comoley mordazaley mordaza por contener sanciones de hasta 600.000 euros para quienes participasen en protestas ante el Congreso sin la autorización de la Delegación del Gobierno o multas que llegan a los 30.000 euros por participar en la paralización de un desahucio. Para el artista, leyes como esta no son más que "la limitación de la libertad de expresión para criticar a políticos corruptos, los desahucios por parte de los bancos y el no poder filmar a policías en acción".

¿Qué queda del espíritu 'Charlie Hebdo'?

¿Qué queda del espíritu 'Charlie Hebdo'?

En esta línea, el cómico opina que no debe haber límites a la libertad de expresión. ¿No es un límite a esta libertad la condena penal en países como Francia o Alemania del negacionismo del Holocausto? Bassi no tiene dudas: hay que diferenciar la libertad de expresión de la mentira. "Yo creo en el límite de la mentira. Si acusas a alguien de una cosa y no lo ha hecho, no es libertad de expresión, es un problema de falsedad. La existencia del Holocausto está demostrada por millones de testigos, documentación y fotografías. Entra en una mentira y la mentira se tiene que castigar", subraya el artista.

Otro artista que también ha sido objeto de persecución es el cantante Javier Krahe, quien ha declinado hablar con infoLibre para mostrar su punto de vista. Fuentes cercanas al artista alegaron que está “muy quemado con toda la historia” del vídeo que le llevó a los tribunales. Krahe rodó un cortometraje en 1977, titulado Cómo cocinar un crucifijo, en el que una voz en off explica paso a paso la receta para cocinar un cristo crucificado, aderezado con mantequilla y hierbas aromáticas. Estas imágenes se emitieron en 2004 durante una entrevista al cantante en el programa de televisión a Lo + plus, de Canal+.

Tras esto, el Centro Jurídico Tomás Moro, de carácter religioso, interpuso una querella contra el artista por un supuesto delito de ofensa a los sentimientos religiosos. En declaración a El País en mayo de 2012, Krahe consideraba el proceso judicial un “absurdo” y alegaba que se le acusaba de “una serie de cosas” que no había hecho. “Yo no he salido en televisión cocinando un cristo, ni aparezco en las imágenes ni las he exhibido, no tengo mano en televisión. Proceden de una película que se hizo sobre mí, pero con la que no tengo nada que ver”, argumentaba.  Finalmente, en abril de 2013, La Audiencia Provincial de Madrid desestimó el recurso interpuesto por el Centro Jurídico contra la absolución por el juzgado de lo Penal número 8 de Madrid de Krahe. Dicho juzgado de lo Penal ya había absuelto al músico en 2012, cuando se presentó la querella contra él. La consideró que no tuvo intención de "menoscabar, humillar o herir los sentimientos religiosos". La asociación se valió del artículo 525 del Código Penal para presentar la querella criminal contra Krahe por escarnio de las creencias religiosas. 

Más sobre este tema
stats