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Violencia machista

Un informe alerta sobre la aceptación de la violencia machista entre los europeos

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Hace menos de tres semanas, decenas de miles de personas recorrieron las calles de Madrid para exigir que la violencia machista sea tratada como un asunto de Estado. Sin embargo, aún existen países europeos donde la percepción general está lejos de asimilar el terrorismo machista como una cuestión política. Los datos señalan que este problema continúa sin ocupar "un lugar destacado entre las preocupaciones de los ciudadanos". Así lo refleja un estudio elaborado por los investigadores Enrique Gracia y Marisol Lila, a petición de la Comisión Europea, con motivo del día internacional por la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. El documento recopila un total de 40 encuestas realizadas en 19 países de la UE y que recogen las percepciones de 85.000 personas, además de 16 estudios publicados en revistas académicas de alta calidad científica en los últimos cinco años.

Los investigadores destacan que se trata de una "fotografía incompleta porque apenas hay datos comparables", debido a la falta de homogeneidad en la metodología, las carencias a la hora de establecer definiciones globales sobre la violencia de género o el empleo de cuestiones diferentes para abordar los mismos problemas. "Es muy escasa la informacion que existe acerca de las actitudes de los europeos, se necesita investigar muchísimo más para que realmente se puedan comparar resultados", lamenta Marisol Lila en conversación con infoLibre. Pese a ello, el análisis de las encuestas y publicaciones seleccionadas ha permitido a los expertos esbozar una serie de conclusiones reveladoras.

En primer lugar, resaltan la percepción de la violencia machista como un problema social producto de una actitud de aceptación y tolerancia por parte de determinadas sociedades. Una de las encuestas mostraba cómo un reducido pero significativo porcentaje (26,3%) de los encuestados calificaba de "poco importantes" o "inevitables" actuaciones como "insultar, golpear, controlar o mantener relaciones sexuales forzadas" en el seno de una relación.

Vinculado al arraigo y la aceptación de la violencia machista, señalan también la tendencia a justificar las agresiones (fundamentalmente las sexuales) hacia las mujeres. En concreto, los ciudadanos contemplan los condicionantes de carácter individual (el abuso del alcohol, la ira, o el maltrato durante la infancia, entre otros), los relacionales (vinculados a los problemas en las relaciones sentimentales) y los socioculturales (la pobreza o la educación), como causas que justifican la violencia machista, lo que refleja la persistencia de estereotipos de género y actitudes sexistas entre la población europea.

Junto a la justificación del agresor, se encuentra también la culpabilización de la víctima. "Nos llama especialmente la atención que todavía esté tan extendida en la UE la culpabilización de la víctima" explica Lila, "es sorprendente que, por ejemplo, alrededor del 30% de los suecos crea que la forma de vestir de una mujer influya en las posibilidades de que sea violada". "Todavía se culpabiliza a la mujer por la violencia que sufre", concluye. 

Pese a la gravedad de la situación, la población desconoce las medidas disponibles para prevenir y paliar los casos de violencia machista. El recurso más conocido es la atención por parte de la policía, pero el nivel de conocimiento disminuye notablemente en lo referido a otros tipos de servicios y medidas específicas de cada país, como la existencia de líneas telefónicas para mujeres maltratadas (el 016 en España). A esto hay que sumarle, además, las actitudes que favorecen la no intervención, frecuentes en el entorno de la víctima, y que responden a la idea anclada de vincular el maltrato con un asunto de carácter privado donde conviene no involucrarse.

"Un largo camino por delante"

Casi 370.000 mujeres han estado en protección policial por violencia machista desde 2007

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A pesar del auge de movimientos sociales que luchan para concienciar a la ciudadanía y exigir actuaciones rotundas por parte de los poderes públicos, el marco general dibuja una situación desoladora donde la idea de la violencia machista como problema privado supone una enorme barrera en el camino hacia una ciudadanía educada en igualdad. "Evidentemente se busca que sea considerado como un problema de Estado, pero todavía no se ha alcanzado en muchas sociedades europeas un estatus de prioridad, ni se percibe como un problema que preocupe a la población", denuncia la experta, quien advierte que "nos queda un largo camino por delante".

La información sobre las percepciones sociales continúa siendo limitada en los estudios a nivel europeo, y el diseño de las encuestas presenta "poca información separada por diferentes subgrupos de población, cuando los sectores sociales pueden mostrar más diferencias que las que existen entre países, y eso nos permitiría sacar conclusiones más claras", apunta Lila. Tampoco existe prácticamente información disponible sobre el impacto de las políticas, la educación y las campañas de sensibilización, de modo que analizar la labor pedagógica destinada a erradicar esta situación se torna difícilmente evaluable.

Marisol Lila reivindica la "importancia de investigar con mayor calidad y profundizar en el conocimiento para poder utilizar e implementar estrategias efectivas".

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