Andalucía

La miniserie de Monago: el último episodio del tópico de “analfabetos, corruptos y subsidiados”

Olivia Carballar

“Cuando una persona está imputada, está imputada, no está un poco imputada o muy imputada. Es igual que cuando una señora está embarazada. No está un poco embarazada o muy embarazada, está embarazada”. Con esta comparación se refirió el portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando, a los expresidentes Manuel Chaves y José Antonio Griñán durante el debate del estado de la nación. "¿Por qué en Andalucía sigue habiendo más paro que en Murcia o que en Castilla-La Mancha, donde por cierto no hay playa?", continuó irónico.

El día antes, el propio presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, desplegó su artillería contra Andalucía para responder al líder del PSOE, Pedro Sánchez: comenzó por los ERE –“Hay diputados que han sido llamados a declarar en el Supremo y otros han sido blindados para que no los llame el juez”– y terminó denunciando recortes sanitarios en la comunidad obviando los de su propio Gobierno. Ni en el debate del estado de la nación Andalucía se libró de lo que viene siendo la tónica habitual en los dirigtentes de la derecha de Despeñaperros para arriba: ataques a la comunidad –muchas veces basados en tópicos, en mentiras o medias verdades– que han ido aumentando a medida que la presidenta de la Junta, Susana Díaz, se ha ido convirtiendo en un referente de los socialistas. La miniserie de dibujos animados lanzada por el presidente extremeño, José Antonio Monago, donde se exprimen los tópicos para contraponer la política extremeña a la andaluza, es el último episodio de la instrumentalización de Andalucía con fines electoralistas por parte de la cúpula del PP. La lista es larga.

Los niños andaluces son prácticamente analfabetos, dijo en 2008 la exministra de Sanidad Ana Mato. “En los colegios públicos están en el suelo porque ni siquiera tienen mesas para sentarse. Por tanto ahí sí se ha recortado en educación”, argumentó en una entrevista previa a las elecciones generales de 2011. “¿Sabe cuál es la comunidad autónoma que más ha recortado tanto en Sanidad como en Servicios Sociales y también en el sector de la Dependencia?”, cuestionaba también Mato el pasado marzo sin mencionar la merma de la financiación estatal. Según un reciente informe elaborado por la Asociación Estatal de Directores y Gerentes en Servicios Sociales, Andalucía es la comunidad que más ha sufrido los recortes del Gobierno del PP al dejar de percibir 342,1 millones de euros. Días antes de la intervención de Mato, el entonces ministro Alberto Ruiz Gallardón respondía así a la entonces diputada Elena Valenciano: “¿Quiere que Europa tenga un sistema de ERE falsos, que es lo que caracteriza y define a Andalucía?”. “Lo que no se puede hacer es venir por la mañana aquí a hacer un mitin antisistema y por la tarde, aplaudir las políticas que su Gobierno de Izquierda Unida, por ejemplo, hace en Andalucía, donde hay la mayor tasa de paro de España y los recortes sociales más grandes que nunca se conocieron“, respondió el pasado año la ministra de Empleo, Fátima Báñez –andaluza–, al entonces líder de IU, Cayo Lara.

Las elevadas tasas de paro, unidas al fracaso escolar y la mala posición de Andalucía en el informe PISA, son –y en estos casos con razón– lo que más munición da al PP, aunque en ocasiones lo use de manera tergiversada. El ministro de Educación, José Ignacio Wert, culpó a los estudiantes andaluces de perder las becas por su bajo rendimiento. Y hace sólo unos días, en el Congreso, el jefe del Ejecutivo, en el debate del estado de la nación, aseguró que Andalucía había sido la comunidad que más había reducido el gasto en Educación. Los presupuestos autonómicos indican lo contrario: a la cabeza de los recortes están Cataluña y Castilla-La Mancha, según un informe de UGT.

El mito de la Andalucía limosnera e indolente también ha ido engordando con las declaraciones de los dirigentes del PP. En 2008, el que fuera número dos en la lista del PP por Madrid al Congreso, Manuel Pizarro, calificó a la comunidad como la más subvencionada: "A mí lo que me gusta a la gente es enseñarle a pescar, no tenerle dándole peces toda la vida”. La misma idea utilizada recientemente por el líder de Ciudadanos, Albert Rivera. "Han utilizado el dinero del contribuyente para dar pitas, pitas, pitas”, afirmó Esperanza Aguirre en 2010 sobre la rebaja del número de peonadas para cobrar el PER. El mismo Rafael Hernando comparó a Andalucía con Etiopía cuando la Junta propuso tres comidas al día para niños en riesgo de exclusión social. “Íbamos a ser la California europea pero, con el bipartito, parecemos Etiopía”, escribió en su cuenta de Twitter en abril de 2013 el diputado por Almería.

Hubo incluso insultos con la reforma del Estatuto andaluz. Alejo Vidal-Quadras  –hoy ya ex del PP– llamó “cretino integral” y “subnormal profundo” a Blas Infante, considerado padre de la patria andaluza. Jaime Mayor Oreja dijo que el Estatuto andaluz afianzaría el islamismo. Para María San Gil, la expresión “realidad nacional” andaluza sonaba a “chirigota”. A Rajoy, sin embargo, le sonaba a cachondeo.

En ningún caso, el entonces líder del PP andaluz, Javier Arenas, mostró contundencia a la hora de condenar los ataques injustificados lanzados por altos dirigentes de su propio partido. “Son críticas al presidente del Gobierno [entonces Zapatero]; sus declaraciones no perjudican [al PP andaluz]”, se limitó a decir Arenas cuando Esperanza Aguirre se quejó sobre el PER. Cuando alguna vez manifestó su enfado de manera pública y notoria, lo hizo con una diputada incómoda, ya fuera del partido, Montserrat Nebrera, a quien pidió que abandonara las filas conservadoras por haberse mofado del acento de Magdalena Álvarez. En el caso de Vidal-Quadras, el PP andaluz sí rechazó “al cien por cien” la descalificación a Blas Infante pero se opuso a que renunciara a su acta de eurodiputado, como pidieron el PSOE, IU y el Partido Andalucista. “Lo importante es que el PP ha apoyado el reconocimiento de la figura del padre de la patria andaluza”, aseguró el entonces secretario general del PP andaluz, Antonio Sanz, que atribuyó la salida de tono de su compañero de filas a la "ignorancia y el desconocimiento".

El nuevo presidente del PP en Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, sí ha mostrado su rechazo a la miniserie de Monago –que no le hace ningún favor de cara a la campaña andaluza-, aunque no ha pedido públicamente que la retire, como exige la Junta y el Ayuntamiento de Camas, el pueblo elegido por el presidente extremeño para ridiculizar a los andaluces. Tampoco desautorizó al presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, cuando en un acto en Sevilla cuestionó la legalidad del Gobierno PSOE-IU: ”La Transición española se completará cuando en Andalucía gobierne un partido distinto al que ha gobernado siempre”.

El propio Moreno Bonilla, el pasado mes, usó la expresión “chabolismo escolar” en presencia de Rajoy para avalar la denuncia que la derecha repite como un mantra de Despeñaperros para arriba: en Andalucía los niños estudian en barracones. “Que [Rajoy] tome nota”, dijo Díaz hace dos semanas, en alusión al declive de UCD tras su rechazo al referéndum para acceder a la autonomía por la vía rápida. Este año, con las elecciones a la vuelta de la esquina, los socialistas apelan a ese primer 28-F para exigir al Gobierno que deje de insultar a Andalucía. “Los ataques de la derecha tendrán respuesta el próximo 22 de marzo. Una comunidad autónoma como Andalucía no se merece ese trato; una comunidad que está contribuyendo al presente y futuro de España y que está haciendo un esfuerzo y aguantando el daño de las políticas del PP no se lo merece”, insiste el portavoz del grupo parlamentario socialista, Mario Jiménez.

A esos ataques, no obstante, se han sumado también políticos de otras siglas como CiU: “Los andaluces se gastan el dinero del PER en el bar”, dijo Duran i Lleida; Esquerra: “En Andalucía no paga [impuestos] ni Dios”, se despachó Joan Puigcercós; o el ya mencionado caso de Ciudadanos. Al mismo líder de Podemos, Pablo Iglesias, se le escapó algún que otro tópico en su reciente mitin en Sevilla: destacó “el duende” y el “arte” de los andaluces y confesó que tiene un primo costalero.

Las reacciones de IU y Podemos

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“La derecha siempre mezcla los prejuicios con la ignorancia, que son haz y envés de la misma moneda, al hablar de Andalucía. Nosotros respondemos a esas ofensas con sobriedad, rigor y hechos. Merecen más desprecio que indignación”, explica el líder de IU en Andalucía y candidato a la Junta, Antonio Maíllo.

Según la candidata de Podemos a la Junta, Teresa Rodríguez, detrás de los estereotipos hay un deseo de culpabilizar a los andaluces “de ser la región europea con más paro, de tener casi un 39% de población en riesgo de pobreza y exclusión, de sufrir casi el 20% de todos los desahucios de España”. Lo más terrible -añade- es que “algunos de los que lanzan estos mensajes son responsables directos de la subalternidad política, el subdesarrollo económico y la degradación de la cultura andaluza, por haber diseñado e implementado las políticas que nos han llevado a esta situación desde Madrid, Bruselas y la propia Sevilla”.

Para ambos, es indudable que el PP usa a Andalucía como arma política. “¿Qué otra cosa puede pensarse cuando Rajoy nombra delegado del Gobierno a su jefe de campaña [Antonio Sanz]?”, se pregunta Maíllo, que tampoco exculpa al PSOE: “[Rajoy y Sánchez] Emplearon a Andalucía en el Debate sobre el Estado de la Nación como arma en su pelea de gallitos, lo que encubre sus profundas coincidencias de fondo en materia económica”. Para Teresa Rodríguez, mientras el PP equipara a Andalucía con la corrupción y la desidia, “el PSOE se envuelve en su bandera para intentar encubrir su incompetencia y sus escándalos”.

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