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Talento a la fuga

Científicos e ingenieros españoles por encima de las posibilidades de sus políticos

Científicos e ingenieros españoles, por encima de las posibilidades de sus políticos

Enric Bargalló e Íñigo Alonso podrían estar trabajando en España, sin embargo, viven en Lund, la ciudad sueca que le ganó la candidatura a Bilbao para albergar una de las mayores instalaciones científicas de Europa, la Fuente Europea de Neutrones por Espalación. Un proyecto internacional que no solo acabó con la promesa de situar a España en el mapa científico mundial, sino que ha permitido la fuga de estos dos ingenieros industriales de 29 años que trabajan ahora en la fase de construcción de este futuro centro especializado en la aplicación de la física de partículas a campos tan diversos como la investigación biomédica, la lucha contra el cáncer o la ingeniería electrónica.

Si se hubieran cumplido las promesas y votos de confianza a la ciencia de los líderes políticos españoles, Enric e Íñigo podrían estar trabajando en España. Pero la desidia política, las polémicas entre administraciones y los interminables recortes en I+D+iregalaron a Suecia este proyecto multinacional de acelerador de partículas presupuestado en casi dos mil millones de euros. España renunció así a este proyecto de investigación al considerar “que estaba fuera de nuestro alcance”, tal y como señaló la consejera del Gobierno Vasco de Desarrollo Económico y Competitividad, Arantza Tapia. Sin embargo, Enric no opina lo mismo: “En España hubiera sido perfectamente posible un proyecto así si se hubiera invertido lo que había que invertir, supongo”. Es su manera de resumir los ocho largos años en los que la apuesta española por acoger uno de los más potentes aceleradores de partículas del mundo se fue desinflando progresivamente.

“No tenemos nada que envidiar a Suecia en cuanto a capital humano y científico”

A la misma conclusión ha llegado Iñigo, compañero de Enric en Lund: “No tenemos nada que envidiar a Suecia en cuanto a capital humano y científico, es solo una cuestión de voluntad política”. Una voluntad que también pusieron en duda los socios europeos cuando votaron masivamente a favor de la candidatura sueca dejando a España con el solo apoyo de la vecina Portugal, que aspiraba a beneficiarse indirectamente de la inversión prevista y de la hipotética llegada de miles de científicos. Una desafección que se explica cuando se echa un vistazo a unas cifras presupuestarias que, en el caso sueco, triplican de largo el gasto en I+D español

Y mientras la voluntad política se iba difuminando en el largo camino que va de las palabras a los hechos, Iñigo y Enric no dudaron en lanzarse a la oportunidad de participar en la construcción de un laboratorio que aspira a estudiar los componentes últimos de la materia para ponerlo al servicio de la ciencia aplicada. Íñigo llegó a Lund en noviembre de 2013 de la mano de una beca de investigación del Gobierno vasco, la administración que en su momento pareció apostar más fuerte por hacerse con el concurso. Lo que iba a ser una estancia de seis meses, se acabó convirtiendo en un contrato permanente en la división de aceleradores. Por su parte, Enric llegó con un contrato tras terminar su doctorado en Barcelona y constatar la inexistencia de proyectos de este nivel en España. Ahora, declara con entusiasmo que “participar en la fase de construcción de este acelerador de protones es ya hacer ciencia”. Un entusiasmo al que se suma su compañero Íñigo al explicar a infoLibre el trabajo de ambos: “Estamos construyendo un acelerador lineal de 600 metros en el que lanzaremos protones contra un objetivo. Un proceso que produce los neutrones que los científicos necesitan para estudiar la estructura misma de la materia a un nivel de muchísimo detalle”.Íñigo en su puesto de trabajo en Suecia.“Quiero volver a España, pero tendré que aceptar una reducción del salario”

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Aunque su trabajo sea contribuir a desgranar los componentes infinitesimalmente pequeños de la realidad, Iñigo y Enric no la han perdido de vista. “Dudo que podamos volver a España con un trabajo parecido y con un sueldo y condiciones parecidas. Yo tengo en la cabeza que yo quiero volver, pero teniendo bastante claro que tendré que aceptar una reducción de salario y trabajar en un proyecto no tan interesante. Tampoco podré estar rodeado de la gente de la que lo estoy ahora mismo, aunque también lo acepto”, explica Enric. Una situación que comparte con otros muchos licenciados de su promoción: “Formaba parte de un grupo de cuatro amigos en la universidad y ya todos estamos fuera de España. Han tenido que irse fuera y viajar. Ahora compartimos las mismas preocupaciones: estar separados de nuestras parejas, no poder convivir juntos... somos conscientes de que esto está pasando, incluso con la gente que tiene una buena formación.” Un nivel académico que, según afirma, no tiene nada que envidiar a la de sus colegas de todo el mundo, como demuestra la amplia presencia de científicos españoles en el acelerador de Lund. “Aquí hay muchos españoles trabajando, aunque obviamente hay más suecos, pero yo me imagino perfectamente un lugar así en Bilbao y básicamente estaría la misma gente que está aquí”, asegura Íñigo.

Lo que sí consideran envidiable, son las condiciones laborales que han encontrado en Suecia, un país en el que, explica Iñigo, la conciliación familiar si es compatible con el empleo: “La gente hace su jornada laboral, coge a sus niños y se va jugar con ellos o a lo que sea. Y lo mismo que tienen esas posibilidad de conciliación, tienen sus vacaciones y luego cuentan con una serie de ayudas que te proporciona el Estado para todo tipo de casos, como las bajas por paternidad que son como unos 18 meses”. Unas ventajas de las que se disfruta en un país en el que, pese al reciente auge de partidos de extrema derecha y el repunte de la xenofobia, todavía persiste una percepción “mayoritaria entre los inmigrantes” de sentirse “bienvenidos”.

Con todo, ambos esperan retornar, aun sabiendo que será a costa de las condiciones y el desarrollo profesional del que disfrutan en Suecia. Y mientras esperan a que España “despegue algún día”, observan cómo sí lo ha hecho hacia el extranjero el trabajo y la labor de los miles de profesionales e investigadores que como ellos, ven cómo se descartan por “excesivos” proyectos punteros como el del acelerador. Todo ello al tiempo que se disparan en España los recortes en I+D. Pese a ello, la ambición y el reconocimiento internacional de los científicos españoles demuestra, una vez más, estar muy por encima de las posibilidades de sus políticos.

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