Elecciones generales

Rajoy ante el 20-D: ocho puntos oscuros del PP en la recta final de la legislatura

Mariano Rajoy, durante su intervención la semana pasada en la apertura del último tramo pendiente de la Autovía del Mediterráneo A-7.

Para algunos es una habilidad, para otros una torpeza. Pero no hay duda de que es un hecho confirmado. Al presidente del Gobierno y del Partido Popular le cuesta tomar decisiones, sobre todo en lo que tiene que ver con el funcionamiento interno de su partido. Se siente cómodo dilatando en el tiempo las decisiones, y más aún las que tienen que ver con las personas. Hasta el punto de que en más de una ocasión la solución llega por el agotamiento de la otra parte. Que se lo pregunten al exministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón; a la exalcaldesa de Madrid, Ana Botella, o al exportavoz del PP en el Parlamento Europeo, Jaime Mayor Oreja. Ahora, no obstante, a Mariano Rajoy se le agota el tiempo. 

El jefe del Ejecutivo intentará revalidar una nueva legislatura el próximo 20 de diciembre. Y las tornas han cambiado. Rajoy tiene sobre la mesa una batería de asuntos pendientes que no puede dejar mucho tiempo en el congelador. Porque se le agotan los plazos y porque ahora es él el que se la juega. 

A lo largo de toda la legislatura, ha escuchado a dirigentes y cargos públicos de su partido quejarse de las decisiones del Gobierno central y del daño que estaban haciendo al partido los escándalos de corrupción. Se le reclamaba más pedagogía y más autocrítica. Ahora es él quien se examina y el que, a tenor de sus declaraciones y actitud, intenta deshacer a marchas forzadas lo que ya parece asumir como errores. Esta misma semana llegó a reconocer que la formación que preside no había sido diligente a la hora de reaccionar a los escándalos de corrupción. Y su mayor presencia en la calle es una autoenmienda a la totalidad de su forma de actuar en una legislatura en la que se ha pasado la mayor parte del tiempo encerrado en su despacho y en reuniones.

De la mano de dirigentes y cargos públicos conservadores, infoLibre repasa cuáles son los puntos oscuros de Mariano Rajoy en esta recta final de la legislatura. Unos, los tendrá que abordar sin excusas. A otros llega tarde y tiene difícil, según coinciden las fuentes consultadas, enmendar lo ya hecho. "Hay determinados mensajes que ya han calado en la sociedad y es difícil darles un giro de 180 grados en lo que queda hasta las generales", subraya un dirigente regional. 

1. El encaje de Aznar en la campaña

No es el principal de los problemas. Pero sí mantiene al partido en vilo desde que el 28 de septiembre, un día después de las elecciones de Cataluña, el expresidente del Gobierno lanzara un duro comunicado contra Mariano Rajoy en el que le advertía de que el electorado ya le había dado "cinco avisos" en sucesivas citas electorales y que había que tomar medidas. 

Además del momento escogido por Aznar para hacer público el comunicado, en el entorno de Rajoy escoció que el presidente de FAES les llevara la contraria en una idea. Si para el PP, Ciudadanos, una formación que les preocupa porque muchos de sus votantes tradicionales se sienten atraídos por ella, es de izquierdas –esa es la idea que quieren trasladar al electorado–, para Aznar es de centroderecha. "Es una patada a nuestro argumentario", se queja un miembro del Comité Ejecutivo Nacional.

En un gesto inusual, el propio Rajoy se atrevió a responder a Aznar que él siempre dice las cosas "a la cara" y no mediante comunicados. Y Aznar no se quedó callado y se confesó sorprendido de no haber recibido alternativas a sus tesis, sino "descalificaciones personales". Todo apunta a que el enfrentamiento no subirá de decibelios en los próximos días. Pero tampoco acabará aquí.

Hay sectores en el PP convencidos de que el expresidente, con este comunicado, estaba reclamando atención y abroncando al partido del que es presidente de honor por no haber contado con él en la campaña catalana. Otras voces consideran que sigue molesto por el trato que dio el partido a su mujer, Ana Botella, en los años en los que fue alcaldesa de Madrid y también por el trato a fieles colaboradores suyos. Una tesis, esta última, que no pocos ponen en duda. "Pablo Casado, uno de sus hombres de máxima confianza, nombrado por Rajoy vicesecretario de Comunicación, es una de las personas con más proyección dentro del PP", dice un miembro de la dirección nacional. Y también hay quien cree que está preparando el terreno para poder decir "ya avisé" si llega el momento de que el PP se despeña en las generales.

Venga de donde venga el enfado de Aznar, la dirección del partido no quiere más intercambio de reproches y existe la voluntad de contactar con el expresidente para ofrecerle participar en actos de la campaña de Rajoy. Lo difícil, no obstante, será verles juntos en el escenario. La pelota, pues, estaría en el tejado de Aznar. Y el riesgo, en el del PP. Porque no es inédito que el presidente de FAES cargue contra el PP en actos del PP

¿Sigue siendo clave Aznar para la movilización? La opinión no es unánime. Los más jóvenes creen que ha llegado el momento de pasar página y que, en ocasiones, moviliza más el voto en contra que a favor. Los más veteranos opinan que siempre ha sido un valor del partido y que tal y como pintan las encuestas no pueden permitirse el lujo de prescindir de él. 

2. Romper con la corrupción

El Partido Popular lleva enlanzado escándalos de corrupción en sus filas desde febrero de 2009, cuando arrancaba la campaña electoral de las autonómicas gallegas y vascas. Había una tesis muy extendida entre sus dirigentes que era la de que no pasaba factura en las urnas. Y en esta tesis había un par de hitos: las generales de 2011, cuando Mariano Rajoy obtuvo una amplísima mayoría de 186 diputados, y las autonómicas y municipales del mismo año, cuando el azul-PP pintó todo el mapa de España. Habían pasado dos años del estallido del caso Gürtel y como si nada.

Pero en las últimas citas electorales el mapa ha dejado de ser tan azul para dar paso a otros Gobiernos y hacer hueco en los parlamentos regionales y en los plenos de los ayuntamientos a formaciones, como Ciudadanos y Podemos, que se han ganado a los electores con claros discursos contra la corrupción

Hasta hace pocos meses, Rajoy parecía convencido de que su mejor forma de dar respuesta a la corrupción era legislar. De ahí que se pusiera al frente del paquete de medidas contra la corrupción y por la regeneración democrática. Como si con ello pudiese sacudirse el ser el presidente de un partido que vio, por ejemplo, cómo su extesorero Luis Bárcenas ingresaba en prisión. Como si fuese a borrarse de la mente de los ciudadanos que él mismo había seguido manteniendo contacto con el hombre que durante años tuvo la llave de la caja del PP cuando ya se sabía que había amasado una fortuna en Suiza.

"Parece que ahora se ha dado cuenta de que legislar es muy bueno pero no suficiente porque la gente necesita explicaciones", mantiene una diputada regional. Se refiere al hecho de que esta misma semana haya reconocido que la corrupción ha hecho mucho daño al partido, más que la crisis, y que el PP no había sido "rápido" ni "diligente" a la hora de dar respuesta a estos escándalos.

En este sentido, tampoco es casual que su primer gran acto de partido una vez que anunció que las elecciones iban a ser el 20-D fuese en Valencia. No es ningún secreto que el ya ex feudo tradicional de los conservadores ha sido uno de los puntos más calientes del PP en lo que a corrupción se refiere

Poco después de arrancar su discurso, el presidente del Gobierno sostuvo que su partido había cometido "errores" que "jamás" volverán a repetir. "Ni aquí [en la Comunidad Valenciana], ni en ningún lugar de España", añadió.

"Es un cambio tímido de estrategia.

Pero es un cambio. La duda está en si hay tiempo para que estos mensajes calen en el electorado", subraya un veterano diputado.

3. Definir su apuesta para Cataluña

"Si tuviera que apostar por algo, apuesto por que no se va a mover nada".no se va a mover nada" Así de contundente se muestra un cargo autonómico preguntado sobre si Rajoy se guarda un as en la manga para desbloquear la situación en Cataluña.

Las fuentes consultadas coinciden en que Rajoy va a moverse poco. En que se va a limitar a garantizar que si él gana las elecciones abordará una reforma de la financiación autonómica y en que se sentará a hablar sobre una reforma de la Constitución si hay "consenso" sobre el cómo y los objetivos. Pero sólo si hay consenso.

A principios de verano, la dirección del PP debatió sobre la posibilidad de introducir como promesa electoral la reforma de la Constitución en el programa. No lograron ponerse de acuerdo en la forma de presentar la propuesta y lo rechazaron de forma definitiva. Esto ocurrió antes de las elecciones del 27-S. Y ahora no hay marcha atrás aunque voces del partido –la que ha sonado con más fuerza ha sido la del ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo– crean que se juegan mucho negándose en banda a la reforma.

Pese a este inmovilismo, desde el 27-S el presidente del Gobierno es más insistente en la idea del diálogo. "Siempre he estado dispuesto al diálogo y siempre voy a seguir estándolo, pero no para romper la soberanía nacional ni para liquidar los derechos y la igualdad de los españoles", dijo Rajoy este martes.

Sin oferta concreta sobre la mesa, la idea del PP es la de vender que ellos, a diferencia del PSOE, tienen claro que la unidad de España no se negocia. Es un cimiento más de la estrategia de Rajoy de erigirse en garante de la estabilidad no sólo en lo económico, sino también en lo político.

4. Minimizar el 'efecto Ciudadanos'

El PP ve  al partido de Albert Rivera "en racha" y se ha propuesto "destapar" su programa y su actuación en algunas comunidades autónomas, tal y como adelantó infoLibre. 

"Tenemos que ir a argumentos, a ejemplos claros, a datos. No queremos que la estrategia se vuelva contra nosotros. Nuestro principal rival es el PSOE y eso se va a notar. Pero los electores tienen que saber también que está haciendo Ciudadanos", señalan desde el PP a este diario. El mayor reto es el de ubicar a Ciudadanos en el espectro de la izquierda, sobre todo cuando en el propio partido saben que un sector de su electorado se siente atraído por la formación de Rivera y ahora que se han ubicado como segunda fuerza en el Parlamento de Cataluña.

En este campo, Rajoy venderá experiencia frente a "amateurs", "partidos que nacieron antes de ayer" o "en una tertulia de televisión". Así se ha referido a ellos desde que obtuvieron un espectacular resultado en las catalanas. 

El argumentario conservador dice que las catalanas no son equiparables a unas generales y que los catalanes votaron a Ciudadanos para que estuviera en la oposición y no en el Gobierno. En poco tiempo se podrá comprobar la fiabilidad de esta tesis y también si en los votantes cala la idea de que votar a Ciudadanos es una lotería porque se desconoce a dónde va ir a parar el voto. De momento, las alarmas se volvieron a disparar este viernes con la encuesta publicada por el diario El Paíssegún la cual la formación de Rivera sería la más votada en la Comunidad Valenciana, uno de los feudos tradicionales de los conservadores. Este mismo domingo, el diario de Prisa publicó un nuevo sondeo de Metroscopia que coloca a Ciudadanos en tercera posición de cara a las generales y muy cerca de PP y PSOE, que aparecen prácticamente empatados.

"Aznar lo dijo muy bien en la campaña de las municipales y autonómicas: si se quiere que gane el PP, hay que votar al PP", añade un miembro de la dirección nacional partido. Este martes, en un almuerzo en el casino de Madrid organizado por Abc y Deloitte, Rajoy se negó a hablar de cualquier alianza postelectoral. Pese a que son conscientes de que la mayoría absoluta es prácticamente imposible, confían en que este tipo de mensajes tendrán efecto entre quienes dudan entre el PP y el partido de Rivera.

5. Listas regeneradas y rejuvenecidas

El 16 de noviembre, el Partido Popular tiene que tener ya decididas las personas que quiere mandar a Congreso de los Diputados y al Senado. Si nos atenemos a lo que Mariano Rajoy ha hecho en las citas electorales que preceden a esta, habrá que esperar a última hora para conocer cuáles serás sus apuestas.

A día de hoy, lo único de lo que no hay duda es de que el cabeza de lista por Madrid será él. Sobre su número dos hay alguna que otra quiniela interna en el PP y en el Gobierno. Pero la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, es la mejor ubicada.

Desde que Rajoy confirmó que las elecciones serán el 20 de diciembre, en el PP se ha instalado un estado de nervios. En el mejor de los escenarios, la lista que encabezará Mariano Rajoy será la más votada, pero se dejará por el camino decenas de parlamentarios. Esto hace que los diputados que quieren seguir siéndolo y cargos del partido que aspiran ahora a un escaño peleen por ser ubicados lo más arriba posible en las listas. "Tocamos a menos, eso es evidente", señala una diputada. 

En los últimos meses ha habido bajas como las de Alberto Ruiz-Gallardón, Santiago Cervera, Esteban González Pons, Miguel Arias Cañete, Ignacio Uriarte... Pero las bajas no son suficientes para hacer hueco a todos. Este tipo de decisiones son las que tan poco gustan a Mariano Rajoy.

Se da por sentado que el jefe de los conservadores moverá algunas fichas para buscar sitio en las Cámaras a algunos de los nuevos vicesecretarios del partido. Pero también se da por sentado que no dejará tirados, salvo que ellos den un paso atrás, a antiguos colaboradores suyos como Ana Mato, exministra de Sanidad, y Javier Arenas, responsable de política local y autonómica en el partido.

La inclusión de Mato en las listas, no obstante, podría implicar poner en bandeja a la oposición críticas por la reacción del PP a los escándalos de la oposición. Mato ha sido señalada por el juez instructor del caso Gürtel partícipe a título lucrativo de las relaciones de su marido, Jesús Sepúlveda, con la trama corrupta. Quienes la conocen están convencidos de que, igual que dio un paso atrás para dejar el Ministerio de Sanidad, podría hacerlo ahora para no dar a Rajoy "otro problema más".

Cuando escuchan que hay que hacer hueco a políticos más jóvenes, algunos de los más veteranos del PP se retuercen. "Se trata de que encajemos todos. Unos aportan frescura y otros, experiencia. No tenemos que ser calcomanías del resto de partidos", responde un veterano cuando se le pregunta sobre el relevo generacional.

De todos los candidatos que concurran a las generales, Mariano Rajoy, con 60 años, es el mayor.

6. El encaje de Cospedal

Ligado al apartado anterior está el futuro de la secretaria general, María Dolores de Cospedal. En el PP están convencidos de que Rajoy hará lo que ella le pida, pero no se descarta que dé el salto al Congreso. Esto implicaría que dejara su escaño en las Cortes de Castilla-La Mancha. Algo que, a su vez, daría pie a arrancar un proceso de renovación en el PP regional después de que los resultados del PP de las pasadas autonómicas no les bastasen para gobernar.

En su entorno señalan que está muy volcada en su tarea de secretaria general y que, a día de hoy, no ha decidido nada. Tras la renovación que Rajoy introdujo en la cúpula del PP tras las autonómicas y municipales su papel quedó diluido. Primero, porque desde entonces el presidente del PP intenta acudir a todas las reuniones del Comité de Dirección. Y segundo por la incorporación a estas reuniones de Jorge Moragas, director de gabinete de la Presidencia del Gobierno, y la creación del puesto de vicesecretario de Comunicación. Pablo Casado ha venido a ocupar el papel de portavoz del partido que tradicionalmente ocupaba Cospedal.

De hecho, la secretaria general estuvo desde el 21 de enero de este año hasta el 27 de septiembre sin comparecer ante la prensa en la sede nacional del partido. Reapareció el 28, para valorar los resultados de las elecciones catalanas.

El papel que le atribuya Rajoy de cara al 20 de diciembre podría dar alguna pista del rol que va a jugar a partir del próximo congreso nacional del partido, previsto para principios de 2016. Ya fue elegida secretaria general en el del año 2008 y en el de 2012. Pocos creen que el escenario se vuelva a repetir, sobre todo después de una legislatura en la que se ha desgastado mucho.

7. El peso del PP de Aguirre

Salvo giros inesperados, el aguirrismo vive sus últimos días. Ya en la oposición en el Ayuntamiento, la principal baza que tenía la presidenta del PP de Madrid para plantar cara a Rajoy se ha disipado. Y su compañera de tándem electoral, Cristina Cifuentes, por la que pocos en su entorno apostaban, sí ha logrado gobernar

La situación del PP de Madrid es delicada, no sólo por Esperanza Aguirre, sino porque su número dos, su secretario general, es Ignacio González. El expresidente de la Comunidad de Madrid, apartado por Rajoy para apostar por Cifuentes como cabeza de lista, sólo acude a las reuniones internas de partido. Pocos apuestan por que se le vaya a ver en campaña  y porque se vaya a implicar. Pese a que Rajoy, como cabeza de lista, se volcará en esta comunidad, el panorama no es el mejor para afrontar el 20-D.

No son pocos los dirigentes del PP que en los últimos meses le han trasladado a Rajoy la necesidad de que Aguirre y González fuesen apartados para enfilar la campaña en mejores condiciones. Es algo a lo que se resistió por miedo a un rebelión interna. "No sabemos qué hubiese sido peor", dice un miembro de la dirección nacional. Para contrarrestar, el PP de Madrid tendrá como jefe de campaña al diputado nacional Juan Carlos Vera, un fontanero de Génova. Es del círculo de máxima confianza de Rajoy y, además, ha trabajado con Aguirre en otras campañas.

Que Aguirre sepa que no está en una posición de fortaleza no es óbice para que quiera colocar a algunos de sus fieles en la lista por Madrid. Y aquí surgirán los roces con la dirección nacional y con Cristina Cifuentes, su "sucesora natural", dicen, en el PP de Madrid. En el entorno del presidente cruzan los dedos para que el proceso sea lo más discreto posible. Están convencidos de que los ciudadanos también castigan en las urnas la división interna. Y bastantes puntos negativos llevan ya –la gestión de la crisis, la corrupción...– como para sumar otro más.

8. De los recortes a la agenda social

En las municipales y autonómicas del pasado mayo, el PP se llevó un susto importante. Ni una sola mayoría absoluta en las comunidades autónomas y 2,5 millones de votos menos. Los barones reaccionaron muy enfadados culpando a las políticas del Gobierno central del batacazo. Con el partido medio revolucionado, a Rajoy se le ocurrió introducir una serie de cambios en la cúpula. Uno de ellos pasó por crear una vicesecretaría, la de Acción Sectorial, y poner al frente a Javier Maroto, exalcalde de Vitoria, un hombre joven y que mantiene una excelente relación con el ministro de Sanidad, Alfonso Alonso. En ambos ha depositado Rajoy la responsabilidad de poner en marcha la denominada "ruta social", la cara más amable del PP y del Gobierno al término de una legislatura en la que se han exigido "muchos esfuerzos" a los ciudadanos.

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Los conservadores rechazan hablar de "recortes" en público. Pero en privado reconocen que las políticas de los últimos años les ponen complicado presentarse como un partido cercano. Primero, por la gestión de la crisis. Y después, porque, admiten, les ha faltado pedagogía a la hora de explicar lo que estaban haciendo y  "bajar a la calle".

¿Están ahora a tiempo de revertir la situación? "No nos rendimos. Vamos a echar el resto", subrayan las fuentes consultadas. Además de mantener reuniones con todo tipo de colectivos sociales, la dirección nacional del partido trabaja en propuestas concretas para el programa electoral. Insisten en que va a ser una apuesta "muy social".

Pero lo social también encierra polémicas. Y el PP lo sabe. Para la redacción del programa de las anteriores generales, la formación fue incapaz de ponerse de acuerdo a la hora de presentar una propuesta concreta de reforma del aborto. El ala más dura y la más moderada entraron en colisión y la redacción definitiva se limitó a un enunciado genérico. Ahora, tras una reforma mucho más descafeinada que la pretendida en su día por Alberto Ruiz-Gallardón, el PP intenta evitar nuevos enfrentamientos internos en esta materia. "Los habrá. Tanto si lo introducimos en el programa como si no", sentencia un parlamentario autonómico. La última palabra la tiene, como siempre, el presidente.

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