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Compromís, la revolución naranja valenciana

Compromís, la revolución naranja valenciana

Sergi Tarín | Valencia

Nadie los esperaba. Ni que llegaran con tanta fuerza. Los resultados electorales de este domingo han encumbrado Compromís como la verdadera fuerza emergente. Un estado espumoso de largo recorrido y de cimientos firmes. Hasta el punto de convertirse en la primera opción de izquierdas en el Ayuntamiento, donde Joan Ribó ha obtenido 9 concejales, uno menos que Rita Barberá y cuatro más que Joan Calabuig, el candidato socialista. Y en les Corts, Mònica Oltra ha mantenido a su formación en el tercer puesto, pero con 19 diputados, 13 más que en los comicios de 2011. Y a 4 de un PSPV-PSOE en caída libre, ya que ha pasado de 33 a 23 parlamentarios tras una fuga de 180.000 votos respecto a 2011. Por todo ello, y aunque el PPV se sitúe por delante de Compromís, muchos creen que Oltra merece ser la presidenta de la Generalitat. ¿Pero como se ha fraguado este empuje? ¿Cuáles han sido las coordenadas? Estas serían algunas de las claves del éxito.

Derrota inicial y reorganización

Compromís germinó como matrimonio de conveniencia entre Izquierda Unida y el Bloc Nacionalista Valencià para los comicios de 2007. En realidad dos polos opuestos sin mucho ánimo de complementariedad más allá de la aritmética y la voluntad histórica que reclamaba la sociedad civil valenciana de no dejar ni un solo voto progresista fuera de las urnas. Pero la ecuación no funcionó y el resultado dio 195.116 votos y 7 diputados. Pronto arreciaron las disputas internas e Izquierda se partió: Mònica Oltra y Mireia Mollá, pertenecientes al sector nacionalista, fueron expulsadas y crearon Iniciativa, que se alió con los otros diputados del Bloc. Cuatro a tres, los parlamentarios de IU abandonaron la coalición en dirección al grupo mixto. Pero en el peor de los escenarios, con un Partido Popular en las cimas de su poder político, la coalición logró carburar, sobre todo gracias a las aptitudes de Mónica Oltra, su portavoz adjunta, que empezó a saetear a Camps con las incipientes denuncias sobre corrupción por la Gürtel. Oltra descolocó al PP con una oratoria sencilla, certera y elocuente. Había nacido una estrella.

Oltra, cazadora de gaviotas

Buena parte de su tirón electoral, Compromís lo debe a Mónica Oltra. Una evidencia que le permitió encabezar la lista a la Generalitat en detrimento de Enric Morera, portavoz parlamentario y del Bloc, formación mayoritaria de la coalición, quien no tuvo más opción que hacerse a un lado ante el empuje de su compañera. “Estos resultados no son fruto de una campaña de 15 días”, explicó Oltra a infoLibre. De hecho, son el resultado de ocho años de un trabajo político casi artesanal, que ha tenido en la denuncia de la corrupción su máximo exponente. Principalmente cuando la correa de la Gürtel comenzó a asfixiar a Francisco Camps y éste desapareció de la escena pública. Wanted. Only alive, es el lema que exhibió Oltra en un camiseta durante una comparecencia en Les Corts en 2009. La negativa a cubrir la crítica con una chaqueta provocó su expulsión al hemiciclo y, de rebote, su salto a las portadas de los medios de comunicación estatales.

Oltra, con sus encendidas intervenciones parlamentarias, ha recorrido de orilla a orilla las redes sociales. Una puntería de cazadora de gaviotas que ha astillado los nervios no solo de Camps, sino de Juan Cotino (también le expulsó de les Corts), Alberto Fabra o Rita Barbera. Además, su grupo ha encabezado denuncias como las del caso Blascocaso Blasco, los contratos menores a la trama Gürtel, el agujero de 1.300 millones de deuda de RTVV y los 43 millones de la Fórmula 1. También coleccionan 13 sentencias del Tribunal Superior de Justicia valenciano que condena a la Generalitat Valenciana por negarles documentación. “Ha sido una lucha de David contra Goliat que nos ha creado un imaginario de la formación que ha conseguido romper la imagen omnipotente del PP”, argumenta Oltra, quien ha sabido ganarse la calle por su estrecho vínculo con los movimientos sociales. La imagen más recordada es su salida renqueante de una calle del Cabanyal tras la carga policial que permitió que las excavadoras derribaran una casa protegida dentro del Conjunto Histórico Protegido.

Fuerte arraigo municipal y urbano

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Otro de los valores de la coalición es su poderoso músculo municipal, algo que le debe al arraigo histórico del Bloc en las comarcas más industriales y de habla valenciana. En este ámbito, Compromís ha pasado de 194.000 votos en 2011 a 379.000 cuatro años después. Cifras que llevan aparejados 722 concejales frente a los 374 de 2011. En numerosos ayuntamientos son la fuerza más votada. También en la provincia de Valencia, donde han desbancado al PSPV-PSOE. De los 40 escaños en juego, 10 han sido para la formación de Oltra.

Una correlación que tiene en la ciudad de Valencia la imagen del éxito en el espejo. La dependencia territorial de la gran ciudad provoca que buena parte de la política se dirima dentro de la metrópoli. Oltra ha tenido allí su correlación en Joan Ribó, veterano dirigente que fue coordinador general de Esquerra Unida y su portavoz en les Corts. Ribó ha destacado, en parte, por la endeblez de los otros candidatos de izquierda: Joan Calabuig, del PSPV-PSOE, y Amadeu Sanchis, de Esquerra Unida. Una tibieza que ha contrastado con la fiscalización a Barberá por Compromís y que tuvo su mayor exponente en vísperas de la campaña electoral con la publicación de Ritaleaks, una página web con 466 facturas de protocolo cuyo gasto alcanza los 277.886 euros. Con el nombre de Barberá hay 89 facturas por una valor de 42.781 euros que incluyen alojamientos en suites de 771 euros la noche o alquileres de coche en el extranjero por cerca de 5.000 euros. Unos gastos por las que la Fiscalía ya ha abierto diligencias.

De hecho, Barberá convirtió su campaña en un mantra contra Compromís, a quien acusó, sin pruebas, de boicotearle los actos. El mensaje de la candidata del PP acabó por convertirse en desafió: o ellos o nosotros. El resultado ha quedado a la vista de todos.

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