Cambio climático

Teresa Ribera: “Con el Acuerdo de París pasamos de la infancia a la adolescencia en la lucha contra el cambio climático"

Teresa Ribera: “España no ha jugado papel alguno durante la Cumbre de París”

La Cumbre del Clima de París (COP21) se cerró a última hora de la tarde del pasado sábado, tras dos semanas de reuniones en la capital francesa, con "el primer acuerdo universal de la historia de las negociaciones climáticas", según aseguró el presidente francés, François Hollande. Así, a última hora de la tarde, quedó aprobado definitivamente el Acuerdo del Clima de París, un documento cuyo objetivo es situar a finales de siglo el incremento de la temperatura global por debajo de 2ºC –y a ser posible de 1,5ºC– en relación con la época preindustrial. Un texto que fue recibido con alegría en la capital gala, pero rechazado por algunas organizaciones ecologistas.

Teresa Ribera (Madrid, 1969) estaba allí en el momento del último plenario. A través de las redes sociales no ocultó su satisfacción con el documento saliente de la COP21. Ribera, secretaria de Estado de Cambio Climático entre 2008 y 2011 y actual directora del  Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI) de París, asegura, en una entrevista con infoLibre, que supone "un avance histórico", aunque afirma que le hubiera gustado "mayor precisión" en algunos aspectos del texto. Ribera asegura que el papel de España en todo el proceso ha sido nulo.

PREGUNTA: ¿Supone el Acuerdo del Clima de París un avance histórico?

RESPUESTA: Es una avance histórico porque confirma que todos los países hacen la agenda suya. Ya no se trata de que nadie nos diga qué tenemos que hacer, sino que todos quieren explicar de qué modo contribuyen a los esfuerzos en materia de clima con sus contribuciones nacionales, que implican tanto reducción de emisiones como una obligación de estar preparados y una solidaridad.

El acuerdo alcanzado el sábado está ofreciendo certeza respecto a un modelo económico completamente diferente, que debe alcanzar la neutralidad en las emisiones lo antes posible. Se establece una obligación de ir incrementando las contribuciones iniciales para asegurar que nos mantenemos dentro de los márgenes de un incremento de la temperatura por debajo de 2ºC y, a ser posible, de 1,5ºC. La gran diferencia existente radica en que estamos aportando un mensaje relevante desde el punto de vista económico, frente al mensaje político que supuso Kioto, que estaba peor estructurado para ser eficaz en la vida económica cotidiana.

P.: ¿Considera que hay algunos aspectos en el acuerdo que es necesario reforzar?

R.: Ha quedado, sorprendentemente, en un equilibrio al alza. Nos hubiera gustado una mayor precisión en algunos aspectos desarrollados en la decisión que acompaña al acuerdo; nos hubiera gustado que fuera más explícito en campos como impulsar un modelo energético renovable o garantizar la eliminación progresiva de las subvenciones a los combustibles fósiles. Son puntos que solamente han quedado enunciados. Hay que seguir desarrollando, pero forma parte de lo habitual en un proceso de estas características, donde lo más importante de todo es esa voluntad y ese compromiso colectivo.

P.: ¿Es el acuerdo de París legalmente vinculante?

R.: Es un acuerdo internacional y, por lo tanto, tiene el mismo grado de vinculación que otros tratados internacionales. Sin embargo, el Acuerdo del Clima de París reduce el grado de vinculación en dos aspectos específicos: en la capacidad de controlar a los legisladores nacionales con respecto a las decisiones que toman en materia de reducción de emisiones y en la capacidad de controlar al legislador nacional en materia presupuestaria.

En este sentido creo que se ha producido un falso debate. EE.UU, desde hace mucho tiempo, puso de manifiesto que la Administración Obama entendía que era muy importante contar con un tratado internacional y quería poderse sumar, pero sabía que solamente podría hacerlo en la medida en que pudiese firmarlo y ratificarlo dentro de las competencias constitucionales del presidente. El Partido Republicano se ha radicalizado todavía más en este campo, por lo que Obama no podría obtener el permiso del Congreso y el Senado para ratificar un acuerdo internacional que fuese vinculante. Estados Unidos siempre dijo que apoyaría un tratado siempre que no se introdujeran obligaciones y capacidad de control adicional a su legislador interno.

Lo que importa no es tanto sancionar al incumplidor varios años después, sino asegurar que la acción se ponga en práctica de manera inmediata. En el texto se articula todo el sistema para asegurar el cumplimiento de la acción, para acompañar la resolución de los problemas si se retrasa esa actuación y para vigilar y obligar a rendir cuentas. Yo creo que ha sido un paso muy significativo y que está bastante interiorizado a nivel político y a nivel de empresa.

P.: ¿Cuántos países han presentado ya planes para reducir sus emisiones?

R.: El último que ha presentado una contribución, según anunció el sábado directamente en el plenario, ha sido Venezuela. Así, ya son 188 –de 196 países que han participado– los que la han puesto sobre la mesa. En el extemo contrario encontramos a Nicaragua y varios países en conflicto, como Nepal o Siria. Unos Estados que tienen unas condiciones que explican por qué no la han presentado todavía. 

Esta cifra es muy significativa. Cuando Naciones Unidas hizo esa invitación a presentar las contribuciones nacionales, parecía casi imposible que se pudiesen conseguir 80 u 85, ya que son complicadas al requerir un análisis de conjunto de las políticas nacionales bastante serio. Sin embargo, hemos tenido una respuesta masiva.

P.: De estos países que no las han presentado todavía, ¿hay alguno que sea clave en la lucha contra el cambio climático?

R.: No hay ningún gran emisor que no la haya presentado, todos lo hicieron relativamente pronto. Yo creo que lo que vivimos fue una situación de cierta tensión ideológica por parte de Venezuela y Nicaragua, que decían que no querían participar.

P.: ¿Cuál es el argumento de Nicaragua para rechazar dar este paso?

R.: Dice que se requiere hacer un balance histórico y dotar un fondo con una especie de contribución que equivalga al daño causado por las emisiones históricas de los países que han emitido a lo largo de los últimos 200 años. Además, añaden que si no se transforma el sistema capitalista, seguirá siendo muy difícil cambiar el modelo de desarrollo. Es un planteamiento coherente desde el punto de vista ideológico, pero quizás no acaba de ser la solución más pragmática para abordar este asunto.

P.: Algunos medios han recogido que el resultado de analizar en conjunto estos planes supone un incremento de la temperatura al final de siglo de 3ºC, cuando el objetivo marcado en el Acuerdo del Clima está por debajo de los 2ºC. ¿Cómo solucionamos este desajuste?

R.: Yo me quedaría con la cifra de 2,7ºC, que es la que se baraja desde Naciones Unidas. En este sentido hay que tener en cuenta tres cosas. En primer lugar, las contribuciones que se aportan en este momento colectivamente suponen una diferencia importante con respecto a lo que hubiera sido el escenario tendencial. En segundo lugar, los países han preparado contribuciones por debajo de sus capacidades de reducción de emisiones. Han sido contribuciones tímidas, susceptibles de ser mejoradas. Por último, creo que lo importante es activar un proceso de cambio que incorpore premisas para transformar cada una de las grandes políticas sectoriales. 

P.: Algunas organizaciones ecologistas, cuando se conoció el acuerdo, aseguraban que el lenguaje empleado en el documento es “vago y abierto”. ¿Opina lo mismo? “vago y abierto”

R.: Está fenomenal criticar todo, la verdad. Pero hay que fijarse en los cambios sustanciales reflejados en el documento. Puede que haya algunas organizaciones que opinen así, pero en general yo he visto todo lo contrario: la mayor parte de las organizaciones ecologistas, de derechos humanos y de desarrollo lo han acogido con una gran satisfacción. Pero, por supuesto, subrayando que ahora lo que importa es asegurar la puesta en práctica de todos los compromisos y asegurar que la revisión al alza se produce sin demora en el plazo establecido.

P.: El documento recoge que todos los países deberán alcanzar un techo en sus emisiones de gases de efecto invernadero “lo antes posible”, primero los desarrollados y posteriormente los que no lo son. Sin embargo, no se establecen metas claras y un calendario para el cumplimiento de estos objetivos.

R.: Es muy difícil hacerlo todavía. Hay que ganar confianza en el proceso de cambio del modelo energético. Esto significa que un país como India, por poner un ejemplo, con varios cientos de millones de personas sin acceso a la energía, dice 'necesito garantizar como prioridad el desarrollo elemental de mi población. Voy a hacer todo lo que esté en mi mano en energía solar, en energía eólica, pero no me puedo comprometer a dejar de utilizar el carbón pasado mañana, aunque sí me comprometo a dejarlo de usar lo antes posible'. Todos los países industrializados hace tiempo que han superado el pico de emisiones. Los países en desarrollo, por su parte, tienen que hacerlo, y se comprometen a hacerlo cuanto antes, pero todavía no se han sentido en condiciones de poder concretar una fecha fija.

P.: ¿Cuáles son los tiempos de revisión de los compromisos establecidos en el Acuerdo del Clima de París?

R.: La primera revisión tiene lugar en 2018. A la vista de esa revisión colectiva, se produce una obligación de remitir compromisos actualizados en 2020, como muy tarde. A partir de entonces, se reproduce el ciclo cada cinco años: en 2023 se realizaría la siguiente revisión y en 2025 la actualización de compromisos. Se trata, en gran medida, de un sistema de gobernanza mucho más participativo y en el que se pierde el miedo a compartir la información en favor de la mejora de la capacidad para aprender cómo hacer las cosas.

P.: Sobre estos tiempos de revisión también se pronunció el pasado sábado Ecologistas en Acción. La ONG aseguraba que “se hará demasiado tarde, cuando estemos cerca de haber emitido ya una cantidad de gases de efecto invernadero que implicaría superar el límite de 1,5ºC". ¿Qué opina al respecto?se pronunció el pasado sábado Ecologistas en Acción

R.: Que llegamos tarde es algo obvio. Si nos quedamos con el 'no me creo nada', pues muy bien, diga entonces cómo lo hacemos. Greenpeace, WWF o Intermon Oxfam, entre otros, consideran que con este acuerdo lo que hay que hacer es exigir a los Gobiernos que cumplan. Sin embargo, han visto un cambio de señales muy positivo. Creo que esa crítica está desenfocada. 

P.: Teniendo en cuenta que los países con menos recursos serán los que más sufran las consecuencias del cambio climático, ¿cree que el acuerdo ayuda a que estos Estados puedan cumplir las metas marcadas? ¿Se establece algún tipo de ayuda económica?

R.: El sistema prevé ese apoyo económico y establece que el comité encargado de hacer el seguimiento y las recomendaciones en materia de financiación climática remitirá el año que viene el informe sobre cuál es la estimación de las necesidades. Es decir, el proceso ya está en marcha.

Los 100.000 millones de dólares anuales, comprometidos desde la Cumbre del Clima de Cancún, son el suelo del que se parte en 2020. En este sentido, hay que asegurar la financiación a corto plazo hasta esa fecha. A partir de ese año en adelante, los 100.000 millones de dólares movilizados irán al alza. En 2025, se readecuarán en función de las necesidades que vayan surgiendo o de las contribuciones de los países.

En relación con la pregunta, también es importante fijarse en cómo gana peso el reconocimiento de las necesidades de estar preparados para los efectos del cambio climático. En este sentido, por primera vez se han incluido referencias a lo que se conoce como un mecanismo de pérdidas y daños. Aunque reduzcamos las emisiones todo lo que podamos, aunque estemos lo mejor preparados posible para los efectos de cambio climático, existe la certeza de que determinados impactos es muy difícil que puedan ser evitados. Eso genera problemas reales en zonas especialmente vulnerables, como las islas o los países del África subsahariana.

Por tanto, hay un compromiso de acompañar con un plan de acción concreto para asegurar que pueda haber una reacción de la comunidad internacional, incluyendo respuestas específicas para desplazados como consecuencia del cambio climático o a la hora de desarrollar sistemas de alerta temprana.

P.: ¿Podemos creer que China va a cumplir estos objetivos?

R.: Sí, yo estoy segura de que los va a cumplir. Creo que China se ha puesto unos objetivos que responden a su dificultad para entender cuánto más se pueden comprometer, porque no saben cómo van a crecer sus ciudades o cómo van a poder irse deshaciendo del carbón, por muy eficientes que sean las plantas térmicas que tienen. Han puesto sobre la mesa un compromiso que seguramente va a ser mejorado por la vía de los hechos.

P.: ¿Qué papel ha jugado EE.UU en la cumbre?

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R.: Ha sido fundamental, al igual que en el caso de Alemania o Francia, el liderazgo y la implicación personal de sus dirigentes, que han entendido perfectamente que el cambio climático es un asunto de gran magnitud que no debe ser tratado sectorialmente o retrasado. Han sido muy exigentes en la vigilancia de todo el sistema; se han implicado en generar las condiciones políticas para lograr un nivel de cooperación y un acuerdo en este campo; y en dar credibilidad a todo el proceso para cumplir estos objetivos y para que haya un acelerón inmediatamente después. Hay una conciencia generalizada de que esto es el principio, de que pasamos de la infancia a la adolescencia en la lucha contra el cambio climático. Pero tenemos que recordar que hay mucho recorrido por delante, que el Acuerdo va a necesitar una vigilancia y un esfuerzo grande y que nos vamos a encontrar seguramente dificultades.

P.: ¿Cómo definiría el papel jugado por España en la COP21?COP21

R.: Ha sido nulo. La ministra ha estado dos ratitos, literalmente. Ni siquiera estuvo este sábado en París. Rajoy, por su parte, vino el día de la inauguración y, después de cuatro años sin hacer nada y desmontando cualquier iniciativa de modificación del sistema energético, dijo que iba a aprobar una ley de cambio climático en 2016 si ganas las elecciones del próximo 20 de diciembre. Lamentablemente, España no ha jugado papel alguno durante la Cumbre de París y creo que es una vergüenza.

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