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Talento a la fuga

Ingenieros informáticos, una profesión de futuro sin presente en España

Ingenieros informáticos, una profesión de futuro sin presente en España

“De mi promoción nadie está en paro. Pero cuando les cuento a mis compañeros que están en España las condiciones laborales que tengo en Irlanda, todos se sorprenden”. Así resume Nacho, un ingeniero informático madrileño de 28 años, una situación que es la misma que la que se han encontrado los miles de ingenieros informáticos que han saltado al mercado laboral español durante los años de la crisis. Pese a su baja tasa de paro, los licenciados españoles se encuentran atrapados en la paradoja de estar entre los profesionales más demandados por las empresas y a la vez, de enfrentarse a las mismas condiciones laborales que el resto de los trabajadores españoles. Precariedad, sueldos bajos y jornadas inacabables son parte también del día a día de la que es considerada una de las carreras con mayores perspectivas de empleabilidad y porvenir.

Como la mayoría de ellos, Nacho tuvo la suerte de encontrar empleo aún en los años más duros de la crisis. Pero también se topó con una cultura laboral que permanece anclada en esquemas del pasado hasta para una profesión que sociedad y empresas califican como de futuro: “En España estuve trabajando cerca de dos años, haciendo lo mismo que hago aquí. Sin embargo, las condiciones y el trato son completamente distintos”. Con jornadas laborales en las que, a diario, “no sabía cuándo iba a salir de la oficina y un salario y unas perspectivas profesionales estancados”, decidió probar suerte fuera. “Aquí te consultan en vez de ordenarte”.

Primero en Suiza y más tarde en Irlanda, descubrió lo excepcional del trato que las empresas españolas dispensan a los ingenieros informáticos: “La gran diferencia es la forma de trabajar. Cómo te valoran como profesional, cómo te consultan en vez de ordenarte. Y la variedad de proyectos es fundamental. Son proyectos mucho más ambiciosos en los que te permiten crear más y hacer sugerencias. Siempre están abiertos a oír cosas”.

Hace dos años ya que está fuera de España desarrollando una labor que define como “probador” de programas y software: “Lo mío es, resumiendo mucho, probar los desarrollos de software y programación”. Y afirma con humor: “En España todo el mundo cree que un informático es el que te arregla el ordenador o como mucho, uno que hace páginas web”. Un desconocimiento generalizado que el Colegio Oficial de Ingenieros en Informática considera como“un agravio” que desvaloriza a los profesionales del sector y pone en riesgo la competitividad de las empresas españolas. Una situación que se espera que empiece a cambiar con la recientemente aprobada proposición no de ley que insta al gobierno a homologar la informática al resto de las ingenierías.

“Da igual que la empresa vaya a mejorar sus beneficios, tú sabes que no vas a ganar más”

“Siento que estoy haciendo un sacrificio viviendo en el extranjero por un futuro mejor en mi país”

“Siento que estoy haciendo un sacrificio viviendo en el extranjero por un futuro mejor en mi país”

Mientras llega la ansiada regulación que acabe con el agravio comparativo que sufre la especialidad, Nacho pone en valor la formación de los técnicos españoles: “Cuando llegué a Suiza me sorprendió ver que era el que más sabía. Aquí en Dublín es distinto, porque llegué con una experiencia a ocupar una posición superior y te encuentras gente que es mejor que tu”. Así, destaca el elevado nivel académico de los informáticos españoles. Un nivel de formación que le permite poner en su punto de mira el trato que las empresas españolas dispensan a sus informáticos: “Aquí en Dublín estoy cobrando más del doble de lo que ganaba en España y mi empresa ni siquiera es de las que mejor pagan”. Y explica gráficamente: “Esto es como un pastel, y en España el empresario se come el pedazo más grande, mucho más que el que toma un empresario de otros países europeos. Aquí y en Suiza se entiende que si la empresa va bien, el trabajador debe ir bien”.

Para él, la crisis no es excusa para unos salarios baratos y unas condiciones laborales también bajo mínimos. “Te dicen que no pueden pagarte más, porque en vez de seis han ganado cinco. Luego ves las cifras, los datos de los beneficios por millones y millones y ves que se quedan con lo que podrían repartir entre los empleados. La idea que tienen es que el trabajador no es indispensable, que ya se le cambiará por otro, aunque tenga menos experiencia. Ya se apañará él solito”, afirma rotundo tras contar su experiencia profesional en Telefónica, la mayor empresa española del sector de las telecomunicaciones. Un sector cuya facturación alcanzó los 93 mil millones de euros en 2012 y que se estima que aporta a la economía española un 5,2% del PIB. Unas cifras que no han detenido la fuga de especialistas hacia el extranjero, cansados como Nacho de ver cómo los beneficios y la productividad no se reparten de forma equitativa ni obtienen retorno alguno por ellos: “Da igual cómo vaya la empresa que sabes que tu salario y tus perspectivas no van a mejorar”.

Con su vida repartida en la actualidad entre su trabajo en Dublín, su familia y su pareja en Madrid, Nacho ha optado por Irlanda. Un país que, pese a la brutal crisis económica por la que ha atravesado, “las empresas siempre van a pagar más que las españolas”. Y aunque no duda en considerarse un privilegiado por haber encontrado el reconocimiento profesional y salarial que no hallaba en España, no pierde de vista la situación de una generación, la suya, que no duda en definir como “perdida”. Según Nacho, “la única salida es marchar fuera, porque si no tienes pan que comer, hay que hacerlo. Aun así, reconoce que para muchos, ni siquiera la emigración es una opción. “Hay gente que está atada por una pareja, su familia o una hipoteca y no tienen esa posibilidad. Y los políticos que dicen que nos vamos fuera a la aventura, deberían informarse antes de abrir la boca”.

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