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Javier García, tras su segunda agresión: “El periodismo en Melilla es una profesión de riesgo”

La segunda agresión que sufre Javier García: "El periodismo en Melilla es una profesión de riesgo"

Javier García es periodista. Tiene 28 años y lleva desde 2009 informando a los melillenses. La semana pasada le dieron una paliza después de haber publicado que el Ayuntamiento de Melilla (PP) adjudica a dedo y con secretismo los chiringuitos de la playa. "En el camino del trabajo a casa me encontré con dos hombres. Uno me recriminó los artículos que había publicado y yo le dije que era un caso de interés público. Al darle la espalda me llovió un aluvión de golpes y dos cates en la mandíbula", recuerda para infoLibre. Cayó al suelo y quedó semiinconsciente. Los cuatro testigos que le ayudaron le dijeron que en la agresión habían participado los dos hombres, pero él no está seguro, así que en la denuncia sólo figura un nombre, el de Juan Carlos García.

Juan Carlos es bombero, empresario e hijo de Juan Carlos García Téllez, miembro de la Junta Directiva del PP como secretario ejecutivo del partido en Melilla. En declaraciones a Melilla Hoyreconoció haber dado "dos cates" al periodista porque "me dijo apuntándome con el dedo que le interesaba yo, mi padre y mi chiringuito, que era lo que vendía". 

El chiringuito al que se refiere es el Soul Beach. Según la información publicada en los medios para los que trabaja Javier  –Cablemel y La Luz de Melilla– el Patronato de Turismo adjudica los chiringuitos a través de contratos menores sin ninguna publicidad y no en concurso público abierto a todos los hosteleros, que es la opción elegida por otras ciudades costeras. Y concretamente, el Soul Beach lleva tres años confiándose a Juan Carlos García.

Los artículos se centraron en este local porque el agresor y contratista es hijo de quien tiene cierto poder en el partido que gobierna Melilla, Juan Carlos García Téllez, que en 2012 era administrador de la empresa Discotecas Melilla SL, en la que el Ayuntamiento conservador se gastó 1,22 millones en comidas, cenas y fiestas a lo largo de 10 años.

Y además, el Soul Beach es noticia porque Juan Carlos lleva tres años incumpliendo el contrato, y pese a ello, le siguen concediendo el chiringuito. También este verano. "Está abierto hasta la madrugada y con amplificadores de música. Se utiliza como discoteca y eso está prohibido en el contrato", comenta Javier. La actividad en este local se desarrolla incluso fuera de plazo y fuera de lugar: "Se han hecho con  una zona de la playa que no es del chiringuito pero que utilizan para sus actividades".

El juicio por esta agresión estaba previsto para el martes 30 de junio, pero fue aplazado sin fecha a petición de la defensa de Javier, que alega que el periodista sigue de baja y que no se había citado oficialmente a los tres testigos del ataque.

"El periodismo en Melilla es una profesión de riesgo"

Javier ha trabajado en varios medios de comunicación durante su breve carrera profesional. Breve pero intensa, porque esta es la segunda agresión que sufre. "Hace unos meses, el hijo de la esposa del presidente de Melilla, [Juan José] Imbroda, me dio un tortazo en un pub por las noticias que habíamos publicado", relata el periodista, que retiró la denuncia porque Alejandro Alcoba, el supuesto agresor, le pidió disculpas. "El periodismo en Melilla es una profesión de riesgo", sentencia.

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Estos días le han llovido mensajes de ánimo –"Tuve que apagar el móvil", dice–, y desde la Federación de Sindicatos de Periodistas (FeSP) condenaron esta "brutal paliza" por ser un "ataque a la libertad de información intolerable en una sociedad democrática". De hecho, la agresión fue recogida en la página web del Consejo de Europa, donde consiguió una alerta de nivel 1.

Javier agradece el apoyo de otras tantas organizaciones de periodistas que se han solidarizado con él y con su trabajo, pero lamenta que la Asociación de la Prensa de Melilla se limitara a enviar un comunicado y no estuviera presente en la concentración de apoyo que se celebró el pasado viernes.

"Aquí están todos los medios pagados con dinero público, Imbroda firma los convenios a dedo. Al que se porta bien, hay convenio, y al que no, no", explica Javier. Al margen de que la publicidad institucional haya sido utilizada como premio a la fidelidad, lo que el propio Ministerio de Hacienda ha reconocido recientemente es que estos contratos se adjudican de manera irregular.

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