Entrevista

“Los ricos gestionan la soberanía económica y política que nosotros les hemos entregado”

"Los ricos gestionan la soberanía económica y política que nosotros les hemos entregado"

Los catedráticos de Ciencia Política Fernando Vallespín y Joan Subirats cuentan con una larga trayectoria académica sobre ciencia y teoría política. Acaban de publicar la obra España/Reset.España/Reset. Herramientas para un cambio del sistema [Ariel]Herramientas para un cambio del sistema , donde tratan de perfilar un marco para el análisis de la realidad política y económica en España recurriendo a reflexiones que "van más allá de lo que cuentan todos los días los periódicos".

PREGUNTA. En el libro señalan que la ciudadanía ha dejado de sentirse representada por los partidos tradicionales, que miran hacia intereses partidarios, pero esto no es algo nuevo...

RESPUESTA. Joan Subirats: Hay dos razones por las que han dejado de sentirse identificados en este momento. Una sería el vincular el no nos representan con la idea de que hay un contrato implícito que se produce en todo proceso electoral, aquello que el candidato dice que va a hacer en nombre de los que representa y, por lo tanto, las promesas que estos le dicen que está obligado a cumplir. Pero el contrato se ha ido vulnerando, algo que se podría considerar que no es nada nuevo. Pero cada vez esa negación del contrato tiene efectos más negativos en las condiciones de la vida de la gente y se percibe con mayor fuerza. La otra razón es que muchos de los elementos que configuraban el perfil de un representante y que fueron vistos como necesarios para hacer viable esa función de defensa de la imparcialidad ahora son vistos como prerrogativas, como elementos de un fuero político que les aleja de las condiciones de vida de la gente. Así, dos hechos básicos de representación, el 'me representa porque cumple el contrato de legación' y 'me representa porque sus condiciones de vida son muy parecidas a las mías', ya no funcionan, por lo que comienzan a buscar otros ofertas políticas que les representen, puesto que no hay una oferta política coherente. 

De esa oferta política nace Podemos y comienza a ascender Ciudadanos. Los mensajes que lanzan tanto uno como otro son 'Nosotros vamos a cumplir. Somos conscientes de dónde hemos nacido, de la insatisfacción de las personas. Vamos a anteponer los intereses de la ciudadanía frente a los de las élites'. Hay un intento de mostrar que son como la gente corriente y obligan a los otros partidos a hacer también ese proceso de mostrarse más dispuestos y transparentes.

RESPUESTA. Fernando Vallespín: El no nos representan responde a dos términos: a la cartelización del sistema de partidos español, que significa que el sistema representativo se ha monopolizado en dos partidos que en el fondo tienen diferencias menores, y a la oligarquización de los partidos, es decir, formaciones cerradas sobre sí mismas que no tienen capacidad de abrirse a nuevas iniciativas y sensibilidades, lo que provoca que haya sectores crecientes que no sienten que estos transmitan una visión de la política en la que ellos creen. Esto ha generado la incorporación de vehículos nuevos que sí transmiten esa sensibilidad, que son precisamente Podemos y, más recientemente, Ciudadanos, que parece que está ocupando el espacio de centro-derecha. Esto ocurre porque hay una demanda de mayor pluralismo, ya que se percibe que, ya se vote a PP o a PSOE, se vota a un solo partido. El sistema representativo ha recuperado legitimidad aunque solo sea por la expectativa de que, efectivamente, pueda haber nuevos actores. Esta nueva sensibilidad hacia lo político ha encontrado un cauce, ese el gran mérito de Podemos, y nadie se lo puede negar. Ha introducido un cauce que ha hecho que de facto lo antisistémico se incorpore al sistema. Es una dinámica distinta a la tradicional.

P. En la obra indican que la actual ley electoral busca dar estabilidad a los partidos maroyitarios en detrimento de los minoritaros, ¿habría entonces que cambiar la ley?

R. Subirats: Lo que más distorsiona es, probablemente, el tamaño de las circunscripciones. Las de menos de ocho o diez diputados tienden a hacer muy difícil para los terceros partidos el poder tener representación. Hay por tanto una falta de personalización del sistema electoral que hace que la gente no sea capaz de saber quién es su diputado. Aunque el problema no es sólo el sistema electoral.

R. Vallespín: El tema básico y fundamental es el de las listas. Nuestro sistema electoral está diseñado para evitar el pluripartidismo que imperó en la Segunda República y, por tanto, favorece a los grandes partidos. Es una manera de discriminar a favor de los más grandes. El segundo mecanismo para evitar que los partidos se fracturen por dentro es dotarles de la capacidad de que puedan conformar las listas. La apertura de listas es inaplazable. Lo que más me mosquea es que los dos partidos tradicionales no tocan este tema y los nuevos tampoco dicen gran cosa de ello. Una de las cosas que también nos hemos esforzado en transmitir es que en política no hay un bien y un mal absoluto. Pero en política siempre hay que tener un elemento consecuencialista o de ética de la responsabilidad sobre cuáles son las consecuencias de temer un sistema de partidos muy fragmentado o el abrir las listas y, por tanto, introducir en los partidos una competencia interna que puede acabar fragmentándolos. Creo que la política funciona mucho en base a tópicos, muchos de los cuales habría que revisar. Uno de ellos es que siempre es mejor un sistema lo más proporcional posible que un sistema que favorezca las mayorías, ya que en política tienes que ponderar valores que son contrapuestos entre sí. La proporcionalidad es buena, porque hace que sensibilidades minoritarias tengan mayor representación, pero si eso va en contra de la posibilidad de una estabilidad de los Gobiernos, ¿de qué nos sirve?El problema de los partidos es la dialéctica entre apertura o clausura. Es decir, si se cierran en exceso pierden las necesidades de la gente como punto de referencia y solamente se ven el obligo, se oligarquizan y se separan de las necesidades sociales. Y si se abren demasiado, pierden capacidad organizativa y no son capaces de resolver los problemas que se les demandan. Hay que buscar un equilibrio. Tengo colegas que piensan que el sistema de representación tiene que ser la representación pura, pero todo depende de todo.

P. También hablan sobre el futuro del Estado del bienestar y de una Europa confundida ¿Había otro camino para superar la crisis más allá de imponer medidas de austeridad costase lo que costase?

R. Vallespín: El problema de la crisis económica es que sacó a la luz las enormes diferencias de poder económico dentro de la unión monetaria y eso provocó una ruptura del imaginario que sostenía Europaque era que todos cedíamos soberanía a cambio de recuperarla participando en la gestión de esa soberanía compartida. Pero nos hemos dado cuenta de que, en efecto, se cedió soberanía, pero que la gestión económica recae en los más ricos. Europa ha perdido el relato que la unificaba, hemos vuelto a las lógicas de Estados débiles y Estados fuertes, ricos, pobres, acreedores, deudores…Y el fuerte es el que tiene la capacidad de imponer las políticas que considera que son más benficiosas para él, pero no necesariamanete para el conjunto de la Unión. Creo que hubo otra política posible, pero pasaba por una socialización de las deudas que no estaba dispuesta a aceptar Alemania.

R. Subirats: En realidad, nos falta política fiscal común y política económica común. Eso sí, tenemos política monetaria común y política de austeridad común. Esa es la parte que ha hecho sentir dolorosa la incripción a Europa, cuando, en un principio, era vista como algo positivo.

P. Algunos partidos han optado por poner nuevas caras al frente del liderazgo de sus formaciones, algo que se puede interpretar como un gesto de regeneración ¿Basta con eso?

R. Subirats: No es sólo cambiar las caras, sino pensar en otra forma de hacer política. A los partidos que llevan mucho tiempo funcionando les cuesta reaparecer como si estuvieran repintados.

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P. ¿Es lo que le está ocurriendo a partidos como Izquierda Unida?

R. Subirats: IU no deja de formar parte de un escenario que, sin tener culpa de muchas de las cosas que se atribuyen a PP y PSOE,está volviéndose obsoleto. IU, por muchos esfuerzos que haga y por muy periférico que haya sido en relación a este sistema, ha formado parte de él, además de contar con los casos de corrupción que le han salpicado, que no tienen nada que ver con la proporción de corrupción del PP o del PSOE, pero están ahí. Ante la crisis de ese sistema que se ha venido abajo, ellos podrían haber sido los grandes beneficiados, pero entonces ocurrió la irrupción de Podemos. Los líderes que están apareciendo, como Luis García Montero, Ángel Gabilondo, Manuela Carmena o incluso Aguirre tienen en común que son personas que tienen trayectorias consistentes. Al final, no votas a unas siglas, votas a una persona y lo que esta representa. Se busca una coherencia en un momento tan acelerado. Situar esas caras en ese tempo es intentar buscar algo de estabilidad.

R. Vallespín: Lo que ocurre, además, es que hemos roto con la lógica de los vasos comunicantes. Cuando uno de los dos grandes partidos perdía respecto del otro, se producía un trasvase de votos de uno a otro. La anticipación del debilitamiento del bipartidismo, no digo desaparición, significaría que ese agua pasa a los otros partidos, que eran UPyD e IU. Pero esa lógica se ha roto y ha entrado otra nueva donde aparecen otros vasos distintos. De repente, nos encontramos con que los votos no se transfieren entre los partidos tradicionales. Hay quien da por muerta a IU. Yo creo que va a sobrevivir la rama más comunista, la vieja IU tiene más capacidad de sobrevivir que no la nueva que representa Alberto Garzón. De todos modos, la izquierda ha tenido siempre un problema histórico. Ahora, en el caso del PSOE y de la propia IU, introducen a intelectuales como Ángel Gabilondo y Luis García Montero para mantener el carácter tradicional del partido y al mismo tiempo mostrar otro rostro, lo cual perjudica a las nuevas formaciones. Según cómo se muevan en este largo año electoral, se verá cómo los partidos tradicionales se refuerzan o, por el contrario, siguen debilitándose. Hay varias jugadas, la jugada por la que está apostando el PP es a la de “aquí no pasa nada”, que creo que es una jugada perdedora. Y aquella por la que apuesta el PSOE es la de hacer el esfuerzo por maquillarse. Además, a medida que pasa el tiempo, los nuevos partidos dejan de ser tan nuevos. Se produce una aceleración vertiginosa del tempo en política. La cara que vemos de los nuevos partido es la del liderazgo que han conseguido en un primer momento, pero luego tendrán que presentarse a los ciudadanos muchos candidatos que igual no tienen los rasgos tan positivos que tenían los líderes que han sabido introducir.

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