Elecciones 20-D

La interpretación del reglamento decidirá si Podemos puede dividirse en varios grupos en el Congreso

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Poder tener un grupo parlamentario propio en el Congreso de los Diputados es el objetivo de algunas de las fuerzas que negocian con Podemos elaborar una lista única para las elecciones generales. Tanto Compromís en la Comunidad Valenciana como Anova y Esquerda Unida en Galicia lo ponen como condición para pactar, y en Cataluña el acuerdo ya suscrito entre el partido de Pablo Iglesias, ICV y EUiA incluye esta premisa, que también plantea Barcelona en Comú. Pero el reglamento plantea algunas dudas con respecto a si es o no factible, y los expertos coinciden: la interpretación que se haga del mismo por parte de la Mesa del Congreso jugará un papel fundamental.

El pasado 20 de julio, Podemos firmó el único acuerdo de confluencia para las generales que, hoy por hoy, está aprobado: el relativo a Cataluña, donde concurrirá junto a ICV y EUiA y también junto a Barcelona en Comú, que el pasado miércoles aprobó confluir con el partido. En el acto de presentación de aquel pacto, Iglesias aseguró que los diputados que fueran elegidos por las circunscripciones catalanas podrían conformar un grupo propio en virtud de la concepción "plurinacional" de España que plantea Podemos. Por su parte Compromís, dividida internamente sobre la conveniencia del pacto con la formación, está sin embargo unida en torno a la necesidad de aspirar a tener un grupo valenciano en el Congreso.

De igual forma, y pese a que en el "preacuerdo político" presentado por Podemos, Anova y Esquerda Unida en Galicia hace varias semanas no se hace referencia expresa al asunto del grupo propio, sí que se afirma que, dado que las tres fuerzas conciben al "pueblo gallego como sujeto político soberano", el "espacio social y político" operará "en consecuencia" a todos los niveles: "político, jurídico, simbólico, comunicativo y organizativo". De hecho, la posibilidad de que los diputados salidos de esta lista de confluencia conformasen un grupo propio fue una de las primeras cesiones que realizó Iglesias cuando comenzaron las negociaciones.

Pero, ¿podrán configurarse grupos parlamentarios separados para estas listas? El reglamento del Congreso es taxativo en su negativa a que diputados que pertenezcan a un mismo partido puedan constituir grupos diferentes, y establece que "tampoco podrán formar grupo parlamentario separado los diputados que, al tiempo de las elecciones, pertenecieran a formaciones políticas que no se hayan enfrentado ante el electorado". Y precisamente esta norma, según Francisco Caamaño, catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad de Valencia y exministro de Justicia, es la que dificulta el proyecto de Podemos.

La norma es clara, pero la interpretación es clave

"El reglamento es clarísimo: estas listas no podrían constituirse en grupos separados de ninguna manera, porque para poder formar un grupo propio tienes que presentarte a las elecciones de manera competitiva", explica Caamaño, que señala que esta norma "fue incluida en la primera legislatura, cuando existían grupos separados de socialistas vascos y catalanes, para evitar que partidos con grupos políticos internos pudieran llegar a dividirse". El espíritu de la regla, según el exministro, es claro: "Si ustedes han competido en una misma lista, tienen que formar un único grupo parlamentario".

El territorio donde más dificultades está generando las dudas sobre si se podrá formar o no un grupo propio en el Congreso es la Comunidad Valenciana. Fuentes de Podemos en la autonomía admiten que la posibilidad de formar grupo propio "depende de la interpretación del reglamento" y de la decisión política que termine adoptando la Mesa del Congreso al respecto, y argumentan que será la "correlación de fuerzas" que exista en el próximo Parlamento y las posibles "modificaciones" del reglamento de la Cámara Baja las que decantarán la balanza. 

Pero eso no parece suficiente para el Bloc Nacionalista Valencià –el partido más grande de los que compone Compromís, reacio a pactar con el partido de Iglesias si no renuncia a su marca–, que coincide con Podemos en su lectura: fuentes del partido sostienen que presentarse en una coalición manteniendo el nombre de Podemos en la papeleta "deja a merced de la buena voluntad de la Mesa" la posibilidad de conseguir un grupo propio. Y esa incertidumbre choca frontalmente con las aspiraciones de los nacionalistas, cuyo objetivo principal es conseguir este grupo valenciano en el Congreso.

Una posible solución para sortear este problema sería que Podemos se presentase a las elecciones en estos territorios que aspiran a tener grupo parlamentario propio con un partido jurídicamente independiente a la matriz estatal, admite Caamaño. En este sentido, la oferta formal que trasladó Podemos a Compromís hace unos días –y que fue rechazada por el Bloc– planteaba que la forma jurídica del pacto sería la de una coalición entre ambos partidos, si bien señalaba de forma imprecisa que Podemos exceptuaría "estas circunscripciones [las tres valencianas] del ámbito en el que se presente en el resto del Estado".

En cualquier caso, Caamaño también menciona que la decisión final "la toma la Mesa del Congreso, que igual nos sorprende a todos con una interpretación diferente". La misma opinión mantiene Pablo Simón, profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid, que se muestra menos tajante que el exministro ya que, según explica, el reglamento del Congreso es uno de los que más sujeto está a la interpretación política que de él se haga. "Si existe una mayoría conservadora, es muy complicado que se configuren grupos parlamentarios separados, pero el arbitrio es tal que no creo que existiera ningún problema si la izquierda tiene mayoría en la Mesa", ejemplifica Simón.

Interpretaciones dispares según el partido

Y es que el reglamento se ha interpretado de forma muy flexible dependiendo de los supuestos. Un motivo tradicionalmente controvertido a la hora de conformar grupos parlamentarios en el Congreso es la diferente lectura que se ha hecho del artículo 23.1, que establece que podrán formar grupo parlamentario las formaciones que "hubieren obtenido un número de escaños no inferior a cinco y, al menos, el 15% de los votos correspondientes a las circunscripciones en que hubieren presentado candidatura". En 2011, por ejemplo, a Amaiur no se le permitió tener su propio grupo en la Cámara Baja tras conseguir 7 diputados, ya que superó la barrera del 15% en las tres provincias vascas, pero no en Navarra, donde obtuvo un representante y el 14,86% de los votos.

Tras las elecciones, esta situación fue objeto de polémica y terminó resolviéndose en base a la elaboración de un informe de los servicios jurídicos del Congreso a petición de su presidente, Jesús Posada. Este documento rechazó el intento de Amaiur de constituirse como grupo –la coalición trató de hacerlo únicamente con los diputados vascos, antes de que su representante navarro, Sabino Cuadra, tomase posesión de su escaño–, y argumentó que "el número de votos necesarios para alcanzar el 15% debe referirse a las formaciones políticas [...] y no a los candidatos individualmente considerados".

Sin embargo, el propio informe reconocía que "en el pasado" el Congreso había adoptado "decisiones no homogéneas" con respecto a la interpretación del artículo 23 del reglamento. Y hacía referencia a dos situaciones concretas: la que afectó en 1986 al PNV y la que permitió en 2004 que ERC consiguiera grupo. En el primer caso, explicaba el documento, se contabilizó la media de los porcentajes de voto "obtenidos en todas las circunscripciones en las que la formación [...] presentó candidatura, aunque no hubiera obtenido escaño en una de ellas".

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Y es que en Navarra el PNV no llegó al 15% exigido –de hecho, se quedo en un pírrico 1,54%–, pero en lugar de tener en cuenta la barrera porcentual para cada una de las provincias por separado, se realizó el promedio de todas ellas juntas. Haciendo la media de ese resultado junto a los que había obtenido en el País Vasco, el PNV sí superaba esta cifra. Y aprovechó esta treta en todas las elecciones hasta las del año 2000, cuando comenzó a presentarse en Navarra dentro de la coalición Nafarroa Bai.

El segundo de los casos es calcado al de Amaiur, pero se le dio una solución totalmente diferente. ERC, que se presentó en la provincia de Valencia además de en las catalanas, no consiguió escaño, pero pudo construir grupo parlamentario propio porque el cálculo final no incluyó precisamente el resultado de Valencia y sí el de las otras cuatro circunscripciones, donde el partido sí había superado el 15% y había obtenido representación.

La intepretación también fue flexible en 2000 con Coalición Canaria, que recibió el apoyo de los un diputado de Unión del Pueblo Navarro –en coalición con el PP– para alcanzar el mínimo de cinco representantes necesario para configurar un grupo propio, dado que ya superaban el 15% del voto en las provincias canarias.

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