Elecciones catalanas 27-S

ICV: de capear el temporal soberanista sin romperse a la alianza con Podemos

Joan Herrera, junto a, Pablo Iglesias, el pasado 20 de julio de 2015, en la presentación del acuerdo de Podemos, ICV, y EUiA para las generales.

No han sido años fáciles, en los que bastaba con seguir la corriente. Aunque las heridas no hayan sido ni tan visibles ni tan profundas como los costurones que el proceso soberanista en Cataluña ha dejado en otras formaciones. Pero no hubo forma de escapar a las tensiones internas, ni siquiera en un partido, Iniciativa per Catalunya Verds (ICV), que tenía claro que debía ondear la bandera del derecho a decidir, aferrarse a ese mástil y no separarse de él para mantener la cohesión en tiempos convulsos. 

Los ecosocialistas sienten que han hecho las cosas bien, y que no era sencillo sacar la cabeza en un contexto a ratos adverso y agotador. Que han llegado a puerto sanos y salvos, con una alianza potente –eso dicen las encuestas– para las elecciones catalanas y para las generales de finales de año, Catalunya Sí que es Pot (Cataluña Sí Se Puede). Una candidatura que consolida su pacto con Esquerra Unida i Alternativa (EUiA, la marca catalana de IU) y que incluye a Podemos y Equo, y que para el 27-S tendrá como cabeza de cartel al líder vecinal Lluís Rabell. Por detrás de él no figurará ninguno de los dos coordinadores nacionales de ICV, pese a que la formación aporta estructura y trayectoria. No estarán ni Joan Herrera ni Dolors Camats, y eso que los dos llevan poco más de dos años, desde la asamblea de Viladecans (Barcelona) de abril de 2013, al frente del partido. 

Ese ha sido el fuerte peaje pagado por los ecosocialistas a cambio de integrarse en una coalición amplia y con posibilidades de disputarle la hegemonía al soberanismo. Sacrificar a sus dos principales figuras, sacarlas del Parlament. Aunque se mantiene el "compromiso" en ICV de "no descapitalizarse", según expresa uno de los dirigentes más veteranos, por la dificultad en formar a "cuadros solventes". Herrera probablemente cogerá billete de vuelta a Madrid, al Congreso, la Cámara de la que fue diputado de 2004 a 2010, y en la que se sentía cómodo. Catalunya Sí que es Pot repetirá para las legislativas. 

De la escuela de Ribó, Saura y Guillot

Puede sonar a boutade, pero ICV no es Izquierda Unida. Ni es como Izquierda Unidano escomo . Procede del histórico PSUC, se fue configurando como una fuerza roja y verde y es heredera de los fuertes liderazgos de Rafael Ribó y Joan Saura. Y de su estilo. Saura, conseller de los tripartitos con el PSC y ERC, procedió a su progresivo relevo tras los comicios de 2010. Primero ubicando en un lugar preeminente, en la Secretaría General, al joven Herrera, y luego desapareciendo de la cúpula, junto a otro de los hombres fuertes, Jordi Guillot, en 2013, en la asamblea que aupó a su discípulo y a Camats como coordinadores nacionales. Ambos aprendieron de sus predecesores una consigna clave y útil en estos años de turbulencias: discutir de puertas para dentro "con seny y con ánimo de pacto, sin llegar a la guerra civilseny ". Lo cuentan sus aliados y viejos conocidos de EUiA, como una virtud incontestable frente a una IU "más volcánica y telúrica", más aferrada a los principios y más propensa a radiar sus acalorados debates internos. 

Mano izquierda es lo que ha hecho falta en pleno auge del soberanismo. ICV (como EUiA) apostó por el derecho a decidir y se subió al tren de Artur Mas. Pactó con CiU, con ERC y la CUP la pregunta del referéndum del 9-N y, pese a las resistencias iniciales, participó en la consulta alternativa. Pero no se ha subido al carro de la lista unitaria independentista, con la que siempre estuvo en desacuerdo. 

ICV ha tenido que surfear el temporal esquivando el peligro de ruptura interna. Porque el partido tiene entre sus bases tanto a federalistas como a independentistas. De hecho, no marcó una directriz a sus bases ante el plebiscito del 9-N. Las distintas sensibilidades se percibían incluso en sus dos principales figuras. Camats, de perfil más soberanista, votó sí-sí (independencia) y Herrera, sí-no (sí a un Estado propio, no a la secesión). "Los dos son reflejo de ICV y del esfuerzo de unidad", elogia un joven cargo público. 

Corriente independentista

Las fugas de militantes, en cualquier caso, no han sido tan voluminosas, dicen en la cúpula, como en el PSC –que ha visto salir a su ala independentista–, ni se ha partido en dos, como CiU, que directamente ha implosionado. Algunos abandonos, no obstante, sí han sido notables. Unos porque consideraban que la dirección se había quedado corta en su posición respecto al procés, como la exdiputada Carme García y Raül Romeva –ahora cabeza de lista de la candidatura de Mas, ERC y las entidades secesionistas, Junts pel Sí–. Otros, por lo contrario, como el portavoz de ICV en Barcelona, Quim Mestre, que fue fichado por el candidato del PSC al Ayuntamiento de la capital catalana, Jaume Collboni, como número seis de su plancha. Además, al partido le ha nacido una corriente soberanista, Compromís per la Independència, al que se adscriben Sara Vilà y el veterano Jaume Bosch, ambos con escaño en el Parlament. Una china en el zapato que no existe en EUiA. 

"El proceso soberanista ha sido muy duro por la polarización en Cataluña, pero nosotros hemos defendido nuestra hoja de ruta y no nos movemos de ahí, del derecho a decidir, y eso nos ha permitido la cohesión interna, aunque no sin tensiones. Al final, es una convicción de todos de que la convocatoria de un referéndum es la solución. Un referéndum pactado con el Estado y con pleno reconocimiento internacional, no como el 9-N. Eso es lo que nos ha permitido ir todos juntos a las elecciones del 27-S", analiza uno de los dirigentes con más trienios en la casa. Otro responsable emergente, próximo a Herrera, comparte el diagnóstico: "Contribuyó que hicimos una conferencia sobre el modelo nacional, donde apuntábamos hacia un sistema confederal. Y acertamos haciendo esa convención. Porque CiU o el PSC no tenían el punto de llegada tan definido. Nuestra preocupación era que no se rompiese ICV. Y lo hemos conseguido. Con excepciones como la fuga de Raül, que es un caso aislado y venía de lejos. Tiene mucho mérito". 

La salida de Romeva

En marzo de este año, justo tras esa convención, Romeva decidió irse. Romper su carné por discrepancias con la línea política adoptada sobre la cuestión catalana. Había sido eurodiputado de ICV durante diez años (2004-2014). Su portazo sentó mal en la casa, aunque no sorprendió, porque ya en los últimos años se había escorado hacia el soberanismo. Que ahora encabece la lista de Junts pel Sí "blinda" al partido, porque, según entiende la cúpula, el eje izquierda-derecha sigue funcionando y porque a fin de cuentas se hará campaña contra Mas y sus recortes. 

La cúpula de ICV ha vivido con cierto "agotamiento" la dinámica del debate soberanista, omnipresente en los últimos años. Pero también se felicita de que se haya ido abriendo un boquete en el muro, entrando en la agenda los temas sociales. La dirección ecosocialista juzga que también ha hecho los deberes. Sorprendida por el aldabonazo del 15-M en 2011 –"nos envejeció a todos", confiesa un dirigente–, empezó a plantearse la apertura. Caminar hacia un nuevo sujeto político, consciente de que la coalición con EUiA, a pelo, estaba agotada, posición que también compartian sus aliados. La apuesta se consagró en la asamblea de Viladecans, en 2013, cuando se solemnizó el llamamiento a la construcción de un frente de fuerzas de izquierdas y movimientos de carácter alternativo "capaz de protagonizar un cambio de régimen y un proceso constituyente". "Sumar y unir", dijo Herrera. 

Entonces Podemos aún no había nacido. Tardaría unos meses más. En enero de 2014, a pocos meses de unas europeas a las que los ecosocialistas acudieron con sus socios de siempre, con IU y EUiA, además de Anova. ICV no cambió de pareja, pese a que en su momento había prometido ir a los comicios a la Eurocámara con su aliado natural, Equo. Pero si hay algo que es santo y seña del partido, para bien o para mal, es su pragmatismo. Y en aquellas fechas, en los primeros meses de 2014, como había ocurrido antes de las generales de 2011, el viento soplaba a favor de IU. Tanto que no puso pegas a ocupar el puesto número tres de la candidatura –hueco que cubrió el joven diplomático Ernest Urtasun, discípulo de Herrera–, y no el segundo, como en 2009 y 2004. No hubo dificultades. La lista obtuvo seis escaños. Sólo uno más que Podemos. 

El 24-M y la ruptura de la agenda

La relación con la formación de Pablo Iglesias, no obstante, según cuenta un conocido fontanero de ICV, fue fluida desde un principio. Lo que no quita para que el diálogo de cara a las municipales del 24-M fuera por momentos complejo, como cuando tuvo que ceder la cabeza de Ricard Gomà, presidente del grupo municipal en la capital catalana, para allanar el acuerdo dentro de Barcelona en Comú, que quería una lista sin aspirantes que hubieran ejercido responsabilidades de gobierno, y Gomà las había tenido con los alcaldes socialistas Joan Clos y Jordi Hereu. La ola a favor de la candidatura municipalista permitió, en palabras de un joven dirigente, "romper la agenda", situando la cuestión social en el debate, a lo que ayudó que el entonces regidor, el convergente Xavier Trias, jugase la carta "del orden, y no del soberanismo". 

Los resultados de la coalición, formada finalmente por ICV-EUiA, Podemos, Procés Constituent –la plataforma del economista Arcadi Oliveres y la monja Teresa Forcades– y Equo, fueron incontestables. Primera fuerza en la ciudad. Ada Colau, alcaldesa. La ecosocialista (y exdiputada en el Congreso) Laia Ortiz, segunda teniente de alcaldesa. 

Esos buenos datos fueron el germen de Catalunya Sí que es Pot. Podemos tenía claro que sí quería buscar la confluencia en ciertos territorios, como en Cataluña (con ICV y EUiA), en Galicia (con las mareas), en Valencia (con Compromís) y en Baleares (con MÉS), pero no a nivel estatal con IU y Equo. Y el primer banco de pruebas serían las catalanas del 27-S.

¿Tabla de salvación?

Antes de que hubiera conflictos por la composición de la candidatura –y se veían venir: Pablo Iglesias definió a los jefes de ICV y EUiA como "viejos lobos de la política"–, Joan Herrera y Dolors Camats dieron un paso "al lado". Renunciaron a repetir como diputados en el Parlament. El nombre que pusieron encima de la mesa fue el de Joan Coscubiela, portavoz de ICV en el Congreso. En la dirección relatan que lo que se pretendía evitar era un proceso de presión de los aliados, que exigieran la cabeza de los coordinadores. Se prefirió la "mirada larga", primar el objetivo de la unidad, "buscar el encaje más sencillo, conocido el percal de las municipales". Al final, la opción no fue Coscubiela. Ni Oliveres, a quien se ofreció la cabecera de cartel, pero la rechazó (y después se descolgó Procés Constituent). Es Lluís Rabell, quien era presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB).

Coscubiela estará no obstante en la candidatura, probablemente como número tres. Y Herrera podría emprender viaje de vuelta a Madrid, al Congreso. "No digo ni que sí ni que no", ha dado por respuesta. La entente Podemos-ICV-EUiA también está cerrada para las generales. 

En la dirección de ICV niegan que se haya buscado la alianza con Podemos como "tabla de salvación", para evitar unos malos resultados el 27-S. "Hemos subido y bajado muchas veces, pero ahora se trataba de formar parte de algo nuevo, formar parte de ese embrión", señala un veterano. Lo completa otro compañero de filas: "El debate no era si desaparecíamos o no, podíamos haber mantenido grupo municipal y parlamentario, pero lo que queríamos era ir a otro sujeto político". "La confluencia es el camino hacia el PSUC del siglo XXI", analizaba Herrera en una entrevista con La Vanguardia el pasado 27 de julio

En ICV se recuerda que cuando sí se jugaba la "supervivencia" fue a finales de los noventa, cuando rompió con IU y pasó apuros, por ejemplo, para sacar diputado en el Congreso en 2000. Joan Saura lo consiguió. EUiA, en cambio, discrepa de esa lectura complaciente. Cree que este 27-S ICV sí habría estado en peligro como proyecto de no haber conquistado el pacto con Podemos. El "peaje", para amarrar su salvación, ha sido el sacrificio de sus dos líderes, cuyo futuro, no obstante, es incierto. De momento, se mantendrán al frente de ICV hasta la siguiente asamblea. Pero sin escaño en Barcelona. A medio plazo, el relevo natural sería el eurodiputado Ernest Urtasun, de sólo 33 años. 

ICV sin IU en generales... tal vez

Claro que también podría pensarse que a Podemos le conviene el pacto, ya que ICV y EUiA cuentan con "cuadros con experiencia" y, a ojos de Iglesias, ha hecho los deberes mejor que IU. Los ecosocialistas intentan mostrarse prudentes con la dirección federal de Cayo Lara, sin azuzar el fuego. Sostienen que en Cataluña ha primado la dinámica territorial, el ecosistema propio, que es el que habría facilitado la convergencia. "Pero también es verdad que nosotros no somos IU. No tenemos al PCE detrás ni a mucha gente de IU, a la que Podemos conoce bien, como a la cúpula madrileña [ya expulsada]. También damos una imagen más moderna. Y llevamos insistiendo en que traducir Podemos por Podem no es suficiente, que Cataluña tiene su propio clima. Y, por último, ya apostamos por la construcción de algo nuevo desde 2013", cuenta un cargo público. 

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Un dirigente de EUiA discrepa de esa interpretación. Niega que ICV haya estado mejor equipada que IU. Recuerda que no participó "activamente" en el 15-M, y que ICV ha sido tradicionalmente un "partido de cuadros", y se ha comportado, en su funcionamiento interno, como una formación "clásica". "Nosotros en cambio llevamos dándole vueltas a la refundación desde la asamblea federal de 2008. Sí es verdad que somos una fuerza más plural, más compulsiva, más telúrica, más volcánica, y nos llegan más los impulsos de la calle. Ellos son más tácticos, más pragmáticos", prosigue. 

Si nada se mueve, la novedad vendrá también en las generales. Por vez primera, ICV podría no ir en coalición con IU, aunque sí con EUiA. Escenario que se produciría en caso de que la suma que ha propiciado Catalunya Sí que es Pot se consolidase. Aunque la papeleta tal vez más complicada la tenga EUiA, que también quiere mantener ese pacto con Podemos para las legislativas. ¿Se equivoca Podemos con su veto a IU? La cúpula de ICV evita meterse en polémicas. Quiere centrarse en el 27-S y recalca sus buenas relaciones con la federación de Lara y con sus cuadros.

De todos modos, IU sigue pensando que el 27-S redefinirá las posiciones de todos los actores. Entonces será el momento del examen y de hacer otra vez los números

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